Isabel Rábago: «Soy muy disciplinada y exigente conmigo misma»

En su primera novela de ficción reivindica el poder de la seducción de las mujeres como arma infalible

Isabel Rábago Gtres
Pilar Vidal

Pilar Vidal

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Isabel Rábago (48) es una mujer polifacética que consigue todo lo que se propone gracias a su disciplina casi germana (habría que buscar en sus antepasados). «La clave es llevar una vida ordenada, estable y tener a tu lado una persona que te cuide, te anime, te acompañe, te sume. Eso y que no tengo hijos. Soy muy disciplinada y exigente conmigo misma. Cuando la gente se está tomando su primer café yo ya llevo estudiando horas», confiesa. Esta semana ha disfrutado de unos días en Budapest y a su llegada se ha encontrado en las librerías con ‘La cortesana fiel’ (Ed. Espasa), su primera novela de ficción. «El germen de esta obra nace cuando escribí ‘Las últimas cortesanas’. Yo no sabía qué mujeres tan excepcionales eran. Así que las estudié, las analicé y entre las italianas destacó una sobre el resto, Verónica Franco . Siempre estuvo ahí en mi cabeza. En mi primer viaje a Venecia hace algunos años, el destino me llevó hasta la iglesia a donde ella iba al oficio todas las tardes buscando el perdón, Santa María de Formosa. No te puedo explicar lo bonito que fue. Me la imaginé allí, provocadora, sensible y admirada por todos. Pensé que si alguna vez escribía una novela ella sería mi protagonista», explica emocionada Rábago.

Para ella los viajes son su gasolina, lo deja todo atrás y su cabeza se activa y se centra en empaparse de lo que la rodea. Cuando el lector se adentre en la novela rápido empatizará con una de las dos protagonistas. Sara y Verónica son dos mujeres pertenecientes a dos épocas muy distintas, pero la autora ha sabido unirlas. «Verónica en el s. XVI y Sara en la actualidad. No son tan distintas. Al final son dos épocas en las que las mujeres se enfrentan a las mismas cadenas, prejuicios, juicios y sentencias sociales. Las mujeres independientes y libres siguen levantando suspicacias y envidias, sobre todo entre las propias mujeres. Y eso no ha cambiado y dudo que cambie ya. Verónica Franco se rebeló contra el poder de Venecia, el poder establecido y su historia es tan potente que marca el destino de Sara a lo largo de toda la novela, siglos más tarde», asegura.

Ha tardado un año más o menos en escribirlo y lo ha tenido que compaginar con su trabajo como colaboradora en la televisión y con sus exámenes de Derecho. A la hora de identificarse con una u otra protagonista, basta con conocer un poco a Isabel para saber que en Verónica hay mucho de ella, de su personalidad, su fortaleza, su seguridad, y la ha transmitido en sus palabras y en su descripción de los momentos claves de la novela. «Verónica es tan impresionante, existió, pero la he hecho mía. Es fascinante leer cómo está esperando su juicio en las cárceles del Palacio Ducal digna y señora o cuando se rebela frente a lo establecido o cuando lucha hasta conseguir lo que quiere o cuando defiende frente a todos aquello en lo que cree. Es una mujer de principios muy aferrados , apasionada de la cultura y del arte, de la vida, apasionada. Yo tengo algo de ella. Y ella tiene algo de mí. Sara también», confiesa la autora.

Hubo una época en la que Rábago coqueteó con la política, fue cuando dimitió la presidenta Cifuentes . «Ayuso es elegida portavoz y me llamó para que le echara una mano en la comunicación de Madrid y me da el cargo de vicesecretaria de Comunicación. A mí el cargo me daba igual, no soy de cargos, sí de trabajar. Venir de fuera y que te den un cargo, que yo insisto ni pedí y me daba igual, levantó ampollas. No fue fácil. Lo mío fue una colaboración sin remuneración alguna y con muchas horas invertidas», recuerda. Luego Isa fue nombrada candidata: «Recuerdo cuando me lo dijo a solas y la ilusión de ambas. Yo confié en ella cuando casi nadie lo hacía. Creía en ella. Entonces pasamos de estar solas en la primera planta de Génova, a que aquello pareciera la salida del metro en hora punta. La noche que ganaron Almeida y ella yo estuve con ellos. Fue precioso. Luego decidí seguir con mi vida y mis estudios. Nada más. Mi etapa en el PP acabó cuando debía acabar. Tengo grandes amigos y sigo hablando con ellos».

A sus 48 años vuelve a experimentar lo que significa ser becaria y ya se deja ver por los juzgados de Plaza de Castilla y no descarta colgarse la toga: «Estoy feliz, conociendo la otra cara de la Justicia. Estoy aprendiendo de los mejores en Penal. Tengo suerte de poder compaginar todo, así que ya cruzaremos el puente cuando lleguemos a él». Mientras, la tele le sigue divirtiendo. «En ‘Viva la Vida’ me lo paso genial con mis compañeros. En ‘Juntos’ en Telemadrid ídem, me río muchísimo. Tengo grandes compañeros. La tele me paga la hipoteca y los estudios . Estar es un privilegio del que sigo disfrutando como el primer día». Enamorada de su marido Carlos al que llama cariñosamente «susurro de abril», afirma que «los dos somos Aries, de abril, hemos crecido juntos, nos respetamos, nos admiramos. No concibo la vida sin él». Aunque puede que su imagen y su discurso impongan, Rábago no es nada ambiciosa y se conforma con poco. «Soy feliz en casa con una copa de vino y charlando, viajando y aprendiendo. La vida me trata bien, claro que sí, pero hay que trabajársela». Se despide, porque va a poner a leerse sentencias y sumarios y a escuchar a Taburete o Héroes del Silencio. Y mete la última pulla. «Lo que menos soporto es escuchar a Pedro Sánchez en tono paternalista o a Irene Montero dando lecciones de cómo ser mujer» (ríe).

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación