El candidato del partido Alternativa para Alemania, Georg Pazderski, y el colíder de la formación, Joerg Meuthen, tras conocer los resultados de las elecciones de Belín, décimo «länder» en que consiguen escaños en dos años
El candidato del partido Alternativa para Alemania, Georg Pazderski, y el colíder de la formación, Joerg Meuthen, tras conocer los resultados de las elecciones de Belín, décimo «länder» en que consiguen escaños en dos años - REUTERS

La extrema derecha ya está en Berlín

El partido eurófobo Alternativa para Alemania (AfD) ha obtienido representación en otra cámara regional: la décima en que consigue escaños en dos años

CORRESPONSAL EN BERLÍN Actualizado: Guardar
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Los grandes partidos alemanes siguen perdiendo votos en beneficio de la extrema derecha. Incluso el más votado ayer en las elecciones regionales de Berlín-Brandenburgo, el Partido Socialdemócrata (SPD), con un 22,2%, retrocedía más de un 6% respecto a los últimos comicios, mientras que la CDU de Merkel, que al menos lograba mantenerse en segundo puesto con el 17,9%, obtenía su peor resultado en la capital alemana desde la II Guerra Mundial. Fagocitando votos procedentes del centro del arco político, el partido populista de derechas, anti europeo y anti inmigrantes, Alternativa para Alemania (AfD), debutaba con un 13,7% de los votos y su candidato, Georg Pazderski, se proclamaba «el auténtico ganador».

«Lo que hemos conseguido hoy en Berlín es único», dijo Pazderski, «y es solo un paso, un avance de lo que vamos a conseguir dentro de un año», mientras que el co-presidente de AfD, Jörg Meuthen, destacaba ante los enfervorecidos seguidores que celebraban el resultado que «estas elecciones han demostrado que AfD ya es un partido establecido en el sistema, dado que Berlín supone de antemano una plaza hostil».

«Somos los únicos que hablan de lo que de verdad interesa a los ciudadanos y eso es lo que nos está dando fuerza en las urnas», justificaba.

Los analistas coincidían anoche en que los votantes han decidido desde una perspectiva nacional y con la mente en las elecciones generales que esperan a Alemania en 2017. En esta clave, el candidato de la CDU rechazó la posibilidad de dimitir debido a la pérdida del 5,3% de los votos respecto a las elecciones anteriores y apuntó a «motivos nacionales» del resultado. También flotaba anoche en el aire berlinés la muy posible formación de una coalición de izquierdas en la que el SPD convocaría a la extrema izquierda de Die Linke, que obtuvo el 15,6% de los votos con un aumento del 3,5%, y a Los Verdes, con el 15,5% y ligeramente a la baja. Y en la sede de la CDU de Merkel no sabían bien si lamentar más profundamente el ascenso de la extrema derecha o la gran coalición de izquierdas en ciernes. «Desde luego, un gobierno de izquierdas en Berlín no es una buena perspectiva», twitteaba Peter Tauber, secretario general de los cristianodemócratas.

Esta posible reagrupación de las izquierdas se constituiría como reacción al ascenso de AfD, pero seguramente no serviría para contrarrestar los factores sociológicos responsables del fenómeno, que según las encuestashunde sus raíces en el miedo. Un estudio del Instituto Allenbach ha constatado este mismo mes que, a pesar de que desde el punto de vista económico a los alemanes nunca les había ido tan bien, miran con escepticismo el futuro y cunde en ellos la insatisfacción y el temor, sentimientos muy relacionados con la crisis de refugiados.

Solo el 43% de los encuestados entre 30 y 59 años cree que el próximo año le irá igual o menor. Hace un año eran el 57%. Un 60% de los alemanes teme vivir estrecheces en la vejez y un 44% espera que sus ingresos no le alcancen para vivir en los próximos años. El 68% tienen la impresión de que el número de delitos ha aumentado y uno de cada cuatro teme ser víctima de un ataque terrorista. Mientras que desde 2004 a 2014 los alemanes se mostraban abiertos a la llegada de extranjeros, ahora un 67% duda que los extranjeros puedan integrarse.

Este estado de opinión ha tumbado la gran coalición que gobernaba hasta ahora Berlín y amenaza con cambiar el mapa político a escala federal. «Estamos dispuestos a pactar con todos, excepto con AfD», definía anoche el candidato el SPD, Michael Müller, la línea roja de las próximas negociaciones de formación de gobierno. Pero son muchos los votantes dispuestos a votar AfD como alternativa antiislamista, a pesar de sus reparos ideológicos. «Votaremos a quien sea que combata a esos para los que nuestro amor es un pecado mortal», defendía una pareja de homosexuales que hasta ahora votaba a Los Verdes y que anoche festejaba la entrada de AfD en el parlamento regional. «Porque no quiero que dejen entrar a los refugiados, porque los refugiados nos están quitando nuestros trabajos y están causando que bajen los salarios y que todos los alemanes odien a los extranjeros», explicaba su voto a AfD, presa de la indignación, una joven de 27 años que llegó a Alemania desde su país natal, Turquía, en 1994.

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