Donald Trump habla con unos periodistas a bordo del Air Force One durante su viaje a Florida
Donald Trump habla con unos periodistas a bordo del Air Force One durante su viaje a Florida - REUTERS

EE.UU. estudia una acción militar en respuesta al ataque químico en Siria

Trump prometió guiarse por su lema «EE.UU. primero» y dejar de ser el policía moral del mundo, pero Al Assad podría hacerle cambiar de opinión

CORRESOPNSAL EN NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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El pasado lunes, en su reunión con el presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, Donald Trump evidenció su inclinación por priorizar los intereses de seguridad y económicos de EE.UU. en las relaciones internacionales, aunque ello implicara dejar de lado la defensa de los derechos humanos. Es la idea del papel de EE.UU. en el mundo que Trump vendió durante las elecciones, y que caló en un electorado cansado de guerras y ocupaciones costosas en Irak o Afganistán: Washington debe dejar de ser el policía moral del mundo y centrarse en defender su seguridad y sus intereses económicos. La simpatía de Trump por mandatarios duros que den estabilidad a sus regiones se encuadra en esa idea.

Las imágenes terribles de los ataques químicos contra población civil en Siria, sin embargo, podrían haberle hecho cambiar de opinión.

Trump considera un ataque militar en Siria como respuesta a la agresión de Assad. Así lo contó el presidente a algunos miembros de Congreso, según asegura la CNN. El Pentágono también estaría discutiendo las opciones de respuesta militar con la Casa Blanca, lo que podría incluir un ataque a la aviación del Gobierno sirio.

La revelación llegó un día después de que Trump cambiara por completo su discurso sobre Siria tras ver por televisión las imágenes de los civiles víctimas del régimen sirio. Lo hizo en una rueda de prensa conjunta con el Rey Abdalá de Jordania. Preguntado por si el ataque de Al Assad había traspasado una línea roja, el presidente aseguró que «matar niños inocentes, bebés inocentes» supone traspasar «muchas líneas, más allá de una línea roja».

«Soy flexible»

«Yo cambio y soy flexible», añadió. «El ataque contra niños ha tenido un gran impacto en mí. Ha sido algo horrible», a lo que añadió que, como consecuencia, «es muy posible que mi actitud respecto a Al Assad haya cambiado mucho». La reacción de Trump es un cambio de tono frente al discurso de su Administración. Hace menos de una semana, tanto el secretario de Estado, Rex Tillerson, como la embajadora de EE.UU. ante la ONU; Nikki Haley, veían con buenos ojos una situación en Siria en la que Al Assad sigue en el poder mientras Daesh sea derrotada.

El ataque supone un dilema moral para Trump -no es una amenaza a los intereses económicos o de seguridad de EE.UU.- para el que el presidente parece no estar preparado. Trump justificó que no quería perder el factor sorpresa para no desvelar qué tipo de estrategia desarrollará ante Siria. Pero la sensación tras su cambio de discurso respecto a Assad es de improvisación.

«Parece un presidente que responde a estímulos de corto plazo en lugar de a una planificación o estrategia a largo plazo», aseguró a «The Washington Post» Kori Schake, una investigadora de Stanford que trabajó en el Gobierno de George W. Bush.

Todo esto se produce al mismo tiempo que Trump se enfrenta a otro examen en política exterior: Corea del Norte. Los ataques químicos de Al Assad se han producido en la misma semana en la que el presidente de China, Xi Jinping, visita al presidente de EE.UU. en su residencia privada de Mar-a-Lago, en Florida. El encuentro, que se ha iniciado hoy en una jornada dedicada a los gestos cálidos y las buenas intenciones, tendrá entre sus asuntos clave la escalada nuclear de Pyongyang.

La Administración Trump ha dado respuestas desiguales ante las provocaciones de Corea del Norte con ensayos balísticos, el último esta semana, tres días antes de la visita de Xi.

Corea del Norte

La reacción de Tillerson fue un escueto comunicado de 23 palabras en el que decía que «EE.UU. ha hablado suficiente sobre Corea del Norte. No hay más comentarios». Trump presionará a su homólogo chino para que contribuya en los esfuerzos contra el desarrollo de capacidades nucleares de Pyongyang, pero la estrategia de EE.UU. sigue siendo incierta. El presidente de EE.UU. se ha negado a negociar con Corea del Norte -el último en decirlo fue el propio Tillerson en su visita a Corea del Sur del mes pasado, cuando aseguró que solo ocurriría si la dictadura norcoreana abandona su programa nuclear-, lo que sitúa a Trump en otro dilema: o rompe su compromiso de no negociar con Pyongyang o explora el uso de la fuerza.

No es casualidad que Trump engarzara la responsabilidad que siente de responder a Al Assad con la reacción de EE.UU. frente a las ambiciones nucleares del dictador norcoreano Kim Jong-un. «Tenemos un gran problema», reconoció. «Alguien está haciendo las cosas mal, y yo tendré que asumir mi responsabilidad», dijo sobre la respuesta a Pyongyang.

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