ESPECIAL UNIVERSIDADES

Roberto Fernández: «No pedimos aumentos de sueldo sino dinero para el sistema universitaro»

El presidente de los rectores concede a ABC su última entrevista en el cargo ya que mañana será sucedido por el rector de la Universidad de Córdoba, José Carlos Gómez Villamandos

Fernández pide a los políticos una universidad con más autonomía y flexibilidad «pero también mayor rendición de cuentas»

ABC

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Roberto Fernández se puso al frente de Crue Universidades Españolas, el principal interlocutor de las universidades con el gobierno central, en 2017. Desde entonces se ha sabido mover con astucia ante los medios cuando tocaba afrontar momentos difíciles para la universidad, como los escándalos de los másteres de Casado, Cifuentes o Montón, o la tesis de Pedro Sánchez. También habló alto y claro cuando tocó agarrar de las solapas a los políticos y pedir más financiación para la Universidad -«no pedimos aumentos de sueldo sino más dinero para el sistema», defiende-; o llamó la atención al Gobierno por su intención (a través de un real decreto aprobado a finales del año pasado) de que sea la universidad la que asuma parte del coste de la cotización de las prácticas académicas en empresas . Pero si hay una bandera que Fernández ha enarbolado bien alto es la de la defensa de una ley de universidades: «Es importante dar más flexibilidad y más autonomía a las universidades, pero también que haya una mayor rendición de cuentas», sentencia Fernández, que no duda en tender la mano a las empresas, aunque niega con rotundidad que estas tengan que participar en el diseño curricular. Fernández concede a ABC su última entrevista como presidente de la Crue, ya que mañana le sucederá José Carlos Gómez Villamandos , rector de la Universidad de Córdoba y único candidato para presidir la institución. Fernández no puede renovar su cargo porque también dejará de ser rector de la Universidad de Lérida el próximo mes de junio y los estatutos de la Crue exigen que solo ejerza el cargo un rector.

—Si tuviera que hacer una autoevaluación como rector de la Universidad de Lérida y como presidente de la Crue, ¿qué diría?

—Me siento mejor persona que cuando empecé como rector y al frente de la Crue. He aprendido a escuchar más, a ser menos soberbio, y también que la verdad se construye entre todos y que uno no la posee jamás en soledad.

—¿Y el balance político al frente de la Crue?

—Entre todos los rectores hemos dado más visibilidad a la Crue, hemos hablado más con los gobiernos; con prudencia y realismo, por un lado, y marcándonos objetivos ambiciosos, por otro. Atendimos a los problemas concretos de las universidades españolas.

—¿Cuáles son esos problemas concretos?

—Hemos intentado que haya menos burocracia y más agilidad para los investigadores, que se denuncie la figura del asociado y la precariedad de las plantillas, así como la necesidad de renovarlas con nuevo profesorado. Además, hemos logrado ingresar en el gobierno de la Asociación Europea de Universidades (EUA) a través del rector de la Universidad Ramón Llull, Josep María Garrell. También nos hemos ocupado de los temas que afectaban a los estudiantes, reconduciendo el tema de las prácticas que cotizan a la Seguridad Social y que estaban mal planteadas por una parte del Gobierno, además de mejorar la horquilla de los precios de las matrículas.

«Un solo caso de corrupción basta para que los rectores nos pongamos sobre aviso y se revisen los procedimientos universitarios»

—¿Qué problemas son propios de la universidad española y que no comparte ésta con las de fuera?

—No hay un sistema universitario perfecto, y parte de los problemas de la universidad española los tienen otros sistemas en el mundo. Sin embargo, contamos con universidades entre las 800 primeras del mundo (siendo un total de 22.000). La universidad es decisiva para el progreso del país porque en ellas se crea a los profesionales, pero la diferencia con otros países más avanzados es que tienen mayor financiación pública y privada.

—Si el papel de la universidad es tan importante, ¿por qué nunca es suficiente el presupuesto?

—Es una incógnita que no acabo de despejar. Todos los líderes políticos están de acuerdo con que la universidad es el motor del progreso, pero al tiempo es una de las instituciones que más recortes de personal y de presupuesto ha sufrido y no se han revertido. Sin una universidad adecuada a los tiempos modernos y sin una financiación que le permita su desarrollo, España no tendrá futuro.

—¿Achacar los problemas a la falta de presupuesto no es echar balones fuera?

—Con dinero no todo se hace bien, pero sin él casi nada importante se puede hacer. Cuando se habla de falta de autocrítica o de corporativismo en las universidades tengo que decir dos cosas. Primero, que en los últimos diez años no ha habido una sola manifestación de universitarios pidiendo aumentos de sueldo, ya que lo que hacemos es pedir dinero para el sistema, para dar mejor la docencia y hacer mejor investigación. Lo segundo es que debemos ser muy corporativos cuando hemos sido los primeros que hemos impulsado una ley de universidades.

—¿Por qué es tan importante la ley de universidades?

—Hay una tentación por modificar el sistema universitario con reformas parciales pero que no se pueden llevar a cabo porque la universidad es un todo, hay que hacer un nuevo corpus legal para dar más flexibilidad, más autonomía, pero también, que haya mayor rendición de cuentas.

«Al frente de la crue he aprendido a escuchar más, a ser menos soberbio y que la verdad se construye entre todos»

—¿La autonomía y la rendición de cuentas son compatibles?

—Claro. Un rector no pone el precio de la matrícula ni de la docencia, no determina los estudios ni la política de personal. La autonomía universitaria es pequeña. Tengo la sensación no de ser rector de una universidad con sus propias políticas sino de ser el vicerrector del Secretario de Universidades de Cataluña y del Secretario General de Universidades de España.

En cuanto a la rendición de cuentas, deberíamos pensar en mecanismos más directos. Sería bueno que anulamente los rectores pasemos por los parlamentos autonómicos a explicar las políticas y resultados universitarios.

—¿Cree que los escándalos de los másteres de Casado, Cifuentes, Montón o la tesis de Sánchez han manchado la universidad?

—Un solo caso de corrupción basta para que los rectores nos pongamos sobre aviso y revisemos los procedimientos universitarios. Dicho esto, en los últimos veinte años no ha habido un solo dirigente universitario encausado por irregularidades. Sería injusto que 200.000 trabajadores que actúan bajo la ley fueran manchados por dos o tres casos de corrupción, que a veces son prácticamente inevitables.

—Algunos empresarios defienden la posibilidad de participar en los contenidos curriculares. ¿Qué opina?

—Los contenidos los fijan los universitarios. Sin embargo, universidades y empresas deben dialogar para que tanto la calidad de los licenciados como la capacidad de empleabilidad sea alta. La formación dual, los grados entre universidades y empresas que en Alemania o Francia funcionan con éxito deberían ser estudiados por el futuro Gobierno.

Nació en Hospitalet de Llobregat en 1954 Miembro de la Real Academia de la Historia Rector de la Universidad de Lérida desde 2011 hasta el pasado 7 de mayo No puede presentarse otra vez al haber concluido dos mandatos Su presidencia de la CRUE concluye el 16 de mayo porque los estatutos señalan que este cargo solo puede ser ejercido por un rector.

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