La CIA extrajo a su principal espía de Rusia por miedo a que le delatara Trump

Moscú confirma la identidad del espía de EE. UU. en la Administración presidencial rusa, pero niega que tuviera acceso directo a Putin

David Alandete

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Tal fue el nerviosismo de la inteligencia norteamericana tras la victoria de Donald Trump en las pasadas elecciones que decidió extraer a su espía más valioso de Rusia después de que el presidente tomara posesión de su cargo en 2017. El temor de la CIA era que el nuevo presidente acabara revelando, consciente o inconscientemente, detalles que delataran a ese espía, que abandonó Rusia en secreto y sin incidentes.

En un primer momento se desconocía la identidad del espía, cuya existencia reveló la CNN.

Hoy se ha publicado la identida del espía: Oleg Smolenkov, de unos 45 años, desapareció en junio de 2017 cuando él, su esposa Antonina y sus tres hijos desaparecieron sin dejar rastro después de viajar a Montenegro, aparentemente por unas vacaciones, según el diario «The Times».

Se dice que tuvo acceso a documentos en el escritorio del presidente ruso y que fue fundamental para confirmar a la inteligencia estadounidense que Vladimir Putin ordenó personalmente la interferencia en las elecciones presidenciales de los EE. UU. de 2016. Smolenkov había trabajado en la embajada de Estados Unidos en Washington y con Yury Ushakov, uno de los principales asesores de política exterior de Putin. Su esposa también era empleada del estado. El períodico ruso, «Kommersant» publicó la identidad de Smolenkov, y lo denominaba «topo», citando fuentes al departamento de Estado de los Estados Unidos. Según el períodico moscovita, cuando Smolenkov desapareció se inició una investigación por asesinato.

No es que la inteligencia de EE.UU. pensara que Trump podría traicionar a sus propios agentes voluntariamente. El temor era más bien que por medio de una conversación informal con el propio Putin o a través de algún mensaje en Twitter, el presidente acabara cayendo en alguna trampa o revelara inconscientemente detalles que condujeran a este espía en cuestión.

El incidente pone en evidencia la contradicción que existe dentro de la administración estadounidense con respecto a Rusia. Por un lado, la inteligencia sigue tratando a Rusia como uno de sus principales adversarios geoestratégicos, en línea con la postura oficial del Pentágono, mientras Trump ha defendido una y otra vez la necesidad de un acercamiento político.

El fiscal especial Robert Mueller investigó hasta marzo si el Kremlin había ayudado a Trump a ganar las elecciones presidenciales de 2016. La conclusión fue que Rusia sí tenía en marcha al menos dos campañas de injerencia digital para facilitar la victoria del actual presidente, pero que este no participó conscientemente de esas conspiraciones. En esas campañas participó necesariamente la inteligencia rusa, según Mueller.

La Casa Blanca negó ayer la veracidad de la historia, acusando a la cadena CNN de «poner en riesgo incluso las vidas de los agentes» con sus revelaciones, tal y como dijo la portavoz de la presidencia, Stephanie Grisham. La cadena de televisión citó fuentes dentro de la inteligencia norteamericana.

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