Soldados nigerianos mientras patrullan en Chibok, en el estado de Borno, al noreste de Nigeria
Soldados nigerianos mientras patrullan en Chibok, en el estado de Borno, al noreste de Nigeria - efe

EE.UU. respaldará ante la ONU el despliegue de fuerza regional frente a Boko Haram

El anuncio se produce apenas días después de que los yihadistas nigerianos declararan su adhesión al Estado Islámico

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Estados Unidos respaldará el despliegue de una fuerza compuesta por cerca de 10.000 soldados para combatir a la milicia islamista de Boko Haram, operativo que está todavía a la espera de ser aprobado por Naciones Unidas, según confirmó la vicesecretaria de Defensa para Asuntos Africanos, Amanda J. Dory.

De forma paralela, el secretario de Defensa estadounidense, Ashton Carter, confirmó que la guerra abierta contra el Estado Islámico (EI) en Irak y Siria podría ampliarse a otros países y milicias afiliados con el grupo yihadista (caso de Boko Haram) si estos amenazan EE.UU. o algunos de sus aliados.

«Esta AUMF [Autorización para el Uso de la Fuerza Militar, por sus siglas en inglés] podría aplicarse (…) dependiendo de si o no cumplen o no con los criterios» de lealtad al EI, aseguró Carter durante una intervención en el Senado.

El anuncio se produce apenas días después de que Boko Haram declarara su adhesión al EI, según un mensaje de audio presuntamente realizado por el líder del grupo nigeriano, Abubakar Shekau.

«Anunciamos nuestra lealtad al califa de los musulmanes... y vamos a escuchar y obedecer en tiempos de dificultad y prosperidad, en la miseria y en los tiempos felices», aseveraba la grabación distribuida el fin de semana pasado.

Ya en agosto, en uno de sus ya habituales golpes propagandísticos, Boko Haram había declarado un califato islámico en Gwoza, localidad del estado de Borno, al noreste de Nigeria.

«Gracias a Alá, nuestros hermanos han conseguido la victoria en Gwoza, que es ahora parte del califato islámico», aseguraba entonces Shekau.

La nueva dirección internacional contrasta con el desencuentro experimentado a finales de año entre Nigeria (país originario de Boko Haram) y Washington.

«A petición del Gobierno de Nigeria, Estados Unidos interrumpe el entrenamiento de un batallón del Ejército de Nigeria». El comunicado -realizado en diciembre por el Ejecutivo de EE.UU. a través de su embajada en la capital nigeriana, Abuya- no se andaba con medias tintas. Solo un mes antes, el embajador de Nigeria en Washington, Ade Adefuye, reprochaba el escaso apoyo recibido en su lucha contra la milicia islamista.

«Nuestro pueblo no está muy contento con la extensión del apoyo estadounidense en la lucha contra Boko Haram», reconocía el legado. «Los terroristas amenazan nuestra existencia y nuestra integridad territorial. No sirve de nada que se nos dé un apoyo que nos permita dar leves golpes a los terroristas cuando lo que necesitamos es darles un golpe mortal», aseguraba.

En aquel momento, asesores del Departamento de Estado se encontraban en territorio africano con el fin de ayudar a localizar a las 200 estudiantes secuestradas por Boko Haram  a mediados de abril.

Graves violaciones

Pese a que ninguno de los actores  involucrados ofreció entonces razón oficial alguna sobre el porqué de este abandono militar frente a Boko Haram, la actuación del Ejército local es cierto que siempre provocó ciertas dudas éticas. En este sentido, a finales de 2012, Amnistía Internacional denunciaba las «graves violaciones de derechos humanos» en la guerra contra la milicia islamista Boko Haram.

En el informe -«Nigeria: Trapped in the cycle of violence»-, la organización condenó entonces la detención arbitraría sin cargos de «cientos de personas acusadas de vínculos con Boko Haram», así como «las ejecuciones extrajudiciales o desapariciones forzosas» llevadas a cabo por las fuerzas armadas.

De igual modo, recordaba a las dos partes en conflicto que «hay un círculo vicioso de violencia actualmente en Nigeria» y «el pueblo nigeriano está atrapado en medio».

Ahora las cartas, no obstante, son algo diferentes.

A comienzos del mes de febrero, durante una asamblea celebrada en Etiopía, la Unión Africana aprobaba la creación de una fuerza internacional para frenar el avance del grupo yihadista. El contingente, formado por soldados de cinco países (Nigeria, Camerún, Chad, Benín y Níger), deberá ahora ser ratificado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para su despliegue en territorio africano.

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