Bath

Andrew Kehoe, 1927: el «perturbado» que voló por los aires a 42 estudiantes en Michigan por un desahucio

Después del tiroteo en California, que ha acabado con la vida de 12 universitarios, recordamos la mayor matanza de la historia en un colegio de Estados Unidos

Así quedó la escuela de Bath, tras la explosión de la dinamita colocada por Adrew Kehoe

I. Viana

En una breve nota publicada en la sección de «Catástrofes, accidentes y desgracias» del diario « La Nación », el 20 de mayo de 1927, se anunciaba una de las mayores masacres perpetradas contra una escuela en Estados Unidos: «Los últimos telegramas de Bath (Michigan) anuncian que el número total de niños muertos en la explosión producida en una escuela es hasta ahora de cuarenta y dos». Tras muchas horas de búsqueda, se hallaron finalmente entre los restos del edificio un total de 45 cadáveres de alumnos y profesores, además de 58 heridos.

Alumnos de la escuela de Bath, antes de la masacre de Andrew Kehoe

Ahora ya casi olvidada, la de Bath es hasta día de hoy la mayor matanza perpetrada contra un colegio o universidad de la historia de Estados Unidos por un desequilibrado. Muy por encima, incluso, de la que protagonizó un estudiante literatura de origen chino, en 2007, matando a 32 personas en la Universidad Técnica de Virginia. O los 15 asesinados en la Universidad de Texas por otro estudiante y exmarine, Charles Whitman , en 1966. Y, también, a los 12 fallecidos que se han producido en Los Ángeles este jueves durante un tiroteo en una fiesta universitaria. Su autor: un antiguo marine que había tenido varios incidentes con la Policía .

En las noticias que se publicaron en España en 1927, sin embargo, no se llegó a dar jamás el nombre del responsable: Andrew Kehoe, un agricultor de 55 años que acababa de ser rechazado para ocupar un puesto como funcionario municipal en la pequeña localidad de Bath. «Se conocen más detalles de la explosión que ha destruido la escuela. Se han retirado ya 42 cadáveres. La Policía ha descubierto en la bodega cierta cantidad de dinamita», contaba « El Sol ». Por su parte, ABC hablaba de «bomba» y detallaba: «Se ignora el autor del monstruoso crimen, en el que ha muerto también el director de la escuela. El edificio quedó reducido a ruinas».

El desahucio

La mayor matanza escolar de Estados Unidos no fue consecuencia de un impulso. Kehoe la estuvo planificando durante un año, al tiempo que su situación económica se hacía cada vez más agobiante. A ello se unía la enfermedad de su esposa, aquejada de tuberculosis, y los retrasos en los pagos de la hipoteca de su granja. La situación se hizo insostenible cuando recibió el aviso de embargo por parte del banco y, poco después, la negativa para comenzar a trabajar en el ayuntamiento. «Parece que un maestro ayudante de esta escuela había sido desahuciado hace pocos días por no pagar el alquiler. Esto le produjo tal perturbación mental, que hace días robó cientos de libras de dinamita en una obra y los llevó a la bodega de la escuela, arrojándolos por un tragaluz. Se quedó con la cantidad necesaria para destruir la casa en que habla habitado y, después de conseguirlo, marchó a la escuela», añadía «El Sol», con respecto al asesinato también de su esposa, a la que mató a golpes ante de volar por los aires su casa con ella dentro.

Explosivos confiscados a Andrew Kehoe que no explosionaron en 1927

Después de aquello, a las 8.45 de la mañana del 18 de mayo de 1927, el agricultor se dirigió en su camioneta hasta las inmediaciones de la escuela. El detonante de aquella decisión fue la decisión del consejo escolar, al que él mismo pertenecía, de poner un nuevo impuesto con el que recaudar dinero para ampliar el centro. En ese momento, la mayoría de niños y niñas del pueblo, así como los profesores, se encontraban ya en las aulas. Kehoe repartió la dinamita en el interior y alrededor del edificio y la accionó. «El pasante, loco como consecuencia de un desahucio, voló su domicilio y la escuela», titulaba el « Heraldo de Aragón », que subrayaba después como «el director del colegio se dio cuenta del hecho y se precipitó sobre el loco para impedir sus propósitos, pero este le disparó con un revólver y lo mató en el acto. Luego hizo estallar la dinamita y sobrevino la catástrofe. Varias de las víctimas están tan desfiguradas que no hay modo de identificarlas. En la bodega donde estaba el perturbado fue encontrada una nota que decía: “El criminal no nace, se hace”».

Una de las maestras de primer grado, Bernice Sterling, describió la explosión en Associated Press de la siguiente manera: «Parecía que el piso subió varios pies. Después de la primera conmoción, pensé por un momento que me había quedado ciega. Cuando llegó el momento, el aire parecía estar lleno de niños, escritorios y libros voladores. Los niños volaban y algunos fueron catapultados fuera del edificio». «Había un montón de niños de cinco o seis años bajo el techo. Estaban irreconocibles cubiertos de polvo, yeso y sangre», contaba un vecino cercano. Algún otro testigo aseguró ver a Kehoe en su coche, a las afueras del centro, tras la explosión: «Sonrió y agitó su mano».

Una infancia difícil

Por suerte, no estalló toda la dinamita. Una parte del edificio quedó intacto y se salvaron muchos estudiantes, mientras el autor observaba la escena desde, efectivamente, el interior de su camioneta. Cuando las autoridades policiales y municipales llegaron al colegio y reconocieron a Kehoe, se acercaron corriendo a él. En ese momento, este accionó la carga explosiva que había colocado también en el interior del vehículo muriendo y varios policías en el acto.

En los días posteriores, la prensa estadounidense fue revelando datos de la vida del autor de la mayor matanza de estudiantes de la historia de Estados Unidos. Se supo que no había tenido una infancia fácil, en el seno de una familia de 13 hermanos. Que su madre había muerto siendo él muy joven y que su padre se volvió a casar. Cuando Andrew tenía 14 años, su madrastra se vio envuelta en llamas al intentar encender una estufa de petróleo que explotó. Este no hizo nada por apagar el fuego que la estaba quemando hasta unos minutos después en que le arrojó un cubo de agua. Fue demasiado tarde, puesto que la nueva mujer de su marido falleció. Años más tarde se especuló con que el joven habría manipulado la estufa aposta para provocar el accidente.

Andrew Kehoe, junto a su esposa, en una foto sacada poco antes de la matanza
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