Carlos Alcaraz: discreto, amante de las siestas y alérgico a los grandes lujos

Con tan solo 18 años, el tenista ya se perfila como el sucesor de Rafa Nadal

Nadal-Alcaraz, dos generaciones del tenis español

Carlos Alcaraz, en un entrenamiento

G.C.

Hoy se enfrenta con el gran Rafa Nadal en las semifinales del Masters 1000 de Indian Wells el que se erige como su sucesor, aunque llegar a la categoría del manacorí se antoja (casi) imposible. Porque el hombre de los 21 Grand Slams es de otra galaxia, juega en otra liga, pero los números avalan al murciano Carlos Alcaraz , que, con tan solo 18 años, ya se ha hecho un nombre y tratará por todos los medios de vencerle en este esperado encuentro de choque generacional. Como él dice: «Me toque quien me toque, saldré a ganar». Aunque no le gusta la comparación, tienen mucho en común. Al igual que Nadal, es humilde, tiene autocontrol y la ambición necesaria para comerse el mundo, como así le describen. No es de grandes lujos y como su ídolo, le gusta también el golf y el Real Madrid.

De niño

Oriundo de El Palmar (Murcia), Alcaraz, el segundo de cuatro hermanos, nació prácticamente con una raqueta debajo del brazo gracias a abuelo, Carlos Alcaraz, y su padre, Carlos Alcaraz González, antaño tenista y propietario de un club de tenis. Fue su primer entrenador. Cuando no era más que un adolescente, y viendo su talento, dejó su casa y su colegio para mudarse a la academia de su actual instructor Juan Carlos Ferrero en la Academia Equelite de Villena (Alicante), donde entrena mañana y tarde (aunque le gusta echarse la siesta cuando puede), se machaca en el gimnasio y sigue una rutina no apta para todos pero eso fue lo que forjó su carácter, como también lo fue jugar al ajedrez de pequeño con su abuelo. «Tienes que estar concentrado todo el rato, si te despistas un momento se puede resolver la partida y en eso se parece mucho al tenis», dijo el murciano a ‘La Verdad’.

Siempre que se lo permite el calendario deportivo , viaja a Murcia para ver a su familia y pasar un rato con sus amigos en el parque o comiendo una hamburguesa porque «esa es una de las cosas más valiosas de Carlitos: que sigue siendo él, es auténtico, de ahí que conecte con los demás», aseguraba a ‘El País’ la psicóloga deportiva Josefina Cutillas, quien trató al tenista desde los ocho a los 16 años.

Orgulloso conductor

Ahora tendrá ese traslado a casa mucho más fácil después de que el pasado mes de febrero consiguiese cumplir su sueño de sacarse el carné de conducir, como así compartía orgulloso en su cuenta de Instagram, en la que no suele salirse del carril estrictamente profesional.

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