Cumbre en Helsinki entre EE.UU.y Rusia

Entre los recelos de Europa y las expectativas ocultas de Putin

La escasa preparación del encuentro hace improbable que Rusia suavice las posturas de EE.UU. sobre Crimea y las sanciones

El presidente Putin, este domingo durante la final de la Copa del Mundo de Fútbol, en Moscú AFP

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Los presidentes de Rusia y Estados Unidos, Vladímir Putin y Donald Trump, mantendrán hoy por fin la cumbre bilateral que tanto ansiaban en Moscú desde que Barack Obama dejó la Casa Blanca. Putin creyó desde el principio que con Trump mejorarían las relaciones, pero, pese a los frecuentes elogios que le dispensa, con él las cosas han ido a peor, como nunca antes tras la desintegración de la URSS. Incluso en el plano militar la situación es más beligerante y peligrosa que en los tiempos de la «Guerra Fría». Putin amenazó en marzo a Estados Unidos con un nueva generación de armas nucleares.

Washington ha recrudecido las sanciones a Rusia en los últimos meses y ha intercambiado con Moscú expulsiones de diplomáticos a causa del envenenamiento del ex agente Serguéi Skripal y su hija. El Departamento de Estado no cesa además de criticar el lamentable estado en el que se encuentran las libertades en Rusia. Pesa también el "dossier ruso", las investigaciones sobre las injerencias en las presidenciales norteamericanas, cuya vinculación Putin niega categóricamente.

El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, reconoce que «la mayoría de los canales de comunicación establecidos en los últimos siete o nueve años están congelados , incluidos los relacionados con asuntos tan importantes como la lucha contra el terrorismo, la energía, el tráfico de drogas, la ciberseguridad, o conflictos regionales como el de Afganistán». Para Lavrov, el solo hecho de que esos vínculos se restablecieran «haría de la cumbre todo un éxito».

Los dos jefes de Estado ya se vieron el año pasado, en la reunión del G-20 en Hamburgo y en la de la APEC en Danang (Vietnam), pero Putin debió considerar que no hubo tiempo de hablar en profundidad de los problemas acumulados. De ahí, que pusiera a toda su Diplomacia en acción para conseguir que Trump aceptara mantener con él una primera reunión bilateral en toda regla, no las conversaciones ocasionales y de pasillo que tuvieron en Hamburgo, Danang o durante los múltiples contactos telefónicos habidos entre los dos.

Una propuesta oculta

Hay analistas que creen que el afán de Putin de reunirse con Trump responde al deseo de proponerle algo que, de momento, mantiene oculto. Tal vez relacionado con Ucrania, Siria, el programa nuclear iraní, el gaseoducto ruso North Stream-2 o alguna gran iniciativa de carácter global. Por ahora, de lo que más se habla, tanto en Moscú como en Washington, es de retomar el desarme atómico, algo con lo que podrían salvar la cumbre a poco que firmen o anuncien algo al respecto.

Sin embargo, casi nadie en Rusia espera nada sensacional en Helsinki. Un reciente sondeo indica que el 56 por ciento de los rusos no espera avances importantes en la cumbre de Putin y Trump y solo un 33 por ciento se muestran optimistas.

En declaraciones al diario «Moskovski Komsomólets», el politólogo ruso, Valeri Solové i, sostiene que en Helsinki "nadie hará concesiones (...) no habrá reconocimiento de la incorporación de Crimea a Rusia ni habrá levantamiento de sanciones" por parte de Trump. «Por lo que sé, nadie ni en Moscú ni en Washington espera grandes resultados» del encuentro, asegura Solovéi.

El economista y político liberal ruso, Grigori Yavlinski, por su parte, destaca que «al estar los contactos entre Rusia y Estados Unidos cercenados, no ha habido oportunidad de preparar adecuadamente esta cumbre, no hay proyectos ni iniciativas y menos una perspectiva de normalización de relaciones».

Yavlinski cree que Trump está atado de pies y manos y no podrá hacer nada de lo que desearía su interlocutor ruso a propósito de las sanciones y la anexión de Crimea. El economista piensa que la foto es lo que realmente persiguen tanto Putin como Trump, el primer a nivel interno y el segundo para apuntarse un nuevo tanto en política internacional como hizo en Singapur reuniéndose con el déspota norcoreano, Kim Jong-un.

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