ESPECIAL COLEGIOS

Diálogo y límites claros para aprender a convivir con las pantallas

Su utilización abusiva genera conflictos familiares y preocupación entre los padres, algo que se ha visto agravado por la restricción de alternativas de ocio y socialización derivadas de la pandemia

Charo Barroso

Tik tok, Instagram, WhatsApp, Discord, videojuegos... todo vale para que millones de adolescentes se pasen horas y horas enganchados a una pantalla. Términos como Nomofobia, referido al miedo irracional a estar sin el móvil; Fomo, al temor de perderse algo, o Vamping en referencia a su uso nocturno, empiezan a ser habituales. Una utilización abusiva de las tecnologías que preocupa y que genera buena parte de los conflictos familiares. Y todo ello, en un escenario acrecentado por el confinamiento y la restricción de alternativas de ocio y socialización derivadas de la pandemia.

A pesar de que los padres hablan de adicción, lo cierto es que clínicamente esta patología sólo está reconocida en relación a videojuegos on line. «Hay que hablar de uso abusivo, donde el tiempo de utilización es una condición necesaria pero no suficiente», explica Andrés Chamarro, psicólogo y profesor de Psicología Básica, Evolutiva y de la Educación de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) para quien la cuestión no es alejarles de las pantallas sino enseñarles a convivir con ellas. «Tienen que saber cuándo sí y cuándo no. Porque este uso no es nada nuevo, primero fue la televisión, luego vinieron los ordenadores de sobremesa, los portátiles, la tablet, el móvil... Las pantallas compiten entre ellas y están pensadas para mantener a quienes las usan el mayor tiempo posible pendientes de ellas», explica Chamarro. Lo más importante es, a su juicio, estar pendiente de que este uso no provoque una pérdida de relaciones o dejadez de otras actividades cotidianas y necesarias para los adolescentes como el deporte, salir con los amigos, estar con la familia... No obstante, aclara que «esta intensidad de uso es temporal, se trata de un fenómeno típico de la edad y va disminuyendo a medida que crecen». Respecto a si la escuela debería crear una asignatura específica para enseñar a los menores un buen uso, considera que «debe ser una tecnología más pero no necesita una asignatura específica para ello».

Charo Sádaba, decana de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra (UNAV) y todo un referente en jóvenes y entorno digital, coincide en que «más que el tiempo que se conectan es importante saber en qué lo invierten, qué hacen» y señala que preocupa la falta de referentes de los jóvenes en el entorno digital. «Les pedimos un uso racional pero carecen de recursos madurativos para ello. Internet no es un parque de atracciones. Los riesgos existen, es como una autopista en la que van coches a 300 y, en el mismo carril, hay chavales pintando con tiza en el suelo». Para esta experta, el papel de la familia es clave, pero considera importante hacer compatible tecnología y educación. «No hablamos de saber utilizar programas, ni de prohibiciones, sino de que adquieran la capacidad de enfrentarse de una manera crítica y segura al entorno digital. Sería conveniente que, no solo de manera transversal, durante algunos años existiera una asignatura. Unas horas donde se enseñe en el aula, sobre todo en el salto de Primaria a Secundaria cuando su uso es más extendido e intensivo», explica.

Desde PantallasAmigas, su fundador y director Jorge Flores es experto en el uso seguro de las TIC con especial énfasis en el grooming, el sexting y el ciberbullyng. Para él es importante dejar de considerar a los adolescentes como parte del problema u objetos a proteger, para que pasen a ser parte activa de la solución. «Para evitar el uso abusivo entre los menores es importante que como adultos les ayudemos estableciendo unas normas y límites claros para que usen las TIC de forma adecuada: estableciendo horarios y espacios para utilizarlas, supervisando el uso que hacen de las mismas, fomentando actividades fuera de la pantalla… No podemos dejar de aprovechar sus ventajas, pero ha de estar en equilibrio con otras facetas y actividades cotidianas. Y en esto, los adultos debemos predicar con el ejemplo».

