Biden implora a los demócratas que aparquen sus diferencias y superen su guerra interna

El 18 de octubre EE.UU. puede entrar por primera vez en suspensión de pagos por el actual bloqueo

Joe Biden, con la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a su llegada al Capitolio Afp
David Alandete

David Alandete

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Ni una visita del presidente al Capitolio pudo salvar al Partido Demócrata de la enorme crisis que está viviendo estos días . Aun ostentando todo el poder en Washington, es incapaz de aprobar un paquete de inversión en infraestructuras de 1,2 billones de dólares y otro de gasto social de 3,5 billones de dólares. Los llamados progresistas y los centristas se hallan a la gresca por el nivel de gasto, alarmados como están por la cercanía de las elecciones parciales el año que viene.

El presidente Joe Biden no pudo sellar la paz en su reunión con los legisladores demócratas el jueves. Este sábado, de camino a su casa de Delaware, insistió en que «no hay razón alguna por la que ambas leyes no puedan ser aprobadas». Añadió: «No hay nada en ninguna de esas leyes que se pueda considerar radical».

Lo cierto es que los demócratas centristas, o moderados como se les llama, creen que 3,5 billones de dólares (3.020.000.000.000 euros) en programas medioambientales, sanitarios y sociales es un exceso, que además se financiará subiendo impuestos a las rentas más altas y las empresas. Dos son los senadores que bloquean la aprobación de ese plan de gasto, ambos de estados conservadores: Joe Manchin de Virginia Occidental y Kristen Sinema de Arizona.

Y si ellos bloquean el plan de gasto social, el ala izquierda del partido, comandada por el senador Bernie Sanders y varias diputadas como Alexandria Ocasio-Cortez , se niegan a dar la aprobación final al plan de infraestructura, que de hecho apoyan tanto Biden como el grueso de los republicanos.

Esta es una crisis creada por los demócratas, que padecen los demócratas y que seguramente acabarán pagando en las elecciones esos mismos demócratas. Los republicanos simplemente se han hecho a un lado y contemplan el espectáculo sin apenas poder esconder su regocijo. Es como cuando Donald Trump fue incapaz de revocar la reforma sanitaria de Barack Obama aunque su partido tenía la mayoría en ambas cámaras del Capitolio.

De momento, lo único que han hecho los demócratas para sortear una crisis mayúscula es prorrogar la financiación del Estado hasta diciembre para evitar un cierre del Gobierno, y aprobar otra prolongación de un programa que paga por el mantenimiento de las carreteras. El plazo para renovar ambas partidas vencía la medianoche del viernes. Queda en el horizonte una fecha marcada a fuego: según el Tesoro, el 18 de octubre EE.UU. entrará en suspensión de pagos con sus acreedores si no se amplía el techo de gasto.

Un precio muy alto

No ha habido nunca en EE.UU. una suspensión de pagos por desacuerdo sobre el techo de gasto —hubo un breve episodio de impago parcial de 1979 que se atribuyó a un problema técnico— y sería devastador. Moody’s Analytics ha vaticinado que no aumentar el techo de gasto en plena pandemia le costaría a la economía estadounidense hasta 6 millones de puestos de trabajo, provocaría pérdidas de 15 billones de dólares, y haría que la tasa de desempleo aumentara a aproximadamente el 9%, del 5,2%. La deuda pública del país asciende a 28.427 billones de dólares. Aumentó ocho billones con Donald Trump, pero los republicanos no quieren permitirle a Biden y los demócratas aumentar ese límite de endeudamiento, lo que pone límites a sus planes de gasto social.

Es cierto que los demócratas controlan la Casa Blanca y el Capitolio, pero sus mayorías en este último son exiguas. Un solo voto en el Senado y ocho en la Cámara de Representantes . Eso le da un poder inusitado a los llamados progresistas, un grupo de casi 100 diputados comandados por el senador Bernie Sanders. Muy a su pesar, Biden se ha convertido en el principal mediador entre ambas facciones de su propio partido, que podrían en realidad aprobarlo todo por su cuenta y sin un solo voto republicano. El presidente hizo llamadas y trató de acercar posiciones toda la semana. Hasta canceló un viaje a Chicago el miércoles para ayudar a llegar a un acuerdo que parece lejano.

Según dijeron a la agencia Ap varios de los demócratas presentes en la reunión que tuvo en el Capitolio la noche del jueves, Biden propuso recortar el plan de gasto social —que él mismo apoyó en su día— de esos 3,5 billones a unos dos billones, algo a lo que los llamados progresistas se oponen frontalmente. Este sábado, al salir de la Casa Blanca camino a Delaware, el presidente admitió: «Todo el mundo está frustrado, eso es parte de gobernar, estar frustrado».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación