Bas Eickhout (Verdes): «El declive de los dos partidos tradicionales nos hace decisivos para formar mayorías»

ABC entrevista al candidato principal de los Verdes europeos para la Comisión sobre la subida de los ecologistas en el centro de Europa y sus aspiraciones para el próximo Parlamento Europeo

Bas Eickhout, de Los Verdes Cedida a ABC
F.J. Calero

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Alemania parecía el eje central del éxito para la campaña nacional-populista en Europa. A la derecha de Angela Merkel y después de años en su batalla antiEuro, Alternativa para Alemania (AfD) se alzaba como tercer partido en las elecciones legislativas y no muy lejos del decadente Partido Socialdemócrata, ahogado en la gran coalición con los democristianos. A Italia, Francia, y los países del Este parecía sumarse la locomotora alemana. Pero desde hace meses, el empuje ultra se ha desfondado. Ahora es el cambio climático y no la inmigración lo que ahora centra la campaña de las europeas en Alemania. Pese a la sobrerrepresentación mediática de AfD, los Verdes se han posicionado en bastiones conservadores como Bavaria, como el segundo partido tras los democristianos, y aglutinando el voto desencantado con los socialdemócratas.

Las encuestas les conceden alrededor del 20% por delante de los socialdemócratas. Más al norte, el cambio climático preocupa hasta el 30% de los suecos y al 25% de los daneses, según el eurobarómetro. Pero más allá de sus feudos en Alemania, Bélgica u Holanda, los Verdes no logran penetrar en el sur de Europa. Pese a la pérdida de representación de los dos partidos mayoritarios, Partido Popular Europeo y Socialistas, la formación ecologista solo aspira a mejorar tímidamente su quinto puesto y sus 50 eurodiputados de hace cinco años. «El próximo presidente de la Comisión tendrá que formar una mayoría en el nuevo Parlamento Europeo y, por lo general, tendrán que hablar con otros grupos políticos. Esto le da a los verdes una posición fuerte. Pondremos exigencias verdes y sociales sobre la mesa», explica a ABC el neerlandés Bas Eickhout (Groesbeek, 1976) que junto a la alemana Ska Keller (Guben, 1981) es uno de los dos candidatos principales de los Verdes para estas Elecciones Europeas.

[La entrevista se realizó 48 horas antes de la votación en Países Bajos de ayer]

¿Cómo de influyentes serán los verdes en el próximo Parlamento?, ¿qué medidas concretas pondrán sobre la mesa?

Primero, acción climática. Tenemos que comenzar realmente a pagar por el CO2, queremos abordar la aviación, una agricultura limpia, inversión en trenes de larga distancia... El segundo enfoque estará en el tema social. Europa ha fracasado en la protección social, principalmente debido a la agenda de austeridad presentada por la mayoría conservadora en el Parlamento. Queremos un salario mínimo europeo, y que ciertas compañías comiencen a pagar los impuestos que les corresponden. Esto también significa una actuación muy agresiva sobre la evasión fiscal. La tercera prioridad será la democrática. La democracia europea está bajo amenaza y se debe al crecimiento de la derecha extrema y populista. Nunca trabajaremos mano a mano con la extrema derecha. Queremos una Comisión Europea más activa en la defensa del Estado de derecho en Polonia, Hungría, Bulgaria, Rumania y, desafortunadamente, también en Italia.

Tanto los populares, con el caso de Hungría y Orban, como los socialistas, con Rumanía, esencialmente, han sido advertidos por Bruselas a propósito del estado de derecho y la corrupción.

Sí, tiene razón. En Austria, el PPE ha estado trabajando en una coalición con la extrema derecha, y la alianza se ha roto por vender el país por dinero ruso. Lo vemos muy a menudo. Exigiremos a los partidos centrales que velen por la defensa del Estado de derecho. Queremos que la Comisión monitorice la calidad democrática en todos los países, y que lo haga de manera objetiva, porque están socavando nuestra democracia. Será una de nuestras demandas en la negociación.

No ha descartado ni a populares ni a socialdemócratas.

Prefiero una Comisión progresista. Los verdes son claramente europeístas, pero creemos que la UE realmente necesita ser mucho mejor en temas ecologistas y sociales. Ese es el núcleo del programa y será necesario trabajar en esos temas. La distancia con el PP Europeo es muy grande, en el Parlamento anterior siempre trabajó con socialdemócratas o la derecha. A menos que cambien su senda, no vamos a apoyar su mayoría.

En los debates otros candidatos sostienen que si aplicaran la agenda de los Verdes se perderían miles de trabajos, perjudicando especialmente a la clase trabajadora, como ha reflejado el fenómeno de los «chalecos amarillos» en Francia.

De forma errónea muchos suelen separar la parte Verde de la social. Si estamos haciendo una transición verde y al mismo tiempo estamos reduciendo el nivel de impuestos para las empresas, al final lo que habrá es más desigualdad. Con la agenda Verde estamos construyendo una economía de transición. Queremos proteger nuestro mercado si los productos chinos están entrando la UE. Tiene que haber un impuesto en la frontera europea. Proponemos también un programa de inversión masiva para asegurarnos de que la innovación crezca Europa, que ha sido el gran problema hasta ahora. Hasta hace muy poco, la industria automovilística europea estaba invirtiendo en movilidad eléctrica en China siete veces más que en Europa. La industria automotriz europea sabe que los chinos son más serios en este campo. Tenemos que dejar claro a los inversores que queremos es una agenda verde combinada con la económica y la social.

