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Jean Claude Juncker besa en la frente al ministro de Exteriores belga, Charles Michel, durante una cumbre - ABC

Las escenas más polémicas que ha protagonizado Jean Claude Juncker

Bromas, besos y bofetadas. Las reuniones lideradas por el presidente de la Comisión Europea, uno de los personajes más peculiares del panorama político actual, están en el punto de mira de los medios

MADRID Actualizado: Guardar
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Este martes, el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, ha protagonizado una escena curiosa de la que se han hecho eco los medios internacionales. En la sesión plenaria extraordinaria convocada ete martes por Bruselas tras la victoria del Brexit, se dirigió a los eurodiputados del UKIP: «Estoy sorprendido de verles aquí. Ustedes apoyaron la salida. ¿Por qué están ustedes aquí?». Y es que el partido británico en todo momento ha apoyado la salida de Reino Unido de la UE. Minutos más tarde, le tocó responder al líder de la formación eurófoba, el no menos polémico Nigel Farage, que vaticinó que «Reino Unido no será el último país en abandonar la UE».

Sin embargo, esta no ha sido la única salida de tono de Juncker, conocido por no tener pelos en la legua y por ser un imán para la controversia.

Antes de convertirse en el presidente de la Comisión Europea en 2014, el órgano que ostenta el poder ejecutivo dentro de la UE, fue el primer ministro de Luxemburgo entre 1995 y 2013. Un cargo con el que el político, considerado el perfecto eurócrata por muchos, ya comenzó a desatar polémica: durante los 18 años que duró su mandato, el pequeño ducado se convirtió en un cuasi paraíso fiscal. Unas acusaciones de las que el ex mandatario luxemburgués de defendió diciendo que había sido el «responsable político» del sistema fiscal del país, no su «arquitecto».

El circo de Juncker

Pero es ahora, como principal cabeza visible de la Comisión Europea, cuando más controversia está creando. En torno a su figura circulan mitos y habladurías que el político ya se ha visto obligado a desmentir. Es el caso de las declaraciones que vertió contra él Jeroen Dijsselbloem, a quien precedió como presidente del Eurogrupo entre 2005 y 2013. El político neerlandés aseguró en un programa cómico que Juncker era un «fumador y bebedor invertebrado».

Conocido por hacer pausas para fumar a lo largo de unas reuniones que se muchas veces se alargan más de lo común, el veterano político tiene un carácter fuerte y peculiar. El pasado 21 de mayo, durante la cumbre que se celebró en Riga (Letonia), recibió a los líderes con una actitud jocosa que se salía del marco de lo institucional y que dejaban vislumbrar su estilo informal.

Abofeteó, siempre con una actitud amistosa, al ministro de Exteriores de Luxemburgo y besó la frente del dirigente belga, Charles Michel. Se colgó del hombro de un atónito Françcois Hollande, presidente francés, e hizo el saludo militar a un descolocado José Manuel García-Margallo, ministro de Exteriores español. Tampoco dudó en preguntar el nombre a algunos mandatarios europeos, hacerles bromas o insistirle a una de las representantes femeninas para que lo saludase con un tercer beso.

Puso el broche de oro al acto cuando colocó su corbata sobre la camisa del mandatario griego, Alexis Tsipras, y se la mostró a modo de regalo a sabiendas de que el primer ministro heleno nunca viste corbata. Semanas más tarde, dejando de lado su actitud afable, se olvidó de las bromas y calificó a Tsipras de «mentiroso» en plena crisis de las relaciones entre Grecia y la UE.

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