El tratado olvidado de hace 350 años que puede salvar la pesca europea de la ruina del Brexit

Con los estados costeros de la UE presionando para que sus pesqueros sigan pudiendo faenar en aguas de Gran Bretaña tras el Brexit, el representante del gobierno belga, Willem van de Voorde, se ha sacado estos días de la manga un tratado concedido por el rey Carlos II a 50 pescadores flamencos de Brujas

César Cervera

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El viaje al pasado que inició el Reino Unido con su salida de la Unión Europea parece no tener fondo. El Brexit, siempre de aire anacrónico, ha desempolvado ahora un tratado pesquero firmado hace 350 años por un rey inglés que puede desatascar un poco, tal vez, una enconada cuestión dentro las negociaciones entre Gran Bretaña y la Unión Europea .

El Reino Unido debe abandonar la UE a fines de este año y, a menos que se pueda llegar a un acuerdo antes de esa fecha, todas las reglas existentes que gobiernan las relaciones comerciales entre las dos partes desaparecen. Hasta los acuerdos más remotos y los documentos más carcomidos pueden recuperar de golpe y porrazo su validez legal.

Con los estados costeros de la UE presionando para que sus pesqueros sigan pudiendo faenar en aguas de Gran Bretaña , el representante del gobierno belga, Willem van de Voorde, se ha sacado estos días de la manga (la manga histórica, no la del Mar Menor) un tratado concedido por el rey Carlos II a 50 pescadores flamencos de Brujas, que les otorgó «derechos eternos» sobre las aguas de pesca inglesas.

El agradecimiento de un rey

El llamado Privilegie der Visscherie , firmado en 1666, fue la manera de Carlos II de agradecer la hospitalidad que recibió cuando permaneció allí durante el interregno que siguió a la decapitación de su padre, el rey Carlos I , y su propia restauración al trono. Brujas formaba parte del sur de los Países Bajos , en ese momento controlada por España, y fue uno de los lugares en los que el heredero se movió durante sus complicados años como pretendiente.

Carlos II, por Sir Godfrey Kneller (1685).

El príncipe y su corte, incluido su hermano menor Jacobo (más tarde Jacobo II), pasaron tres años refugiados en Brujas, donde se relacionaron con la nobleza local y se sintieron arropados por la comunidad católica. Tras la muerte de Oliver Cromwell en 1658 y la restauración de Carlos II dos años después, el Monarca se esforzó por recompensar a quienes le ayudaron a acceder a trono. Cincuenta barcos de Brujas fueron autorizados de forma permanente a pescar arenques y otros peces en aguas británicas, incluidos en sus ríos.

Las concesión del rey Carlos II , quien falleció de una apoplejía en 1685 en medio de un nuevo conflicto con el parlamento, sobrevivió muchos siglos a su reinado. En 1963, Victor Depaepe, miembro del Ayuntamiento de Brujas, navegó en aguas británicas y forzó su arresto para reivindicar los derechos históricos que aún tenían, según el documento de Carlos II, los pesqueros de su localidad. El gobierno británico examinó entonces la legalidad del Privilege y, aunque no llevaron el asunto a la justicia internacional, el hecho de que renunciaran a tomar medidas contra Depaepe fue interpretado como un reconocimiento tácito de que el documento puede albergar todavía validez legal.

Con la entrada del Reino Unido en la Unión Europea, en 1973, el pleito perdió cualquier interés

Con la entrada del Reino Unido en la Unión Europea , en 1973, el pleito perdió cualquier interés. Es ahora, con unas negociaciones con Bélgica y otros países costeros jugandose una cantidad millonaria de dinero, cuando puede ser un salvavidas anacrónico, pero efectivo, para salvar al sector de la ruina. El negociador jefe de la UE, Michel Barnier , apunta a que los ingresos de la UE por la pesca en aguas del Reino Unido rondan los 650 millones de euros, en comparación con los 150 millones de euros de la pesca británica en aguas del Reino Unido .

Los representantes de este país exigen un aumento radical de las capturas de pesca en su zona económica una vez salga de la política pesquera común de la UE, lo que se traduce en una reducción de presencia en aguas británicas de pesqueros belgas, holandeses o franceses, quienes reclaman que se mantenga el statu quo.

La reducción supondría un golpe mortal para la industria pesquera belga, que se concentra en Flandes. Ningún barco pesquero sale hoy de Brujas, pero sí de esta misma costa en dirección a Inglaterra. Si finalmente no se alcanzara un acuerdo, el tratado de Carlos II puede ser un instrumento efectivo para que la UE pueda, al menos, mantener una cantidad de barcos en la zona.

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