Fillon y Juppé se saludan antes del decisivo debate de la derecha francesa
Fillon y Juppé se saludan antes del decisivo debate de la derecha francesa - AFP

Fillon gana por la mínima el último debate con Juppé

El domingo se juegan los dos candidatos el liderazgo del partido conservador francés

Corresponsal en París Actualizado: Guardar
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El 70 % de los 10.000 primeros votantes en un sondeo realizado por el diario conservador Le Figaro estimaban que François Fillon quizá ganó su gran debate contra Alain Juppé, la noche del jueves, menos de tres días antes de voto definitivo, el domingo, que pudiera elegirlo como candidato conservador a la presidencia de la República.

Abrió el debate Juppé, en un tono tenso pero ecuménico: «Mi proyecto aspira a rearmar al Estado para luchar contra el islamismo. A continuación propongo liberar a las empresas para poder crear empleo. La reforma de la educación será esencial para dar una oportunidad a los jóvenes, que son nuestro futuro. Quiero hacer reformas creíbles, sin brutalidad». Le respondió Fillon de este modo: «Francia está al borde de la revuelta.

O reformamos en profundidad, o los franceses están tentados por el extremismo. Mi programa es más radical, más difícil. Quizá. Presento un proyecto que rompe con el pensamiento único, para responder y dar esperanza a la angustia de nuestros compatriotas tentados por el extremismo».

Tras ese preámbulo, comenzó un tenso debate, que permitió distinguir dos modelos conservadores sensiblemente distintos en cuestiones capitales, como la identidad de Francia o el alcance de las reformas a realizar con urgencia. En el terreno capital de la identidad nacional, Juppé acepta el multiculturalismo: «Para mi, la identidad de Francia es su diversidad. Tenemos orígenes distintos, color de piel distintos. Esa diversidad es una fuerza, a condición de no caer en el comunitario». Fillon tiene una visión diametralmente opuesta sobre la identidad de Francia, hoy: «Francia no tiene vocación multicultural. Francia tiene una lengua, una historia. El multiculturalismo no es el camino para nuestro país. Cuando un extranjero se instala en nuestro país, debe integrarse y respetar nuestra herencia». Sentado ese principio, Fillon y Juppé se enfrentaron en el alcance y ritmo del gran cambio pendiente. Ambos candidatos conservadores tienen programas bastantes similares en el terreno económico, pero proponen un ritmo y alcance de reformas muy similares. Fillon aspira a consumar una gran «ruptura» en los primeros seis meses de su eventual mandato presidencial. Juppé considera «irrealista» tal «ruptura». Fillon le responde: «En verdad, Alain Juppé no quiere un cambio de fondo».

Fillon fue votado en la primera vuelta, el domingo día 20, por 1.890.266 electores, el 44,08 % de los votantes en las primeras elecciones primarias de la historia derecha francesa. En el gran debate final, ante todas las cadenas de radio y tv nacionales, públicas y privadas, Fillon defendió con serena firmeza un proyecto conservador, clásico, destinado a «romper» con la «espiral» del retroceso, acelerado durante la presidencia de François Hollande. Juppé fue votado en la primera vuelta por 1.224.855 electores, el 28,56 % de los votantes. En el debate final, la noche del jueves, insistió en presentarse como un candidato conservador «realista», abierto al diálogo con las familias centristas, saliendo al paso del «irrealismo» de Fillon, repitiendo, de nuevo, que el programa de su rival «puede volver a crear enfrentamientos nacionales».

Fillon consiguió en la primera vuelta una ventaja aritmética sólida de 665.491 votos de ventaja. Y una ventaja estratégica capital: fue votado masivamente por el electorado conservador; mientras que Juppé contó con el apoyo significativo pero ambiguo de muchos electores de izquierda y centro. Conscientes de tales realidades, los dos grandes rivales intentaron consolidar y mejorar sus posiciones. Favorito, a ultranza, Fillon se presentó como el candidato de una derecha dispuesta a gobernar con sus valores y principios tradicionales, para «romper» con una herencia que el electorado conservador considera catastrófica. En escorzo, Fillon prometió realizar las promesas nunca cumplidas por Nicolas Sarkozy. Perdedor potencial, dispuesto a combatir, hasta el final, Juppé defendió con mucho vigor un proyecto igualmente conservador pero «realista», conservador, sin duda, «pero abierto al centro».

Apoyado por la inmensa mayoría de las personalidades influyentes del conservadurismo francés (de Valery Giscard d’Estaing a Nicolas Sarkozy), Fillon prometió una «ruptura serena», ante los tres grandes temas del debate final: «¿Qué estilo de gobierno?» «¿Qué tipo de sociedad?» «¿Qué visión del puesto de Francia en el mundo?». Ante esos temas de debate, Juppé insistió en la estrategia de la «moderación» que ha sido la suya y fracasó en la primera vuelta: «Aspiro a ser el presidente de una Francia orgullosa de su identidad, feliz, reconciliada consigo misma». Tras ese «orgullo» y «reconciliación», Juppé espera poder evitar las tensiones multiculturales. Fillon, por el contrario, insistió en el tono y la línea que le dio la victoria en la primera vuelta: una Francia orgullosa de su tradición y valores (culturalmente católica); y una defensa de los valores tradicionales poco o nada sensible a los temas multiculturales

Ante la gran cuestión histórica y estratégica del puesto de Francia en la nueva sociedad internacional del siglo XXI Juppé se refugia en una ambigüedad calculada: «Debemos ser fuertes y generosos, para poder relanzar Europa y asegurar nuestra seguridad». Juppé es percibido como hostil al «activismo» de Putin. Y utiliza ante Trump en lenguaje calculadamente «realista». Fillon parece sugerir una ruptura diplomática de cierta envergadura: «Francia debe ser una potencia de equilibrio». En un defensor a ultranza del «diálogo privilegiado» con la Rusia de Putin, se trata de un «equilibrio» menos sensible a las «relaciones privilegiadas» con la gran alianza trabada en Washington para hacer la guerra a Daesh. Fillon insiste en que París y Moscú debe combatir al alimón el totalitarismo islámico mundializado.

Horas antes de comenzar el debate, doscientos diputados de centro y derecha publicaron una carta abierta pidiendo a ambos candidatos al liderazgo que evitasen «tensiones» que serían «dañinas» para el futuro de todas las familias conservadoras.

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