Emoción y tristeza en el Aula Magna de la cultura francesa

Centenares de personas se congregaron ayer frente a la Sorbona para asistir al homenaje nacional al profesor Paty

La gente sigue, a través de una pantalla gigante en una calle de París, el discurso de homenaje del presidente Macron durante el funeral de Estado al profesor asesinado, Samuel Paty REUTERS
Silvia Nieto

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Durante un discurso en el que no quiso ocultar la emoción de su voz, el presidente de Francia, Emmanuel Macron , denunció ayer la muerte del profesor Samuel Paty, asesinado el pasado viernes en el último atentado terrorista que ha golpeado Francia, en el homenaje nacional celebrado en el patio de la Sorbona, escenario elegido por su alto componente simbólico, como templo de la enseñanza y del orgullo de la Ilustración. En los alrededores de la Universidad, el operativo policial para acercarse a la zona resultaba sobrecogedor. A lo largo del bulevar Saint Michel, decenas de camionetas de la Policía cerraban el paso al tráfico. Con un detector, los gendarmes detenían a los transeúntes y se aseguraban de que nadie escondiera ningún objeto peligroso bajo su ropa. En la plaza, donde se podía seguir la ceremonia mediante una gran pantalla en la fachada del edificio, se congregaban centenares de personas, protegidas con mascarilla y guardando la distancia que obliga la pandemia del Covid-19. Entre los asistentes, algunos se mostraban visiblemente conmovidos, con lágrimas en los ojos y la voz tomada, sin ganas de hablar con la prensa.

Entres ocasiones, la tristeza por el asesinato del profesor Paty se elevó en emoción común ayer en la plaza de la Sorbona, donde reinaba el silencio mientras el presidente hablaba. Primero, cuando Macron cerró su discurso, asegurando que «la luz de Francia» no se apagaría nunca. Antes del protocolario viva a la República con el que clausura sus intervenciones, los aplausos ya tapaban el sonido de su voz. El siguiente llegó pocos minutos después, cuando sonó el himno nacional y los asistentes entonaron La Marsellesa , en un susurro que fue en aumento cuando llegó su estribillo. El último se produjo en el traslado del féretro de Paty, de nuevo acompañado por las palmas de los ciudadanos que se habían acercado a presentar su respeto al docente asesinado.

«Soy estudiante de la Sorbona y estoy en la doble licenciatura de Historia y Geografía. Estoy en estado de shock y realmente no puedo responder», afirmaba Marie Cohen, de 23 años , después de ser preguntada sobre los graves problemas que parecen dañar al sistema educativo francés. Tras lamentar que en las afueras de París, en las llamadas zonas de educación prioritaria, los medios de los que disponen los docentes son escasos, la joven se retiró de la plaza, que los asistentes comenzaban a abandonar.

«Soy profesora. Obviamente, estoy afectada por lo que ha pasado. El profesor Paty, un docente que abre el espíritu, imparte conocimientos y que guía a los alumnos, termina su jornada de trabajo y ya no volverá a encontrarse con su hijo. No lo podemos aceptar, tenemos que rechazarlo, y mostrar a nuestros colegas que estamos ahí y les apoyamos», explicaba Miriam, de 53 años , que también se había trasladado a la plaza para mostrar sus condolencias por lo sucedido. Con sus palabras, la mujer recordaba al hijo de Paty, un niño de 5 años que va a ser nombrado pupilo de la Nación, figura con la que el Estado francés protege a la prole de los muertos en guerra o en actos terroristas.

Posible autocensura

«Soy estudiante en la Sorbona y estoy haciendo un máster en Historia, así que la enseñanza es algo que me afecta», comentaba Paul, de 23 años , también en la plaza de la Universidad. «No quiero ser profesor, pero vengo de una familia de profesores y es algo importante para mí, porque podría haberles pasado a ellos o a mis amigos que van a serlo en el futuro», añadía. En referencia al lugar donde se produjo el atentado, la pacífica localidad de Conflans-Sainte-Honorine, situada al noroeste de París, lamentaba el joven: «El problema es que se atacó a un profesor de una pequeña ciudad tranquila, lo que ha sido impresionante. Ahora, esto puede pasar en cualquier parte , no solo en un instituto parisino. Va a haber miles de profesores que se van a sentir afectados y van a tener miedo, y posiblemente van a autocensurarse. No van a saber muy bien qué hacer. Los actos aislados tienen mucha resonancia».

Mientras París se despedía de Paty, la Policía proseguía sus investigaciones sobre la muerte del profesor, asesinado por un terrorista después de días de acoso provocados por el vídeo de denuncia del padre de una alumna. «Continuaremos el combate por la libertad», prometió ayer Macron, tras varios días de duelo para Francia.

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