Tecnotest pionero

Junto a Fundación Mapfre y Twitter, acaban de poner en marcha la campaña «Móvil y Videojuegos. Disfrutar sin abusar», una llamada a la reflexión y a la toma de conciencia en relación al uso excesivo de pantallas. Además, junto a la Universidad de Valencia, han desarrollado el primer tecnotest, pionero en España, que permite evaluar y detectar de forma rápida la adicción al móvil, redes sociales, videojuegos y juegos de azar en adolescentes entre los 11 y los 20 años. PantallasAmigas cuenta con una Unidad de Prevención de Adicciones Digitales (UPAD) que realiza una atención temprana en uso abusivo y los trastornos de adicción relacionados con internet, móviles, redes sociales y videojuegos, así como a juegos de azar y apuestas deportivas online. Aunque Flores precisa que el mayor peligro a los que se enfrentan los adolescentes y que ocurre con mayor incidencia es el ciberbullyng. Este experto insiste en que el papel de la familia es fundamental pero considera que la escuela «debe intervenir de la misma manera que se ofertan otras asignaturas relacionadas con valores, conciencia cívica... También compete al entorno educativo contribuir a que tengamos ciudadanos digitales competentes, activos y responsables. La escuela tiene que adaptar su itinerario a la nueva realidad. Una asignatura específica siempre permite una apuesta mayor y más ordenada, porque tenemos la experiencia de otras transversales que se integran pero no de manera rigurosa», explica.

Es importante que el uso de las tic no proveque el abandono de otras actividades como el deporte o la relación con los amigos y la familia

María Zalbidea es analista de tendencias digitales y en esta cuestión sabe bien de lo que habla: tiene cuatro hijos, de entre 9 y 15 años, a los que se declara adicta. «Me gusta ver cómo interactúan con las pantallas, cómo crecen en esta sociedad que les proporciona todo a golpe de click y analizar el futuro y los avances de la tecnología y sus consecuencias», explica María, quien tiene claro que el mejor filtro de control parental es el diálogo: «Si los padres queremos ser sus influencers o que nos pregunten antes que a Google hay que invertir tiempo y esfuerzo, porque sus vidas son digitales», y reconoce que muchos «se muestran preocupados por el uso que hacen sus hijos del móvil, pero en muchas ocasiones no saben realmente por qué, ¿por sobreexposición? ¿por perder el tiempo? ¿porque puedan relacionarse con desconocidos?... Hemos tenido excesiva relajación a la hora de dar los primeros móviles, el 50% de los niños de diez años ya cuentan con un dispositivo porque nos preocupa tenernos localizados, saber dónde están o que puedan llamar ante cualquier problema. Pero son niños, sin experiencia de vida y les ponemos el mundo en su bolsillo. El problema no es la red social que acabarán utilizando, sino poner la tecnología en sus manos demasiado pronto y no geolocalizar antes su corazón». Para esta analista la pandemia ha puesto sobre la mesa la importancia de que tanto comunidad educativa como padres se impliquen en la vida digital. «No hablamos de tecnología, sino de educación. Pueden saber de aplicaciones, pero no tienen competencias digitales y los adultos tenemos que acompañarles desde el aula y desde casa formando un tándem». A la hora de evitar conflictos Zalbidea apuesta por un «Plan Familiar Digital», porque la relación con la tecnología de cada miembro es diferente. «Hay que medir el perfil tecnológico de cada uno: edad, tiempo de conexión, tipo de tecnología, preferencias... Y a partir de ahí podremos hacer un diagnóstico personalizado. No es lo mismo decidir que a las diez de la noche no se utilizan las pantallas para un niño de ocho años que para un adolescente que necesita realizar trabajos para el colegio», puntualiza. No obstante, en esta «receta digital» sí se pueden establecer normas comunes como no utilizar el móvil en la mesa, cuando hablan otras personas, a partir de una hora o elegir un día para hacer un plan detox sin pantallas.

A todas estas cuestiones podemos ir encontrando respuesta también en su próximo libro «Cosiendo la brecha digital» (Teconte) con el que podremos dar esas puntadas digitales para reducir las diferencias del mundo tecnológico entre padres e hijos.

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