Borja Cardelús - Destellos de Hispanidad

La Misión

De las misiones californianas apenas restan la iglesia y un jardín, porque políticos mexicanos locales se quedaron con las propiedades a la salida de España, pero una misión ocupaba fácilmente cien mil hectáreas

Por Borja Cardelús

La misión fue sin duda la institución más admirable y humanitaria de cuantas creó España en su empresa hispanizadora del Nuevo Mundo. Quedó reservada para las áreas periféricas del inmenso territorio, las «tierras de frontera» , y sirvió eficazmente para un doble objetivo: evangelizar e incorporar a los indios a la cultura occidental, y hacer avanzar la soberanía española sobre áreas nuevas.

Y así fue por ejemplo como se colonizó el territorio de Estados Unidos. Dos misioneros, escoltados por una pequeña escolta de soldados, se adentraban por una región inexplorada y elegían un lugar para instalar la misión. Convocaban a los nativos del contorno, quienes aceptaban ayudar en la construcción y alojarse en ella para recibir enseñanzas por un doble motivo: un techo sólido y alimento asegurado de carne y de cultivos españoles.

Las misiones eran centros de capacitación profesional y cultural , donde se les impartía, además de la religión, lengua, cuentas y música, y aprendizaje en los oficios occidentales: ganadería, agricultura, albañilería, herrería, carpintería… Todo ello regido por tan solo dos frailes, que habían sido previamente adiestrados en centros de España y de México.

De las misiones californianas apenas restan la iglesia y un jardín, porque políticos mexicanos locales se quedaron con las propiedades a la salida de España, pero una misión ocupaba fácilmente cien mil hectáreas, pues disponía de viviendas, talleres, potreros, huertas, campos de cultivo, pastos y bosques, siendo verdaderos centros de desarrollo regional. Como muestra, la riqueza vitivinícola californiana procede de las llamadas «uvas misioneras» , que sembraron los frailes en la cadena de misiones fundadas allí por Junípero Serra.

A los diez años de vida de la misión, los nativos, que se instalaban con sus familias en las dependencias misionales, estaban perfectamente capacitados en las técnicas y enseñanzas occidentales, y la misión se constituía en pueblo autónomo, regido por los propios indios, donde el atrio de la iglesia se convertía en la plaza mayor del nuevo pueblo. De este embrión proceden ciudades como San Antonio, San Diego o San Francisco .

Tras ese decenio, los misioneros dejaban la misión y se trasladaban a nuevos parajes, donde repetían la operación. Y de ese modo tan pacífico, sin espadas, arcabuces ni caballos, se colonizó por España el territorio de los Estados Unidos, logrando que los nativos sobrevivieran a largo plazo, pues cuando se produjo el empuje avasallador de los Estados Unidos sobre el Oeste, que arrebató las tierras a los nativos, como antes había ocurrido en el Este, muchos indios pudieran sobrevivir e integrarse en la nueva sociedad, porque ya eran ganaderos, carpinteros o albañiles, según las enseñanzas recibidas de los padres misioneros. Y por eso es tan injusto e ingrato, que los descendientes de aquellos salvados por fray Junípero derriben sus estatuas.

Como es falso e injusto el relato de películas como La Misión , donde España y Portugal son pintados como países depredadores, pero los jesuitas y sus misiones como inocentes víctimas, omitiendo el guión que las misiones no eran jesuitas, sino españolas, financiadas en un todo por España, que encargó a los jesuitas erigir el rosario de misiones en el territorio guaraní. La película es leyenda negra en estado puro, como presentar a un español ( Robert de Niro ) como apresador de indios para reducirlos a la esclavitud, hecho que le hubiera llevado a la picota por la justicia española, pues las Leyes de Indias protegían a ultranza la libertad de los indios.

Más justo es, por tanto, reproducir las palabras de Maynard Geiger , uno de los pocos historiadores extranjeros que se han acercado a la verdad: “El sistema de la misión española fue, sin duda, uno de los esfuerzos humanitarios más grandes que el mundo haya visto para la mejora y el desarrollo espiritual de unos pueblos atrasados y no cristianos” .

Borja Cardelús es autor de 'América Hispanica'.

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