China cumple 70 años haciendo frente al desafío democrático de Hong Kong

Alerta máxima en la excolonia al temerse nuevos disturbios para enturbiar el Día Nacional

Un grupo de manifestantes en Hong Kong EP
Pablo M. Díez

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Con una gran desfile militar y civil en la plaza de Tiananmen, China celebra hoy su 70º aniversario. Siete décadas en las que ha pasado de ser una sociedad feudal a convertirse en la segunda potencia del mundo tras Estados Unidos, pero solo después de que su apertura al capitalismo a finales de los años 70 acabara con la miseria y el hambre que había traído el comunismo implantado por el «padre de la patria», Mao Zedong.

Gracias al extraordinario progreso económico logrado por este «capicomunismo», en realidad un capitalismo salvaje pero controlado por el Partido Comunista, Pekín se ha ganado un lugar preferente en la comunidad internacional, que le «perdona» su autoritarismo ansiando su vasto mercado y sus inversiones en el extranjero. Plenamente integrada en el mundo, donde despliega una «diplomacia suave» de generosa financiación, China se luce tan orgullosa y confiada que presenta su eficiente modelo de desarrollo como alternativa a las democracias occidentales, en declive por sus crisis económicas y populismos.

El mayor desafío

Pero, en este año de celebraciones y grandes fastos, a China le ha estallado su mayor desafío político en Hong Kong, que lleva casi cuatro meses sumido en las protestas más violentas desde la devolución por parte del Reino Unido en 1997. Aunque esta antigua colonia británica goza de más libertades que el resto del país, sus aspiraciones democráticas se han mezclado con el malestar por el creciente autoritarismo de Pekín. A ello se suman los problemas económicos de una sociedad desarrollada que parece haber tocado techo en un mundo cada vez más globalizado y competitivo, que sufren especialmente los jóvenes, y el choque cultural, social y hasta lingüístico con los chinos que vienen del continente. Como consecuencia, las protestas que empezaron en junio de forma pacífica contra la ley de extradición a China, cuya retirada fue anunciada finalmente en septiembre, han derivado en una «guerrilla urbana» contra el régimen comunista que hoy librará su batalla final aprovechando tan señalada efeméride.

«Habrá más violencia y movilizaciones porque muchos activistas de Hong Kong quieren atraer la atención de los medios internacionales y la opinión pública, proyectando una larga pero peligrosa sombra sobre el poder del presidente Xi Jinping y el 70º aniversario de la República Popular China», analiza para ABC Jean-Pierre Cabestan, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Baptista de esta ciudad. A su juicio, se trata de un desafío «peligroso» porque «el Partido Comunista se tomará la revancha tarde o temprano, y raramente olvida las humillaciones».

Las espadas están en alto y, a la vista de los graves disturbios del domingo, que acabaron con Hong Kong en llamas y 146 detenidos, hoy puede desatarse un infierno. Aunque la Policía ha prohibido las manifestaciones convocadas y el Gobierno ha advertido contra la participación en actos ilegales , se espera que la multitud vuelva a inundar las calles reclamando el sufragio universal, igual que hace cinco años en la Revuelta de los Paraguas.

«Va a haber una manifestación enorme y todos vamos a salir a pedir democracia», prometía un estudiante de Ingeniería de 22 años, apodado Sr. B., en una de las protestas del fin de semana. Al igual que muchos otros hongkoneses, justificaba la violencia en que acaban las movilizaciones «para presionar al Gobierno y que escuche nuestras demandas». Para el politólogo Cabestan, «es asombroso cómo los hongkoneses han aceptado un mayor nivel de violencia, que no forma parte de sus tradiciones. Pero, para ellos, la responsabilidad recae en el Gobierno por no dar concesiones a las grandes manifestaciones pacíficas».

Más barricadas

En alerta máxima, Hong Kong se prepara para una nueva jornada de barricadas, cócteles molotov, gases lacrimógenos y cargas policiales. Además de con los antidisturbios , se temen enfrentamientos de los manifestantes con los partidarios del régimen de Pekín. Ante la deriva antichina que han tomado las protestas, diez mil de ellos han prometido defender las banderas y símbolos nacionales para que no sean ultrajados como en ocasiones anteriores. En medio de una división social cada vez mayor, durante las últimas semanas han proliferado los choques entre manifestantes y simpatizantes de China, que han dejado unas escenas de violencia callejera hasta ahora insólitas en una ciudad tan cívica como Hong Kong.

Aumentando aún más la tensión, la agencia Reuters reveló ayer que el Ejército chino había reforzado notablemente la presencia de su guarnición en la excolonia. Al parecer, y aprovechando la rotación que se llevó a cabo en agosto, habrían llegado nuevos soldados y agentes de la Policía Armada, pero sin que se hubieran marchado los que tenían que relevar. Citando a siete diplomáticos occidentales y asiáticos, Reuters calcula que el destacamento habría pasado de entre 3.000 y 5.000 soldados a entre 10.000 y 12.000.

La posibilidad de una intervención militar viene sonando desde hace tiempo por la continuidad de las protestas , que duran ya 17 fines de semana. Pero supondría un alto coste político para Pekín porque resucitaría los fantasmas de la masacre de Tiananmen en 1989, aunque en pleno siglo XXI y en una ciudad internacional como Hong Kong, capital financiera de Asia. Para ello, haría falta que el Gobierno local solicitara la ayuda del Ejército Popular de Liberación, pero pocos en Hong Kong creen que se atreva a hacerlo.

Otra opción menos drástica sería la declaración del estado de emergencia, que las propias autoridades no han descartado. Una vez pasado el desfile del aniversario en Pekín, y después de cuatro meses de protestas que han extenuado a la ciudad y dañado seriamente a la economía, puede ser la última carta que le quede a la jefa ejecutiva del Gobierno local, Carrie Lam, para sofocar la revuelta. Aunque se esperaba que se quedara en Hong Kong, donde los actos del aniversario serán a puerta cerrada, Lam viajó ayer a Pekín para asistir al desfile y entrevistarse con Xi Jinping. Decidan lo que decidan, Hong Kong libra hoy otra batalla por su libertad en el 70º aniversario de China.

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