La gangrena islamista provoca un choque muy duro entre Turquía y Francia

Ha criticado con dureza las medidas adoptadas por el presidente galo tras el atentado yihadista que le costó la vida a Paty

AFP

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Inflamable fuego verbal entre los presidentes de Turquía y Francia en el campo de batalla ensangrentado por la barbarie islamista: «Macron está loco». «La grosería del presidente turco es intolerable».

Desde Ankara, la capital turca, Recep Tayyip Erdoğan reaccionó la tarde-noche del sábado a los proyectos presidenciales franceses contra el «separatismo islamista», en estos términos: «Todo lo que puede decirse de un jefe de Estado que trata a millones de miembros de comunidades diferentes de esa manera es esto: vaya usted a hacerse exámenes de salud mental».

A paso de carga, desde París, el Elíseo reaccionaba de este modo: «Las declaraciones del presidente Erdogan son inaceptables. La exageración y la grosería no son un método. Exigimos a Erdogan que cambie el rumbo de su política, peligrosa desde todos los puntos de vista. No entramos en polémicas inútiles ni aceptamos los insultos».

Erdogan y Macron han chocado en repetidas ocasiones con muy diversos pretextos. Tratando al presidente francés de «loco», el presidente turco entra de lleno en la nueva política francesa contra la barbarie islamista, llamada a culminar con una Ley que deberá combatir el «separatismo islamista».

La inmigración turca en Francia no tiene la importancia que la inmigración turca en Alemania, pero ha comenzado a crecer en un momento de crisis francesa grave.

La inmigración turca, en Francia, es esencialmente ultranacionalista y, hasta ahora, no ha estado vinculada al yihadismo subversivo. Sin embargo, Emmanuel Macron ha denunciado en varias ocasiones el carácter «intolerable» de las «injerencias extranjeras» entre la inmigración musulmana, alusión al ultranacionalismo musulmán turco, con reiteradas injerencias en el extranjero.

La Ley en curso de elaboración que deberá perseguir el separatismo islamista perseguirá y castigará con presumida severidad jurídica los comportamientos religiosos, musulmanes, que Francia considera inadmisibles. Y las injerencias extranjeras (sauditas, qataríes y turcas) pudieran estar sometidas a controles policiales y judiciales de nuevo cuño.

Turquía y otros países musulmanes anunciaron días pasados su decisión de boicotear los productos franceses, de manera «muy ofensiva». Francia considera sencillamente intolerable e inadmisible ese tipo de reacciones, que tienen como telón de fondo la crisis siempre incendiaria de las caricaturas de Mahoma publicadas por el semanario «Charlie Hebdo» y buena parte de la prensa francesa, solidaria.

Cuando comenzó el proceso de los cómplices de la matanza de «Charlie Hebdo», el mes de enero del 2015, Turquía y Pakistan respondieron organizando manifestaciones callejeras de protesta. París guardó silencio. Pero confirmó su decisión de perseguir con severidad el separatismo islamista. Siguieron un atentado a cuchilladas y una decapitación, en París.

El presidente de Turquía, gran potencia musulmana, denuncia la «locura» del presidente de Francia. Emmanuel Macron responde denunciando la «baja grosería» del presidente turco, confirmando su determinación: «Seguiremos publicando caricaturas».

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