Los errores históricos del presidente de México al acusar a Hernán Cortés de corrupto y ladrón

López Obrador defendió este martes en su comparecencia de prensa que el origen de la corrupción crónica de México no se debe a la cultura nacional, «algo absurdo y ofensivo», sino que para ver «cómo empieza» hay que remontarse a la misma llegada de Hernán Cortés y su fundación de Veracruz

Copia de un retrato de Hernán Cortés realizada en el siglo xix por el pintor mexicano José Salomé Pina. Vídeo: La Leyenda Negra que rodea a Hernán Cortés y que defiende López Obrador
César Cervera

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El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador , vuelve a la carga contra Hernán Cortés. En su conferencia matutina ante los medios del pasado martes, el mexicano, con dos apellidos castellanos y un abuelo cántabro, recurre esta vez a otro clásico de la Leyenda Negra : la corrupción vino con los españoles, que son corruptos por naturaleza y por eso triunfaron las naciones protestantes, mientras que los descendientes del Imperio español , como México o Perú, sufren hoy un atraso económico y social a consecuencia de la herencia envenenada que recogieron. Un argumento difícil de sostener para un país que en tiempos previos a la independencia ocupaba una superficie catorce veces más grande que la de España actual y veintitrés veces el Imperio azteca, aparte de que contaba con una economía y unas infraestructuras más avanzadas que las del vecino del norte, y que en cuestión de décadas entró en una inestabilidad financiera, militar, social y política que se perpetúa hasta la actualidad.

La obsesión con los legalismos de Cortés

López Obrador defendió en su comparecencia de prensa que el origen de la corrupción crónica de México no se debe a la cultura nacional, «algo absurdo y ofensivo», sino que para ver «cómo empieza» hay que remontarse a la misma llegada de Hernán Cortés. En un adelanto de su libro «Hacia una economía moral», el político de izquierdas apuntó que «apenas desembarcó en Veracruz el conquistador Hernán Cortés y sin ningún fundamento legal –porque eso se puede probar, no había ningún fundamento legal- se autonombró alcalde, –fue el primer fraude– y jefe del ejército invasor».

Rueda de prensa diaria del presidente mexicano López Obrador

Lo cierto es que Veracruz, en la costa este de México, no existía antes de la llegada de los españoles y lo que básicamente hizo Cortés fue fundar una comunidad con la estructura legal de una localidad castellana. Como explica Iván Vélez en su libro «La conquista de México: una Nueva España» (La Esfera de los Libros)», «el extremeño tenía un gran dominio de la pluma y conocía las leyes. Sabía manejarse en las estructuras del Imperio español , que estaban muy marcadas por los legalismos».

En el laberinto legal en el que se metió cuando se desvió de las instrucciones del gobernador de Cuba, que le había enviado a la costa mexicana a explorarla y lo que se terciara, el de Medellín legitimó sus acciones vinculándose directamente con la voluntad de Carlos I. Uno de sus mayores aciertos fue la fundación del cabildo de la Villa Rica de la Veracruz : «Sin esta institución castellana no hubiera habido arraigo. Con aquella decisión de replicar una de las estructuras de frontera usadas en la Reconquista, se marcó un punto de inflexión en toda la conquista de América y Cortés se reveló como un individuo con una enorme visión histórica».

Veracruz, el comienzo de Nueva España

La existencia de Nueva España, un estado completamente nuevo y con clara vocación mestiza, comenzó con la fundación mítica de Veracruz . Entre los españoles que acompañaron a Cortés en su desembarco en México había partidarios de limitararse a realizar intercambios comerciales y recabar información entre las tribus próximas y otros, en cambio, hartos de otras expediciones fracasadas que pedían poblar el continente, algo que las instrucciones de Velázquez no aprobaban pero tampoco prohibían expresamente. Como señala Iván Vélez en el mencionado libro, el documento hablaba de «inquerir e saber el secreto de las dichas islas e tierras», aunque dejaba margen para hacer lo que conviniera de cara al futuro».

