El líder de los laboristas, Jeremy Corbyn
El líder de los laboristas, Jeremy Corbyn - AFP

Las nueve claves de la noche electoral británica

La primera ministra británica pierde doce escaños con respecto a las elecciones de 2015. Corbyn supera sus expectativas al obtener 29 parlamentarios más que hace dos años. Deblace del SNP

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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1.-La gran apuesta que acabó mal. Theresa May convocó las elecciones a comienzos de abril en contra de sus declaraciones previas de que no adelantaría los comicios, previstos para 2020. Corbyn estaba entonces hundido en las encuestas, a 22 puntos. La premier veía el momento de aniquilar a su rival y reforzar su mayoría de Gobierno, librándose así de las ataduras de los tories eurófobos para negociar un Brexit cabal. Todo su plan se queda hoy en el cuento de la lechera, un error de cálculo fatal. May ha ganado los comicios, pero su partido no le perdonará haber perdido la corta mayoría absoluta que heredó de Cameron.

2.-Resurrección de Corbyn a lomos del populismo de izquierdas. Corbyn, que está celebrando la noche como si hubiese ganado las elecciones, cuando en realidad se ha quedado a 53 escaños de May, sí ha derrotado por todo lo alto a su mala fama personal.

El que estaba considerado el peor líder laborista de este siglo va a mejorar en 30 escaños los resultados que el moderado Miliband había obtenido en 2014. Corbyn ha triunfado con una buena campaña, siempre cómodo en su propia piel -a diferencia de la envarada May-, y con sentido del humor. Pero sobre todo le han ayudado sus promesas sociales, una disparatada oferta, imposible de pagar, según el reputado Instituto de Estudios fiscales. Ha prometido de todo y para todos: fin de las matrículas universitarias, guardería universal gratis, enorme inversión en la sanidad pública, mejoras de la asistencia social… Populismo de izquierdas que ha funcionado, aunque solo hasta cierto punto: al final lo cierto es que con su programa de retorno a las esencias socialistas ha perdido las elecciones.

3.-La mayor participación desde 1997. Ha sido del 68,6%, muy alta. La política interesa, porque el país sigue polarizado desde el Brexit, que partió a la opinión pública en dos. Los jóvenes han votado muchísimo, lo que ha favorecido a Corbyn.

4.-Retorno al bipartidismo. La campaña y sus resultados han sido un juego de dos, los gigantes de siempre, tories y conservadores. Retorno a los clásicos.

5.-El segundo referéndum de Sturgeon está muerto. Varapalo para los separatistas escoceses, que no solo pierden 21 diputados, sino que además ven como se quedan sin escaño en Westminster el ex ministro principal Alex Salmond y el líder de su grupo parlamentario en los Comunes, Angus Robertson. En Escocia no había apetito para un segundo referéndum y Sturgeon, obsesionada con la independencia, se lanzó a por él y lo ha pagado.

6.-El Brexit pesa, y mucho. Theresa May hizo campaña por el Remain, aunque de perfil bajo. Pero una vez en el poder giró al Brexit duro, con retirada inmediata del mercado único y la unión aduanera y resistiéndose a regularizar rápidamente la situación de los comunitarios en el Reino Unido. Esa ruptura drástica con Europa, adornada además con un retórica que a ratos recordaba al viejo UKIP de Nigel Farage, ha molestado a muchos votantes urbanos, ilustrados o de profesiones liberales, y también a los jóvenes, que son abrumadoramente europeístas. Algunos ex votantes tories no han querido embarcarse en la aventura del Brexit duro, porque saben que es dinamita para la economía.

7.- ¿Una líder «fuerte y estable»? May ha hecho una campaña pésima, jugó al carisma, al tapar la marca tory y copar ella todo el cartel, cuando carece de carisma para ello. Cometió un error gravísimo, admitiendo que su gurú de cabecera, Nick Timothy, de grandes ínfulas reformistas, enfadase por partida triple a los pensionistas. Timothy introdujo tres reformas en su programa electoral que eran estricnina en las urnas: fin de las ayudas a la calefacción de los ancianos, retirada del llamado «triple candado» con que Cameron garantizaba la subida de las pensiones, y el llamado «impuesto de la demencia», la controvertida idea de hacer responder a los jubilados dependientes con sus viviendas para pagar la asistencia social a domicilio. May aclaró, como si fuese un gran alivio, que solo entregarían sus casas después de muertos, pero olvidó el enojo de los herederos y también que el Partido Conservador es, ante todo, una formación de propietarios.

8.- Los mercados reciben mal el resultado. La libra se ha depreciado contra el dólar y el euro. Lo hizo ya nada más conocerse la encuesta a pie de urna que recogía la pérdida de la mayoría absoluta tory. Los mercados apostaban por una mayoría estable de May. Analistas de City Group han dicho ya que esperan que May dimita hoy mismo, lo que está por verse y es dudoso dadas sus palabras de esta madrugada, que indicaban que quiere seguir. La UE prefería también una victoria cómoda de May, para negociar el Brexit ordenadamente con un interlocutor sólido, respaldado por su país y sin ataduras a la hora de buscar una solución cabal.

9.- Un país en el diván. Es curioso como el Reino Unido, que hace solo dos años era una historia de éxito, se ha metido en un enorme problema con su decisión nacionalista y más bien xenófoba de abrazar el Brexit. La mala idea de Cameron de convocar un referéndum sobre la UE para arreglar sus problemas de cocina ha abierto la caja de pandora de todos los problemas: el PIB se ha estancado, pasando de ser el país que más creía del G7 al que menos lo hace junto a Italia; la gobernabilidad se ha complicado y el país se enfrenta incluso a una escalada del terrorismo yihadista. El dato del paro sigue siendo magnífico, 4,6%, el menor en 42 años. Pero sube la inflación por la devaluación de la libra, el comercio al por menor y el precio de la vivienda están ya acusando la aventura brexitera y hay riesgos serios de deslocalizaciones al continente. El Reino Unido se ha metido en un laberinto cuando no tenía necesidad de entrar en él y ya no transmite buenas vibraciones.

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