Toros de Guisando en El Tiemblo (Ávila)
Toros de Guisando en El Tiemblo (Ávila) - ABC

Del Tratado de los Toros de Guisando al bálsamo de Fierabrás

Rajoy ironizó con el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos, «sólo comparable» al que permitió a Isabel la Católica ser reconocida como heredera legítima al trono de Castilla

MADRID Actualizado: Guardar
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A unos 9 kilómetros de El Tiemblo, en Ávila, se alzan cuatro astados de piedra que datan de la época pre-romana, de allá por los siglos II y I a.C., aunque si por algo son conocidos en la Historia es por haber sido escenario de un trascendental acuerdo: allí se firmó el Tratado de los Toros de Guisando el 19 de septiembre de 1468.

El pacto alcanzado entre Enrique IV el Impotente y su hermanastra Isabel la Católica, al que ha aludido hoy Mariano Rajoy en el debate de investidura ridiculizando el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos («ese gran pacto histórico que hasta los niños estudiarán en las escuelas», «sólo comparable a los Toros de Guisando»), permitió a esta última llegar al trono de Castilla.

Muerto el príncipe Alfonso, Enrique IV reconoció a Isabel como legítima heredera de Castilla, invalidando las aspiraciones al trono de su única hija, Juana «la Beltraneja» (1462-1530).

El Rey aceptó que Isabel fuera jurada y nombrada princesa de Asturias, a cambio de la obediencia de Isabel al rey mientras éste viviera y a que se casara con quien el monarca acordara, algo que años después ésta incumpliría al contraer matrimonio con Fernando de Aragón.

El Tratado permitió a Enrique IV recuperar la obediencia de todos sus súbditos, después de la rebelión de parte de la nobleza convencida de que Juana no era hija de Enrique IV sino de su valido Beltrán de la Cueva.

Isabel se incorporaría a la corte y hasta que se casara, quedaría bajo custodia del arzobispo de Sevilla, Alfonso de Fonseca, el maestre de la Orden de Santiago, Juan Pacheco y del conde de Plasencia, Álvaro de Estúñiga.

El acuerdo implicaba declarar ilegítima a Juana, así como el alejamiento de la corte de la reina.

Sin embargo, no evitó que, tras la muerte de Enrique IV, el conflicto degenerara en la Guerra de Sucesión Castellana (1475-1479).

Algunos historiadores discuten la veracidad del tratado, y atribuyen su presencia en textos posteriores al propósito de legitimar la sucesión, dado que no se ha conservado ningún documento original.

El bálsamo de Fierabrás

Rajoy comparó este acuerdo con el alcanzado por PSOE y Ciudadanos, un pacto «curalotodo» como « el bálsamo de Fierabrás», señaló refiriéndose a la pócima maravillosa que aparece en «El Quijote»:

«Todo eso fuera bien escusado –respondió don Quijote- si a mí se me acordara de hacer una redoma del bálsamo de Fierabrás, que con sola una gota se ahorraran tiempo y medicinas.

- ¿Qué redoma y qué bálsamo es ése? -dijo Sancho Panza.

Es un bálsamo - respondió don Quijote- de quien tengo la receta en la memoria, con el cual no hay que tener temor a la muerte, ni hay pensar morir de ferida alguna».

Fierabrás es un legendario personaje que apareció en el cantar de gesta francés «Fierabrás», fechado hacia 1170. Hijo del rey sarraceno Balán y hombre de gigantesca estatura, conquista Roma junto a su padre y roba los restos del bálsamo con el que embalsamaron a Jesucristo y que se creía que sanaba las heridas a quien lo bebía.

En la época de Cervantes, era conocida la traducción de una versión de « Hystoria del emperador Carlomagno y de los doze pares de Francia (...) y de la cruda batalla que huvo Oliveros con Fierabrás, rey de Alejandría», (Sevilla, 1525) que contaba que Fierabrás obtuvo tras una batalla en Jerusalén los dos barriles del bálsamo. Oliveros, mortalmente herido, sanó por completo al beber esta pócima que forma parte de las leyendas del ciclo carolingio.

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