El segundo de estos grupos impusó definitivamente la población de la zona y el nombramiento de alcaldes y regidores. Los pregones con los que se habían enrolado en la aventura hablaban de poblar, por lo que ahora se sentían legitimados a obligar a Cortés a ello, a pesar e que ni él ni el gobernador de Cuba tenían derechos a hacer algo así sin permiso de la Corona. Cortés, quien a la vista de una serie de valiosos regalos que habían llegado procedentes de Moctezuma, no necesitó que le convencieran sus hombre de romper sus lazos con Velázquez y dirigirse a la capital azteca. Estaba convencido de que aquella huida hacia delante podía abrirle las puertas de la Historia.

El proceso legal para fundar Veracruz ha sido calificado por muchos como de revuelta, y desde luego lo fue hacia el gobernador de Cuba. No obstante, el catedrático de Derecho Manuel Giménez Fernández , vinculó la fórmula a la usada por los comuneros en la Península por esas fechas acogiéndose al canon tomista. De esta manera, «agotado el móvil de la expedición, se buscó el bien común, aprovechando las vaguedades contenidas en las instrucciones de Velázquez. En ausencia de una autoridad efectiva, pero también en atención a la conveniencia de la mayoría, el poder debía regresar a la comunidad que quedaría facultada para designar representantes», apunta Vélez.

La idea estaba ligada al «pactum translationis» (la autoridad civil recae directamente en el pueblo, quien la delega en el soberano, de modo que al faltar éste, ese poder vuelve a la sociedad) de la doctrina tomista y fue usada posteriormente por los criollos durante la Guerra de Independencia y, más tarde, para justificar legalmente su separación de España a principios del siglo XIX.

Sea como fuera, desde luego Velázquez lo interpretó como una traición y no tardó en enviar nuevas tropas en búsqueda de Cortés, que ya se había marchado de Cuba sin el debido permiso. El extremeño se justificó a partir de entonces en que había quedado desvinculada de la empresa ordenada y ahora dependía directamente de Carlos I, al que empezó a informar de sus movimientos con cartas acompañadas de los tesoros hallados.

Cortés renunció a su cargo de capitán general de la expedición y resultó electo para el mismo cargo pero por las autoridades del nuevo cabildo.

La fundación de Veracruz quedó sellada por escrito el 20 de junio de 1519 en un documento, registrado por el escribano del Rey, Pedro Hernández y acompañado de trescientas y cuarenta y cuatro firmas (hay que recordar que de Cuba salieron unos quinientos españoles). El documento daba cauce a las aspiraciones del común de vecinos con la fórmula habitual en Castilla de «pro comund de todos» y comprendiendo el cabildo como una institución vinculada a la Coron, que transmitía ala rey las aspiraciones de aquel conjunto de hombres.

Esta primera población hispánica en la zona continental de América, oficialmente la Villa Rica de la Vera Cruz , se compuso en su primer cabildo por los alcaldes Francisco de Montejo y Alonso Hernández Portocarrero, y los regidores Pedro de Alvarado, Cristóbal de Olid, Alonso de Grado y Alonso de Ávila. Los vecinos estuvieron representantes por el procurador Francisco Álvarez Chico. Cortés, por su parte, renunció a su cargo de capitán general de la expedición y resultó electo para el mismo cargo pero por las autoridades del nuevo cabildo.

Aquella localidad sirvió de base de operaciones para Hernán Cortés. La ciudad se construyó en torno a una picota o árbol de justicia, en cuya plaza central se situó la iglesia, las casas del cabildo, la cárcel y las atarazanas. Poco a poco las chozas dejaron paso a viviendas de cal y canto, y se proyectó la construcción de un hospital. Todos, incluido Cortés, se involucraron en las obras.

