Paloma Cuevas, en la obligación de ser feliz

Dijo Borges que tenemos la obligación de la felicidad, y Paloma hoy se obliga a eso, ya sin Enrique Ponce

El gesto que consolida la relación entre Enrique Ponce y Ana Soria

Paloma Cuevas GTRES
Ángel Antonio Herrera

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Lunes

Los Fotogramas de Plata tendrán, en estos días, una estrella, Ana Belén. Le hacen el homenaje a toda una vida. Ana Belén no cumple años, en rigor, sino discos, teatros, películas. Y premios, obviamente. La elegancia es el esqueleto, dictó Coco Chanel. Y esto se cumple en Ana Belén. Ana Belén aúpa un poco o un mucho de arpa de la belleza española, y su distinción está más en el arpa que en la belleza, con ser ella un ejemplo único, claro, sostenido y soberbio de nuestras guapas nacionales. Está reñida con la minifalda, y su sexy es de túnica. El poeta escribiría que tiene Ana Belén «mucha línea de luna» y, en efecto, esa línea nocturna de su perfil es lo que la consagra como musa de Sybilla, o de Jesús del Pozo, que preparan ropa como fundas exquisitas de violines para la noche misma, para el vivo violín nocturno que es Ana Belén, cante o no cante. Hay en su voz un portento de esbeltez, como le pasa a ella misma, porque se canta con todo el cuerpo, igual que se escribe o se ama con todo el cuerpo. Ana Belén emana una elegancia, de modo natural, y así hasta nos parece soltera. Les parecerá esto a ustedes, quizá, una alegría estilística, pero no, porque costaría trabajo celebrar a una elegante que llevara toda una vida con el marido a cuestas, de sombra fija, como un visón macho, manso y melancólico. Ana Belén tiene aura de solitaria y algo de mujer seria que se ríe mucho con la boca barrial y carnívora. Compite sin competir entre otras elegantes de encuesta, como Isabel Preysler o Rosario Nadal, que más bien son chinas o princesas, respectivamente. Y así cualquiera. Quiero insistir en su aire de soltera, o solitaria, incluso, porque no da el tostón con la familia en auge, siendo mamá y esposa de artistas, bajo aquel lema de que «el mundo no merece la verdad», que ella asume sin decirlo. Tiene siempre una portada bien ganada, pero sin agitación de chisme, y alterna poco o nada en el folclore del ‘photocall’, donde siempre sobran misses o sobran momias, o ambas cosas. Podría apuntar también que vende los discos, y las películas, y lo suyo, en fin, hablando solo desde el rigor del oficio, pero no hace falta. En los Fotogramas, que ya hicieron fiesta para Concha Velasco, o Rosa María Sardá, faltaba Ana Belén. Aquí está.

Martes

Conviene no perderse los videos de Rosalía . Hace canciones para ver.

Rosalía

Miércoles

Ha salido Paloma Cuevas en un reportaje donde no posa con novio nuevo, sino con un caballo. Que queda en las fotos, el caballo, casi como un duque. Paloma tiene un espíritu, o un esqueleto, que es una percha fina, más unos ojos de joya, muy cargados de mirada, que son una barbaridad. Es la esbeltez morena más la elocuencia de los ojos grandes, casi alarmados. Dijo Borges que tenemos la obligación de la felicidad, y Paloma hoy se obliga a eso, ya sin Enrique Ponce. Eso, y que siempre resulta lo contrario a una chica mona que lleva un traje caro. Y mira que son caros sus trajes, y mira que es mona Paloma. Es difícil resultar elegante siendo joven, como ella, porque la elegancia la eleva la personalidad, y la personalidad se lucra con los años. El tópico dice que la elegante nace y no se hace, pero no es verdad, porque la elegante nace, pero también se hace. En eso está Paloma y así le ha ganado, durante años, a otras ilustres aspirantes al título de la elegancia de encuesta, como Rania de Jordania, la Infanta Elena, o Isabel Preysler, a la que aquí hemos glosado como el orientalismo de la distinción, que es como un photoshop sin photoshop. Las revistas de corte y confección , que vienen a ser todas, suelen elegir a las más elegantes una vez al año. A la elección le ponen mucho jaleo de votaciones y opiniones de entendidos y enterados. Y también mucha cuota de la puja de los particulares, que opinan en mogollón de modistos improvisados. Salen las de siempre, salvo algún susto de temporada: Isabel Preysler, la Reina Letizia, Rosario Nadal, Naty Abascal y la Cuevas. Paloma es mujer de hablar poco, y en esta militancia de chica quieta en el silencio está uno de los valores de su distinción, que ha entendido que la cháchara es el fleco de la vulgaridad, a nada que te descuides. Ella se descuida poco o nada, o sea,que no se le ven nunca los flecos. No es flojo mérito en estos tiempos en los que lo que se lleva es el grito como argumento y el ‘wonderbra’ como bufanda.

Jueves

Algunas ‘instagramers’ rusas lloran, al perder Instagram, como no lloran tantas ucranianas al perder a un pariente.

Viernes

Norma Duval GTRES

Ya ha dicho Norma Duval que se acabó lo suyo con Matthias Kühn . Pues amén. Trece años de relación se cierran. Matthias está ahora por ahí, de viajero, y Norma en Antena 3. Algun día, ya casi remoto, me advirtió Norma Duval que no le apasionaba mucho la palabra vedete, pero hay que recordar aquí que vedete ha sido, para gloria de las décadas, y además en París, por lo alto, donde hay diosas del género. Duval, a gusto o no con su título de vedete, ha sido y es un mujerón, esa guapaza de mucha lámina que, en rigor, no cabe en lámina alguna, por su erotismo de morenía, por su exotismo de bravo pelo suelto. Ha llegado al mérito de ser ya mucho con su nombre, precisamente porque anda más allá de la norma. Norma es la Duval. Vedete o no, primerísima. Y en julio, debutante de abuela.

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