Los «cuadernos de la corrupción» que detallan los sobornos de los Kirchner

El último escándalo del Kirchnerismo esconde una trama de pagos ocultos de cerca de 160 millones de dólares

Cristina Fernández de Kirchner en un discurso en Buenos Aires cuando era presidenta de Argentina AFP

Carmen de Carlos

El último escándalo de corrupción de los 12 años de gobiernos kirchneristas (2003-2015) sacudió esta semana la sensibilidad -adormecida por la costumbre del saqueo institucional- de la sociedad argentina. Ocho cuadernos escritos por Óscar Bernardo Centeno , chofer de Roberto Baratta , el ex número dos del Ministerio de Planificación, destaparon un circuito de recogida y entrega de bolsos con millones de dólares (cerca de 200) en sobornos. Se trata de una trama de corrupción comparable a la del «Lava Jato» de Brasil.

Muerto Néstor Kirchner , su viuda, expresidenta y actual senadora, Cristina Fernández , aparece como el personaje de más alto rango en la mira de la Justicia, que una vez más insiste en pedir su desafuero pese a las reticencias del peronismo. De momento, una docena larga de ex altos cargos y empresarios, de algunas de las mayores constructoras y empresas vinculadas al sector energético de Argentina, desfilaron por el despacho del juez federal Claudio Bonadío y pernoctan entre rejas.

Centeno, conductor profesional de vehículos con chofer, lo que en Argentina se conoce como remisero, se acogió al plan de testigos protegidos tras reconocer -a trancas y barrancas- que había quemado las libretas, escritas de su puño y letra . Antes, los periodistas del diario «La Nación» habían escaneado todas y cada una de las páginas. Esas copias son las que tiene en su poder el juez federal, Claudio Bonadío.

El chofer, que trabajó hasta el pasado lunes para Roberto Baratta, sabía lo que hacía. Bajo las órdenes de su jefe logró incrementar su patrimonio hasta disponer de una flota de siete automóviles que trabajaban para Planificación. Ministerio o destino final de la autopista de l a corrupción que el matrimonio Kirchner construyó desde el poder, el autor de un virtual diario de la delincuencia se cubrió las espaldas con sus cuadernos para garantizar su futuro y se deshizo de ellos, presumiblemente, para proteger su vida.

Hasta el último detalle

En cada página detalló las entregas, número de kilómetros recorridos, día, hora, nombre de sobornado y sobornador, montos (desde 250.000 dólares a más de seis en una escala), lugar de recepción y hasta tique de aparcamiento. También de «facturas de 12 o 15 bolsos iguales en cuero donde se guardaba el dinero », observa en Radio Mitre Diego Cabot, periodista que destapó la trama después de que Jorge Bacigalupo, compañero y amigo del chofer, le entregara personalmente los cuadernos que Centeno le pidió esconder.

Hilda Horovitz, exmujer del chofer (padre de trece hijos de dos matrimonios y militar en retiro), aseguró que éste conservaba las anotaciones, fotografías y vídeos que el diario «La Nación» sacó a la luz, como pasaporte al futuro si Baratta le dejaba en la cuneta. En una de las libretas se registra la escena en la que su jefe se encuentra en la quinta de Olivos con Néstor Kirchner , al que se refiere como «el doctor que llaman el número uno». En esa cita también está presente «el secretario de José López», otro de los hombres de confianza de Julio de Vido y Kirchner que permanece en prisión desde 2016, tras descubrirle con bolsos repletos de millones de dólares (cerca de nueve) en un monasterio donde le recibían, de madrugada, unas piadosas monjitas.

El plan sistemático de sobornos, de acuerdo a los cuadernos de la corrupción, se interrumpió apenas tres años, los que transcurren tras el infarto que fulminó al marido de Cristina Fernández. Después, el chofer empuña de nuevo el bolígrafo: «Hoy 06/05/2013 vuelvo a escribir después de la muerte de Néstor C. Kirchner (…) Pensé que después del fallecimiento no habría más valijeo», observa en alusión a la recogida de valijas/maletas con sobornos. «Pero sí», los había, reconoce. La diferencia, aprecia, es que «disminuyó la frecuencia» y que ahora, «se recolectaba el dinero para el ministro De Vido y el propio Baratta. No quise anotar más -añade- por temor a que me descubran y quede sin trabajo», consigna.

Diego Cabot logró, «tras meses de negociaciones», que Bacigalupo le entregara una caja con todo el material. Ahora considera que esta red de corrupción fue posible por «la cofradía del silencio» a la que pertenecen en Argentina empresarios, políticos y un sector del Poder Judicial. En ese marco se entiende también la citación como investigado del exjuez federal Norberto Oyarbide, el mismo que dio carpetazo en tiempo récord al expediente de enriquecimiento ilícito de los Kirchner.

Cabot, autor del libro «Hablen con Julio», un viaje al corazón del entramado ilegal del kirchnerismo, con sede en el Ministerio que dirigía De Vido, recuerda que el chofer señala en los papeles la calle Juncal, domicilio del matrimonio Kirchner en el barrio de Recoleta como, «depósito más habitual» de las «coimas» (mordidas), donde los presidentes abrían las puertas de par en par al dinero de los sobornos.

Con «los cuadernos de la corrupción» se cierra, de momento, el círculo vicioso de una red de sobornos que deja al desnudo una estructura de poder con vocación de saqueo. Una noticia que no sorprende a los argentinos.

Pendiente del Senado

El destino de Cristina Fernández, con cinco procesamientos judiciales, depende ahora de si el Senado accede a retirarle los fueros, petición pendiente desde diciembre que ahora se reanudará por esta causa. Por fortuna para ella, el peronismo es el que inclina la balanza en la Cámara Alta y no parece estar dispuesto a entregar su cabeza (tampoco lo hizo con Carlos Ménem). «Se ratifica la posición institucional del Senado en el sentido de que no procede el desafuero mientras no haya sentencia firme », declaró estos días Miguel Ángel Pichetto, el mismo senador peronista que no tuvo pudor al declarar, tras la salida de la Casa Rosada de la viuda de Kirchner: «He recuperado la capacidad de pensar y decir lo que pienso».

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