Los primeros «moches»

Al respecto de los primeros «moches» (como se conoce en México a las «mordidas») en la historia del país, el presidente mexicano los sitúa, usando las crónicas de Bernal Díaz del Castillo, en el dinero del tesoro de Moctezuma que desaparición del reparto final. «Este soldado denunció que el reparto del tesoro de Moctezuma se verificó de manera irregular, porque antes de la distribución, antes de que lo repartieran, cito textualmente lo que dice Bernal: “faltaba la tercia parte de ello, que lo tomaban y escondían así por la parte de Cortés como de los capitanes”».

El texto de Bernal Díaz del Castillo, que el antropólogo francés Christian Duverger considera un seudónimo de Hernán Cortés en su libro «Crónica de la eternidad», resulta un texto único para comprender la Conquista de México y efectivamente afirma que hubo enfrentamientos y descontentos entre los conquistadores durante el reparto del oro. Lo que no hay que perder de vista es lo precaria que era la posición de Cortés y su necesidad de reservar el quinto real de todo botín para el Rey de España. Fue, con todo ello, capaz de hacerlo y de cumplir con ese requisito legal, guardar un 20% del total, que cualquier expedición en ultramar estaba obligado a cumplir, a pesar de que estas empresas corrían a cargo en su totalidad de inversores privados.

Conquistadores españoles y sus aliados tlaxcaltecas en Metztitlan, Lienzo de Tlaxcala.

Es muy probable que se produjeran situaciones de robo en medio de la tormenta que fue la Conquista de México, pero el Imperio español persiguió desde tiempos de los Reyes Católicos con especial saña la corrupción de sus cargos públicos a través de un curioso procedimiento legal, heredado de los romanos, llamado juicio de residencia. De tal manera que cualquier funcionario público que hubiera ejercido responsabilidad en los territorios españoles de ultramar podía ser sometido a un juicio público, donde se admitían acusaciones de todo tipo contra él por haber desempeñado de manera deshonesta su trabajo. El funcionario tenía prohibido abandonar el lugar, hasta que no hubiera una sentencia.

Insinuar que la corrupción o el ladrocinio nacieron en América de manos de los españoles forma parte del mito del «buen salvaje», de modo que se presenta a los indígenas y a las sociedades precolombinas como un paraíso perdido

Como cuenta María Elvira Roca Barea en su libro «Imperiofobia y Leyenda Negra» (Siruela), no se trataba de un procedimiento simbólico, sino de algo totalmente reglamentado y que funcionó, al menos en los primeros siglos de virreinato, como una salvaguarda contra los abusos y los gobernantes corruptos, que pensaban que la distancia los hacía inmunes al juicio del Rey y de sus súbditos. Hasta el punto acanzaba su rigor, que un oidor del Perú fue obligado a regresar a América por abandonar el lugar un día antes de que finalizara el juicio, a pesar de que fue encontrado inocente de cualquier irregularidad, según recoge Solórzano Pereira en su obra «De Indiarum iure».

En la Nueva España, la primera residencia fue la realizada a Hernán Cortés ante Luis Ponce de León, que lo que primero hizo fue suspender en sus funciones al extremeño y despojarlo de la vara de gobernador. No en vano, el juicio se vio interrumpido por la muerte de León y la del sustituto de este, de modo que Cortés decidió viajar a España para presentar directamente su caso al Emperador Carlos V. En los primeros meses de 1529 se presentaron a declarar 90 testigos de cargo, la mayoría enemigos de Cortés y cuyos testimonios fueron declarados por el juez poco creíbles. En diciembre de 1539 Cortés embarcaría de nuevo a España para continuar su defensa, de donde ya no regresaría pues moriría en 1547 cerca de Sevilla. Si bien el proceso resultó inconcluso, recordó a todos que ni siquiera un personaje de la popularidad y fama de Cortés estaba por encima de la legalidad.

En cualquier caso, insinuar siquiera que la corrupción o el ladrocinio nacieron en América de manos de los españoles forma parte del mito del «buen salvaje» , cultivado desde tiempos de la Ilustración, de modo que se presenta a los indígenas y a las sociedades precolombinas como un paraíso perdido que corrompieron los europeos. No en vano, la situación del valle de México antes de la llegada de Cortés estaba a años luz de ser una arcadia feliz.

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