El exjugador de críquet Imran Khan, elegido nuevo primer ministro de Pakistán

Los comicios han estado plagados de denuncias de fraude, con un anuncio de los resultados que se retrasó más de dos días

Imran Khan, el nuevo primer ministro de Pakistán

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Imran Khan fue nombrado primer ministro tras lograr el apoyo de 176 de los 342 diputados que forman la Cámara baja en Pakistán y hoy jura su cargo ante el presidente del país, Mamnoon Hussain. La victoria en las elecciones del 25 de julio no le dieron la mayoría absoluta, por lo que en las últimas semanas el líder del Pakistan Tehreek-i-Insaf (PTI), el Movimiento por la Justicia, necesitaba el respaldo de otras formaciones y diputados independientes diputados y lo logró. El anuncio del resultado final de la votación del presidente del Parlamento, Asad Qaiser, llegó entre los gritos de «ladrón, ladrón Khan» que le dedicaron los diputados de la oposición. Esta victoria pone punto y final a décadas de control por parte de las dos grandes formaciones políticas del país: la Liga Musulmana de Pakistán (PML-N), vinculada a la familia Sharif, y el Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), de los Bhutto.

Sus primeras palabras tras ganar las elecciones las dedicó a repetir las promesas formuladas durante la campaña sobre su intención de lograr «un nuevo Pakistán» y de luchar «contra la corrupción y la pobreza». Khan recordó a la Cámara que «llevo 22 años luchando para llegar a este lugar, solo un líder luchó más que yo y ese es mi héroe Jinnah», en alusión a Muhammad Ali Jinnah, el político que fundó el país en 1947. El líder del PTI dejó claro que su misión es «hacer de Pakistán un estado del bienestar islámico, con humanidad y justicia». Otras de sus promesas son crear millones de puestos de trabajo y consolidar un sistema educativo y sanitario público de primer nivel mundial.

El excapitán de la selección nacional de críquet, de 65 años, llega al poder después de que su partido haya pasado de obtener un solo escaño en sus primeras elecciones en 2002, a lograr la victoria en los últimos comicios del mes pasado, marcados por las denuncias de corrupción y de injerencias del Ejército a favor del PTI. A lo largo de estas dos décadas Khan ha ido cambiando poco a poco de imagen para pasar de ser una especie de play-boy habitual de las revistas del corazón a un político de aire conservador y marcado discurso populista, lo que le ha servido para ganarse el sobrenombre de «Trump paquistaní» en algunos medios locales.

Este país de más de 200 millones de personas, con una tasa de analfabetismo superior al 40 por ciento, recuerda al joven Khan que capitaneó a la selección nacional en la Copa de Mundo de 1992 que Pakistán ganó a Inglaterra. Es el único título mundial de un país donde el críquet es religión y que ahora pone su destino en manos de quien fuera el gran héroe nacional en los terrenos de juego.

El portavoz de su partido, Fawad Chaudhry, señaló que “se ha producido un cambio generacional, han cambiado las prioridades. La vieja política es sinónimo de corrupción e incompetencia. Esperemos que podamos acabar esta nueva era”. El PTI, como todos los partidos en Pakistán, no olvida el historial de continuos golpes militares que ha sufrido el país desde su nacimiento. Nadie espera grandes milagros en un país azotado por el terror de los grupos yihadistas y sumido en una profunda crisis económica, que podría obligar a Khan a pedir un rescate al Fondo Monetario Internacional, pero la llegada de un rostro nuevo a la primera línea política al menos ha despertado cierta esperanza en un sector de la población.

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