Borja Cardelús - Destellos de Hispanidad

La ciudad hispana

El frenesí por la construcción hizo que en 1630 se hubieran fundado en América 360 núcleos urbanos de cierta importancia

Borja Cardelús

Los viajeros hispanoamericanos, habituados al patrón urbanístico regular de las ciudades iberoamericanas, quédanse desconcertados ante las viejas ciudades europeas, un enredijo de calles sin aparente orden, y muchas veces sin la referencia central y orientadora de la plaza mayor. Y es que todas las ciudades y pueblos fundados por España en el Nuevo Mundo se ajustaron a un molde uniforme , nítida señal de identidad de las ciudades hispanas, desde Santa Fe en Estados Unidos a Punta Arenas en la Patagonia.

Cuando España se asienta en América, desecha de plano la plantilla urbanística de la invasión árabe, un laberinto de calles estrechas y tortuosas, y se decanta por el modelo romano recomendado por el tratadista Vitruvio, que ya se había implantado en algunas ciudades españolas de la alta Edad Media .

Esta maqueta se basaba en el trazado en damero de la ciudad, con calles que se cortaran en ángulo recto, manzanas cuadradas y una plaza principal resultado de la supresión de una manzana. A este patrón responden las dos ciudades que fueron antecedente claro de las iberoamericanas: Briviesca , la bien trazada, repetidas veces visitada por los Reyes Católicos , y sobre todo Santa Fe, el campamento militar levantado para la toma de Granada , un asentamiento perfectamente rectilíneo, con plaza central y cuatro puertas de acceso a la ciudad.

Y este modelo es el que se implantó en la América hispana, cuyas ciudades reiteran el diseño de las calles rectas, cortadas ' a regla y cordel ', y una plaza mayor central, cuadrada o rectangular, que se erige en el epicentro de la vida ciudadana hispana, altamente comunicativa.

«El frenesí urbanizador de los conquistadores fue manifiesto, pues no en vano la fundación de una ciudad es la que otorgaba título de posesión de la tierra para la Corona»

El frenesí urbanizador de los conquistadores fue manifiesto, pues no en vano la fundación de una ciudad es la que otorgaba título de posesión de la tierra para la Corona, y personal para el fundador, pues a partir de la ciudad se formaba el Cabildo y se repartían solares para los colonizadores. Eso explica que ya en el año 1630 se hubieran fundado 360 núcleos urbanos de cierta importancia en América , algunas del renombre de Bogotá , Lima , Quito o Santiago de Chile . Tal celeridad urbanizadora apremió a Felipe II a dictar sus Ordenanzas de Nuevas Poblaciones, para que las ciudades que se fundaran respondieran a uniformes criterios: en lugares aireados, de ambientes saludables y benignos, y nunca pantanosos; con abundancia de agua, pastos para ganados y arboledas para leña. Y, desde luego, con la planta reticular: calles perpendiculares, manzanas cuadradas ('cuadras') y la plaza mayor o 'de armas', como nervio político y vecinal de la ciudad.

A partir de la plaza se repartían solares, de acuerdo a la jerarquía de la tropa, correspondiendo los mejores a los capitanes, y de ahí que en torno a la plaza mayor se ubiquen las casas palaciegas de las ciudades hispanas.

Con arreglo a esta matriz, España fundó cientos de ciudades en el Nuevo Mundo. Existe un gran contraste entre el caótico urbanismo iberoamericano tras la independencia de las Repúblicas, y los bellos cascos históricos de las ciudades virreinales, 33 de ellas declaradas Patrimonio de la Humanidad, lo que da fe del buen hacer urbanístico de España.

*Borja Cardelús es autor de la obra 'América Hispánica' y cada domingo firmará en ABC Historia un «destello» de Hispanidad.

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