Un dispositivo policial vigiló la entrada al estadio de Wembley, con el lema de «Libertad, Igualdad y Fraternidad», durante el partido amistoso entre Francia e Inglaterra
Un dispositivo policial vigiló la entrada al estadio de Wembley, con el lema de «Libertad, Igualdad y Fraternidad», durante el partido amistoso entre Francia e Inglaterra - AFP

Atentado de París: claves del estado de emergencia«Seguridad, igualdad y fraternidad»: el estado de emergencia como síntoma en Francia

Un 84 por ciento de los ciudadanos franceses renunciaría a parte de sus libertades por más seguridad, según un sondeo

Francia aprobó el pasado mayo una ley que permite espiar sin control judicial

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Un lema, « hay que acabar con los infieles. Sabemos que Dios está con los justos», se bate contra otro -«Libertad, Igualdad y Fraternidad»- por la supremacía ideológica. Tres yihadistas franceses de Estado Islámico han pedido más ataques de la magnitud de la masacre del pasado viernes. «Les hemos aterrorizado en el corazón de Francia: en el mismo París», celebra Abu Julaybib, según ha publicado SITE, web de seguimiento yihadista. Para contener posibles réplicas, el presidente francés, François Hollande, planea otorgar más poderes al Ejecutivo con un proyecto de reforma constitucional para defender a Francia tras «un acto de guerra», y ha pedido igualmente ampliar por tres meses más el estado de emergencia, incluyendo a los territorios de ultramar.

Como se explica en un artículo de Libération, el estado de emergencia puede ser declarado en todo o una parte del territorio, en los casos de «peligro inminente resultante de violaciones graves de orden público» o cuando «los acontecimientos, por su naturaleza y la gravedad, tienen carácter de calamidad pública». Según reza el artículo, la declaración de un estado de emergencia permite a las autoridades «prohibir la circulación de personas o vehículos», instaurar «zonas de protección o de seguridad donde la estadía de las personas está reglamentada» y prohibir el estacionamiento en una zona geográfica «a toda persona que obstaculice, de la forma que sea, la acción de los poderes públicos». Este recurso fue creado en 1955, en los inicios de la guerra de independencia de Argelia.

Pese a las críticas de la oposición y a que solo un 26,7% de los participantes de un sondeo de Le Point aprueba un cambio constitucional de este calibre, otra encuesta muestra que el 84% de los franceses estaría dispuesto a renunciar a sus libertades a cambio de que las autoridades estatales garanticen mayor seguridad. Además, tres de cada cuatro serían partidarios de detener a todo el que engrose el denominado «fichero S», que incluye a sospechosos de actividades contra la seguridad nacional. El sondeo de Ifop para Le Figaro y RTL fue realizado a 910 personas en los días posteriores a los atentados que dejaron al menos 129 víctimas mortales. No obstante, añade que los franceses aunque confían en los cuerpos del orden, no lo hacen tanto en su Gobierno, al que solo un 50% le concede aún crédito suficiente como protector de la población.

Tras los atentados del viernes 13, el Estado ha desplegado 115.000 policías y soldados en toda Francia, según recoge Le Monde, que se hace eco de las palabras del ministro de Interior galo, Bernard Cazeneuve. Los efectivos se han duplicado en los transportes públicos y estaciones del país, especialmente en la región parisina. La ministra de Desarrollo Sostenible, Segolène Royal, encargada de tutelar el servicio estatal de ferrocarril SNCF, ha apoyado la introducción de pórticos de seguridad. Por su parte, Hollande, en su discurso del pasado lunes, ya anunció la creación de 5.000 nuevos puestos policiales y de gendarmes.

«No se trata de contener sino de destruir»

Aunque el «11S de Francia» conlleve un aumento de la seguridad, desde los ataques del pasado enero contra la revista Charlie Hebdo y el supermercado judío el Gobierno socialista ha ido implantando medidas que menoscaban la libertad individual en favor de luchar por un país más seguro. En mayo se aprobó una ley que permite espiar sin control judicial: autoriza al Ejecutivo poder escuchar llamadas telefónicas y revisar correos electrónicos de sospechosos de terrorismo sin una orden de la Justicia. Además, se exige a los proveedores de internet instalar dispositivos de escucha telefónica IMSI-catcher (International Mobile Subscriber Identity) para interceptar el tráfico de telefonía móvil y el seguimiento de los movimientos de los usuarios mediante sus datos de internet.

«Cada vez que hay un ataque descubrimos que los autores eran conocidos por las autoridades»

Pese a los notables éxitos de los servicios de inteligencia, su efectividad está en entredicho. «Cada vez que hay un ataque, descubrimos que los autores eran conocidos por las autoridades», dijo a The NY Times François Heisbourg, experto en contraterrorismo y ex funcionario de Defensa. «Lo que demuestra que el trabajo de nuestra inteligencia es realmente bueno, pero nuestra capacidad de actuar es limitada». En este laberinto aparece Edward Snowden. Tras la matanza del viernes, el director de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA), John Brennan, se ha referido a las revelaciones del exagente espionaje sobre la vigilancia de la NSA. Para Brennan, sus filtraciones habrían dado pistas a los terroristas sobre cómo estaban siendo rastreados. Y la información es poder.

«El terrorismo no destruirá la República, porque es la República quien lo destruirá», proclamó Hollande en Versalles. «No se trata de contener, sino de destruir al Estado Islámico», añadió. Pero muchos expertos confían no solo en una destrucción física, sino también en la efectividad del poder blando, en la aportación decisiva de la disuasión y la educación, para que el lema de acabar con el infiel sucumba ante el de la «Libertad, Igualdad y Fraternidad».

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