Farage, en Bruselas: «Cuando llegué aquí se reían de mí, ¿a que ahora ya no se ríen?»

El líder eurofóbo mantiene su escaño en el Europarlamento a pesar de sus promesas

Corresponsal en Bruselas Actualizado: Guardar
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Los caprichos del protocolo hacen que en el Parlamento Europeo el presidente de la Comisión se siente justo al lado del líder del partido independentista británico, el demagogo Nigel Farage. No es de extrañar, por tanto, que a los largo del tiempo ambos hayan desarrollado una peculiar relación de la que se puede decir que lo único que comparten es el sentido del humor. Solo que ayer no fue una sesión cualquiera ni sus discursos podían medirse por la altura de sus chistes. Es más, Farage estaba dispuesto a ser provocador hasta en eso: «Buenos días, ¿no es gracioso? Cuando llegué aquí hace 17 años dije lo que quería y se rieron de mí, ¿a que ahora ya no se ríen?».

Aunque Juncker le llegó a recordar que si lo que quería es salir de la UE se extrañaba de que siga viniendo al Parlamento: «¿Qué hace usted aquí?» llegó a espetarle desde su escaño situado a escasos centímetros del de Farage. También el portavoz del grupo popular, Manfred Weber, que hizo uno de sus mejores discurso, le llamó «sinvergüenza» por haber mentido durante la campaña del referéndum.

Pero Farage estaba viviendo su gran dia de gloria y hasta se permitió profetizar que «el Reino Unido no será el último país que abandone la UE» y que hasta si se produjese un divorcio sin ningún acuerdo «sería mejor que ahora».

No quiso saber nada cuando intervinieron diputados de Escocia o de Irlanda del Norte reclamando su permanencia en la UE en contra del resultado del referéndum, pero hay que reconocer que tampoco quiso aplaudir el discurso de la nacional-populista francesa Marine Le Pen que felicitó a los británicos («¡qué bella es la libertad!, este es el acontecimiento más importante desde la caída del Muro, una bofetada a la Europa de las mentiras») con la que nunca ha querido ponerse de acuerdo aunque no tienen más que cosas en común.

Juncker, que aprovechó el debate para desmentir los rumores sobre su mal estado de salud, les respondió a los dos con una de sus frases: «No se puede dejar a las naciones en manos de los nacionalistas». Pero cuando hablaba en serio les mandó a las autoridades británicas y a Farage un mensaje que no dejaba espacio para la interpretación: «El sentido común nos dice que debemos construir unas nuevas relaciones con el Reino Unido, pero eso lo decidiremos nosotros, no los que quieren salir de la Unión».

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