Daesh intensifica su acción terrorista ante la posibilidad de perder el califato

El movimiento quiere mostrar su «vitalidad», aunque ceda territorio en Irak y Siria

Madrid Actualizado: Guardar
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De confirmarse las primeras sospechas, el salvaje atentado de Niza se enmarcaría en la reciente ola de ataques terroristas de Daesh, que tuvo su precedente en las últimas matanzas de civiles en Estambul y en Bagdad. El movimiento pretende demostrar al universo radical islamista que su fuerza se mantiene intacta, pese a los reveses en el campo de batalla en Irak y Siria.

En los seis primeros meses de este año, los yihadistas del «califato» proclamado hace ahora dos años han perdido un 16 por ciento de su territorio por la acción de las fuerzas de Bagdad y por los bombardeos de la coalición anti-Daesh. Por primera vez, algunas voces del movimiento que lidera Al Bagdadi admiten la posibilidad de la pérdida del territorio físico que, hasta el año pasado, les presentaba a los ojos del mundo musulmán casi como invencibles.

Las últimas derrotas han podido ejercer un impacto emocional también en muchos de los combatientes, especialmente entre los extranjeros, que algunas fuentes de inteligencia elevan a una cifra de 30.000. Daesh necesita «elevar» la moral de sus hombres, aunque sea con atentados tan mezquinos como los de Niza, con «victorias tangibles sobre los cruzados», según la terminología cansina de casi todos los comunicados del movimiento terrorista.

Perder territorio significa renunciar a largo o medio plazo a su proyecto de creación de un Estado islamista puro, un califato del siglo XXI, y al mismo tiempo perder muchas de las ventajas que ese espacio (que llegó a tener al principio el tamaño de Gran Bretaña) les ofrece. En particular, los recursos del petróleo, los impuestos y la extorsión a los vasallos del «califato».

Vienen tiempos duros

Daesh está, en el terreno militar, a la defensiva, aunque los partes triunfalistas del Gobierno de Irak sean con frecuencia pura propaganda. La caída de Faluya, uno de los bastiones del grupo terrorista suní cerca de Bagdad, costó muchas más semanas de las anunciadas; y aún así, su control por parte de las fuerzas iraquíes no han evitado que los terroristas suicidas de Daesh sigan penetrando en Bagdad con sus cargas explosivas.

Por otro lado, la caída de Mosul, la segunda ciudad de Irak hoy en manos de Daesh, no es tan inminente como hace creer el régimen prochií de Bagdad. Estados Unidos acaba de prometer un envío adicional de tropas -en teoría para tareas de adiestramiento de las fuerzas iraquíes- para la campaña de Mosul, pero nada hace presagiar que el desenlace sea rápido.

En el frente sirio del «califato», los acontecimientos podrían desarrollarse con más rapidez en la ofensiva contra Raqqa, la ciudad que Daesh eligió en su día como capital del nuevo ente fundamentalista. El enclave tiene una importancia simbólica, y desde hace semanas es objetivo de los bombardeos de la coalición internacional contra Daesh. La cuestión es saber quién se apoderará antes de Raqqa, las fuerzas de Al Assad, los rebeldes apoyados por los norteamericanos, u otros grupos islamistas enfrentados con Daesh.

Son tiempos duros para el «califato», que según un informe publicado por «The Washington Post» esta semana, prepara a sus seguidores a la idea de una pérdida del territorio. El estudio, basado en las publicaciones internas de Daesh y en declaraciones anónimas de algunos de sus miembros, apunta a la transformación del autodenominado Estado Islámico en una fuerza mundial terrorista sin un bastión físico, pero con toda la carga letal de un mensaje radical e iluminado que atrae a muchos adeptos a través de internet y de sus células y filiales.

«Al Qaida era jerárquica y de alguna manera la teníamos bajo control; pero los de Daesh son de otra naturaleza; tienen toda la energía y el carácter imprevisible de un movimiento populista», declaró al «Washington Post» Michael Hayden, el general retirado de las Fuerzas Aéreas que dirigió la CIA de 2006 a 2009.

En un editorial publicado el mes pasado en Al-Naba, el semanario de Daesh -bajo el alucinante título «Las ilusiones de los cruzados en la era del califato»-, los dirigentes del movimiento terrorista más letal del mundo insistían en que el Estado Islámico continuaría sobreviviendo incluso aunque sus ciudades cayeran en manos de los «cruzados occidentales», y de sus aliados rusos.

El ataque terrorista de Niza, que se produce poco después de matanzas salvajes de civiles en Estambul y en el centro de Bagdad, forma parte de ese esfuerzo de los dirigentes de Daesh por demostrar a sus seguidores tanto su vitalidad como su capacidad de «hacer temblar a Occidente», con independencia de los éxitos en el campo de batalla en Siria y en Irak.

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