Los demócratas regresan al Capitolio para declarar la guerra a Trump

Con su nueva mayoría en la Cámara baja, y un Senado equilibrado y con republicanos disidentes, la oposición lanza desde hoy una batalla sin cuartel

La demócrata Nancy Pelosi será la presidenta de la Cámara de Representantes a partir de hoy

David Alandete

A mediodía de hoy, la demócrata Nancy Pelosi jurará el cargo de presidenta de la Cámara de Representantes y, subida a la tribuna que corresponde a la segunda persona en la línea de sucesión del presidente, recibirá de su predecesor en el cargo un mazo de madera para llamar al orden. Ese mazo, empleado en 1941 para declararle la guerra a la Alemania nazi, es uno de los símbolos más importantes de la separación de poderes en EE.UU . Con él en la mano, Pelosi, de 79 años, se convierte en líder de la oposición a Donald Trump.

Por primera vez desde 2010, los demócratas vuelven a ser mayoría en la cámara baja del Capitolio, cuyos 435 miembros representan proporcionalmente a la población de los 50 Estados del país. La primera orden del día será debatir y votar dos leyes para reabrir la Administración, cerrada desde el 22 de diciembre por las exigencias de Trump de que el Congreso le otorgue 5.700 millones de dólares (5.000 millones de euros) para acabar de construir el muro en la frontera con México. En ninguna de esas dos leyes figura esa partida presupuestaria.

Este es el primer día de una larga e intensa guerra en Washington. Hasta hoy, desde que llegó a la Casa Blanca, Trump contaba con una sólida mayoría republicana en las dos cámaras del Capitolio, y aun así no ha logrado cumplir su principal promesa de campaña: construir el muro a lo largo de los 3.000 kilómetros de frontera. En comparación, dos años después de ser elegido, Barack Obama había aprobado ya la reforma sanitaria. La artífice de aquel logro parlamentario no fue otra que Pelosi.

La nueva presidenta de la cámara fue la primera mujer en ocupar el puesto en 2006 y la primera en volver a él en seis décadas. Cuando los republicanos la defenestraron en 2010, Pelosi decidió quedarse como líder del grupo parlamentario en una travesía del desierto que ella esperaba que acabara con la elección de Hillary Clinton como presidenta de la nación. Contra todo pronóstico, ganó Trump, y Pelosi se ofreció a los demócratas para dar la batalla al menos hasta las elecciones presidenciales de 2020.

No es que el poder de Pelosi y su generación de demócratas esté completamente consolidado. En esta legislatura, que durará dos años, llega a Washington una nueva hornada de jóvenes estrellas de la izquierda que exige un cambio radical. En un principio estos diputados populistas se negaron a respaldar a Pelosi, pero esta desplegó sus dotes de persuasión y les prometió apearse en dos años.

Telerrealidad

Puede que no sea suficiente. Varias diputadas lideradas por la neoyorquina Alexandria Ocasio-Cortez, de 29 años , amenazaron ayer con votar contra un paquete de regulaciones propuesto por Pelosi que incluye un compromiso de austeridad presupuestaria. «No deberíamos ceder ya desde el principio», dijo en Twitter Ocasio-Cortez.

Los demócratas tienen desde hoy 235 escaños en la Cámara, frente a los 199 de los republicanos (uno de ellos, en California, aún se decide en los juzgados a pesar de que las elecciones fueron hace dos meses). En el Senado los republicanos tienen todavía mayoría, aunque magra y con una buena parte de críticos con Trump en la bancada.

Ayer Trump recibió en la Casa Blanca a Pelosi y al líder de los demócratas en el Senado, Charles Schummer , en lo que parecía un intento de última hora de llegar a un acuerdo sobre el muro pero que en realidad fue un episodio más en el gran programa de telerrealidad en el que vive inmerso el presidente. Horas antes se reunió con su gabinete y ante todos sus ministros, proclamó: «Si el Gobierno está cerrado es porque los demócratas se niegan a darnos los fondos que necesitamos para construir el muro».

Investigar no recusar

Uno de los privilegios de la Cámara es el de recusar al presidente en el proceso que en inglés se conoce como ‹impeachment›. Hasta hoy nunca se ha ejercido, porque en las únicas dos ocasiones en que un presidente ha sido juzgado en el Capitolio (Andrew Johnson en 1868 y Bill Clinton en 1998) el veredicto ha sido siempre de inocencia. A pesar de la animadversión que Trump despierta entre las bases demócratas, Pelosi y su equipo no regresan al poder con el ánimo de arrastrar a Trump por una recusación. Prefieren proponer leyes y, sobre todo, investigar en las comisiones pertinentes.

Esa es en realidad la peor pesadilla de Trump: un interminable rosario de investigaciones. Los demócratas las han anunciado ya de todo tipo y alcance: sobre su política migratoria, sobre sus relaciones con Arabia Saudí y Rusia y, lo más inquietante para el presidente, sobre sus declaraciones de la renta, que siguen siendo secretas. Existe además la posibilidad de que la Cámara cite a testificar al presidente y que este se vea obligado a acudir, una imagen que sin duda puede definir toda una presidencia.

Washington vive estos días un caos como no se ha visto en mucho tiempo. El Gobierno lleva 12 días paralizado . Más de 800.000 funcionarios no perciben salarios por ello. Ayer cerraron museos, zoológicos y monumentos nacionales. Trump se ha quedado sin ministros de Defensa e Interior, ambos dimitidos a finales de 2018. Y la Casa Blanca espera que en cualquier momento le caiga encima como un jarro de agua fría el informe final de la i nvestigación del fiscal especial Robert Mueller sobre la trama rusa.

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