Borja Cardelús - Destellos de Hispanidad

El Presidio

El Presidio fue la fórmula española de proteger la tierra de frontera, que luego imitaron los norteamericanos

Por Borja Cardelús

La Misión, el Rancho, el Pueblo y el Presidio fueron las cuatro instituciones con las que España pobló las áreas periféricas del norte de México, muy especialmente en el Oeste de los actuales Estados Unidos. Una región donde no había metales preciosos que hubieran volcado grandes contingentes de españoles como en las regiones mineras, pero que Felipe II quiso ocupar pese a todo, con el fin de evangelizar a los indígenas y de evitar la penetración de otras potencias europeas.

El Presidio fue la fórmula española de proteger la tierra de frontera, que luego imitaron los norteamericanos. Nada tenía que ver con una prisión, sino que fue una guarnición militar diseñada para proteger al resto de las asentamientos españoles, dispersos sobre una tierras inmensas y vacías, salvo por la presencia de tribus nómadas muy belicosas, siempre reticentes a asentarse en las misiones españolas, que sí aceptaron naciones más evolucionadas como los indios pueblo.

Precisamente las misiones fueron el objetivo más apetecido por los sioux, navajos, apaches o comanches, porque albergaban cabezas de ganado, provisiones y caballos, y por eso España decidió que toda Misión fuera acompaña de un Presidio aledaño, algo de lo que los misioneros siempre recelaron, porque juzgaban nociva para sus indios la cercana presencia de los soldados. Una sola vez lograron los frailes que el Presidio se alejara unas millas, el de la Misión de San Sabá , en Tejas, y el resultado fue que los comanches la asaltaron, mataron a los frailes y saquearon la Misión.

El Presidio fue una guarnición militar diseñada para proteger al resto de las asentamientos españoles

El Presidio fue objeto de varias reformas para mejorar su eficacia en la protección de un espacio vastísimo y de presencia española desperdigada. La última reforma estableció un cordón de presidios desde California al Golfo de México, con una separación entre ellos de unos 160 km. La coordinación interpresidial y la impermeabilización de la línea se resolvería mediante las llamadas Compañías Volantes, que patrullaban de modo continuo las zonas intermedias, y muchas veces salvaron familias y pueblos en situaciones críticas ante ataques indios.

En su versión definitiva, el Presidio contaba con una dotación de unos cincuenta soldados, que recibían un sueldo de unos cuatrocientos pesos anuales, además de seis caballos, un potro y una mula, firmándose con la Corona contratos de largo plazo, a veces de veinte años, tras lo cual muchos soldados se quedaban como pobladores de la zona, porque no pocos presidios, como ocurrió con las misiones, con el tiempo dieron lugar a nuevos pueblos, como fue el caso de Tucson, en Arizona, en sus orígenes un Presidio. Un proceso que aceleraron muchos indios pacíficos, que procuraban instalarse en los alrededores de los presidios, porque la guarnición garantizaba la seguridad contra las tribus aguerridas, y de hecho jamás un Presidio fue asaltado por las tribus nómadas.

Estas tribus pagaron cara su belicosidad, porque cuando a la salida de España los norteamericanos se derramaron sobre el área en la llamada 'conquista del el Oeste', fueron masacradas o confinadas en infames reservas por los nuevos ocupantes, en tanto que los indios pacíficos capacitados por los misioneros españoles, pese a que fueron despojados de sus tierras pudieron incorporarse a la nueva sociedad como ganaderos, profesionales o artesanos, lo que les ha permitido sobrevivir hasta el día de hoy, e incluso los tribunales superiores norteamericanos del Oeste les están devolviendo las tierras usurpadas, al amparo de las concesiones otorgadas por el Rey de España y de las Leyes de Indias españolas.

El Presidio fue pues una institución vital de la extensa tierra de frontera, porque cumplió fines múltiples: protegió a las misiones evangelizadoras y capacitadoras de los nativos; amparó los ranchos y pueblos españoles; frenó el avance de otros países europeos; sirvió al poblamiento progresivo del territorio norteamericano por parte de las familias españolas e indias aliadas. En suma, fue una creación original y genial, tanto que los norteamericanos, del mismo modo que asimilaron el sabio modelo español ecuestre y ganadero del Oeste, copiaron también el Presidio en sus famosos 'fuertes', tantas veces vistos y admirados en el cine, y que no son otra cosa que el remedo de los presidios españoles.

Borja Cardelús

Autor del libro América Hispánica

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