Ska Keller (Izq.) y Bas Eickourt, candidatos por Los Verdes Cedida a ABC

Si bien los verdes rozan el 20% en Alemania y son también fuertes en países como Bélgica o en los nórdicos, su presencia es testimonial en el Mediterráneo.

El sur sigue sufriendo las consecuencias de las recetas de austeridad que se aplicaron para la crisis del euro. Existe un problema fundamental que es la gran falta de empleo, para lo que se necesita un programa de inversión masiva. Teniendo esto en cuenta puedo entender que el cambio climático no esté en el centro del debate en el sur de Europa. Nuestra popularidad en el norte se debe a que estamos combinando políticas verdes y sociales, pero ese tipo de programa debe ser más pronunciado en el sur. En España los Verdes están integrados en Podemos. Todavía es demasiado pronto para ver una ola verde entrando en Italia y España.

¿Cómo cree que ha actuado España en este campo en la última década?

El mayor problema en España es que con cada nuevo Gobierno había un cambio total de políticas, y esto es mortal para los inversores. Se muestran reacios si ven que cambian de agenda en cada elección. España tiene un gran potencial en la transición energética, con la que podrían crear nuevos puestos de trabajo como proveedor de energía para el resto de Europa. Con el nuevo Gobierno hemos visto un cambio, pero siguen en periodo electoral. Así que espero que, al igual que otros países, puedan crear una ley climática que ofrezca seguridad a largo plazo a los inversores para que puedan desarrollar nuevas tecnologías y crear empleos. Con respecto a su potencial, tenemos el problema de que la interconexión energética entre España y Francia es muy pobre. Francia se resiste a mejorarla porque temen que la energía sea más barata que la base nuclear. Europa necesita ser más dura con Francia.

Algunos análisis sitúan a los Verdes como un partido para europeos de alto nivel adquisitivo en países de alto nivel adquisitivo.

Ese pudo haber sido el caso de hace diez años, pero no el actual. Siendo honesto, los ricos por lo general no votan por los verdes. Es interesante ver que en el ‘länder’ Baden-Wurtemberg, en el suroeste de Alemania, tradicionalmente conservador, se decantan por los verdes por su agenda económica y social. La base de los Verdes se ha vuelto más amplia. Esa caracterización no la reconozco, a los opositores políticos les gusta mucho. Si ese fuera el caso, no sería posible alcanzar el 20 por ciento del apoyo en Alemania.

Las proyecciones dibujan un Parlamento Europeo más fragmentado y girando a la derecha, con más socios de las políticas de Trump.

Sí, es cierto. El Parlamento estará más fragmentado y con mayor presencia de los socios de Trump que lucharán contra las políticas ecologistas, pero hay dos razones para ser optimista: el declive de los dos grandes partidos situará a los Verdes como pieza clave de las nuevas mayorías, que no era el caso anterior. Y, en segundo lugar, el debate social sobre el cambio climático ha aumentado sustancialmente, incluso veo a los dos partidos principales hablando sobre las acciones relacionadas con el cambio climático gracias a la presión de las calle y del movimiento de «Viernes por el futuro». La batalla de ideas será más visible en el próximo Parlamento.

¿No cree que la adolescente Greta Thunberg, imagen de «Viernes por el futuro», está sobreexpuesta y que puede ser arriesgado para su salud?

Sí, hay mucha presión sobre ella. Está lidiando con esto de una manera impresionante y las personas que la rodean la están protegiendo. Cuando he hablado con grupos y manifestantes ecologistas por Europa durante la campaña, todos decían sentirse inspirados por ella. Greta Thunberg ha demostrado que está surgiendo una nueva generación motivada y lista políticamente para desafiar a la clase política.

¿Ha dejado el “Dieselgate” alguna lección para los próximos años?

Los dos partidos centrales han sido demasiado blandos con la industria automotriz. Todo este escándalo nos enseña que siendo blandos, las empresas van a tratar de engañarnos. Con leyes blandas no van a cambiar su mentalidad ni entrar en el siglo XXI.

¿Cree que el «Ibizagate» que ha provocado la ruptura del gobierno austriaco daña las aspiraciones de los nacional-populistas?

En el Reino Unido a Farage se le atribuye estar en deuda con un inversor que pudo haber trabajado con Rusia, hay una absoluta falta de claridad de donde algunas partes han obtenido el dinero. Ahora, en Austria, vemos cómo el escándalo presenta de nuevo vínculos muy claros con Rusia. En Hungría Orban ha recibido préstamos de Moscú. Así que hay una tendencia en la que los partidos populistas que defienden retóricamente a sus países nacionales en realidad están poniendo a su nación en venta. Entiendo el malestar de las personas con las políticas de los partidos tradicionales, pero recurriendo a estas fuerzas no van a encontrar recompensa ni atención. Solo están vendiendo su país para su propio enriquecimiento.

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