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Una niña reza por los caídos de Nagasaki en la ceremonia del 70 aniversario de la bomba atómica - afp

Los supervivientes de la bomba atómica piden que Japón no abandone su pacifismo

En el 70 aniversario de Nagasaki, denuncian la reforma del Gobierno nipón para enviar tropas al extranjero

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Durante la ceremonia por el 70 aniversario de la bomba atómica sobre Nagasaki, que se ha celebrado este domingo, el alcalde de la ciudad, Tomihisa Taue, ha pedido que Japón no renuncie jamás al pacifismo que ha regido su Constitución desde el final de la II Guerra Mundial. «Nuestro país ha caminado por la senda de una nación pacífica. Por el bien de Nagasaki, y por el bien de todo Japón, no debemos cambiar nunca el principio pacífico de renuncia a la guerra», señaló ante los varios miles de asistentes que se dieron cita en el Parque de la Paz para recordar esta trágica fecha.

Sus palabras eran una crítica velada al primer ministro nipón, Shinzo Abe, también presente en la ceremonia, porque su Gobierno ha impulsado un cambio legal para poder enviar tropas al extranjero, algo hasta ahora prohibido por la Constitución.

Dicha reforma, aprobada el mes pasado por la Cámara Baja del Parlamento, está dividiendo a la sociedad nipona, como se ha visto en la ceremonia de Nagasaki. «Hay una preocupación generalizada porque el juramento que grabamos en nuestros corazones hace 70 años y la ideología pacifista de la Constitución de Japón se están poniendo ahora en duda», alertó el alcalde Taue, quien instó al Gobierno y al Parlamento «a escuchar estas voces de intranquilidad para actuar de forma inteligente».

Más contundente incluso se mostró Sumiteru Taniguchi, un representante de los supervivientes de la bomba atómica que pronunció una plegaria por la paz. «Hay un intento para volver a los tiempos de la guerra forzando la aprobación del derecho a la defensa colectiva y una enmienda a la Constitución. Pero esta ley de seguridad que persigue el Gobierno llevará a la guerra y no podemos aceptarla», criticó Taniguchi.

Abe, que no mencionó tan controvertido asunto, volvió a insistir en los principios no nucleares de Japón, como ya hizo el jueves en Hiroshima durante la conmemoración de la primera bomba atómica. «Este otoño enviaremos a la Asamblea General de la ONU un borrador para pedir una resolución que prohíba las armas nucleares en el mundo», aseguró el «premier» nipón, quien también prometió aumentar las ayudas a los «hibakusha», como se conoce en japonés a los supervivientes de las bombas atómicas.

«Estoy en contra de la reforma del Gobierno para mandar soldados al exterior porque yo tenía solo 14 años cuando cayó la bomba de Nagasaki y no quiero que algo así vuelva a ocurrir», señalaba con dificultad uno de los asistentes al acto, Akira Yamaguchi. El anciano, que tiene ya 85 años, siete nietos y tres bisnietos, estaba en Omura, a las afueras de Nagasaki, cuando vio elevarse sobre el cielo la nube radiactiva con forma de hongo que provocó la explosión. Una imagen sobrecogedora que está movilizando a los contrarios a los planes de Abe, quien fue increpado por un asistente durante su alocución.

«Se trata de una cuestión muy difícil, pero entiendo a Abe por nuestra alianza con Estados Unidos y no creo que quiera empezar una guerra», reflexionaba Michie Hayashi, una de las voluntarias de la organización.

Al margen de esta polémica, los momentos más emotivos de la ceremonia se vivieron durante el minuto de silencio guardado por las 70.000 víctimas que dejó la bomba de Nagasaki, que fue acompañado por el tañido de una campana y el ulular de una sirena antiaérea. Además de una ofrenda de agua para aliviar las almas de los abrasados por la radiación, el propio Abe y otras personalidades públicas depositaron coronas de flores a los pies de la estatua que preside el Parque de la Paz, que muestra a una figura humana señalando con una mano al cielo, de donde cayó la bomba, y la otra a la tierra, arrasada por una explosión como antes solo se había visto en Hiroshima.

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