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Las tres barreras que te impiden comprar «comida real»

La falta de tiempo o de habilidad en la cocina, la creencia de que son más baratos y la influencia del entorno hacen que, en ocasiones, los ultraprocesados ganen la batalla al «realfooding»

La elección de los alimentos en el supermercado es la base para desterrar los ultraprocesados de la dieta
Raquel Alcolea Díaz

Raquel Alcolea Díaz

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Si estás leyendo esto es probable que aún tengas alguna duda sobre las diferencias entre la «comida real» (o «Real Fooding» , concepto acuñado por el nutricionista Carlos Ríos ) y los ultraprocesados . Para disipar alguna que otra inquietud te proponemos un pequeño ejercicio que puedes hacer el día que vayas al supermercado. Coge una cesta (o carro, en función de tus necesidades) y haz la compra con normalidad, eligiendo lo que habitualmente adquieres en tu día a día. Una vez que llegues a casa despliega los alimentos sobre la encimera. A continuación coloca en un lado los alimentos que no tengan etiqueta nutricional y, en el otro los que no tengan etiqueta. Una vez separados esos montones revisa uno a uno concienzudamente los productos con etiqueta y separa en otro montón los que contengan más de cinco ingredientes. Y ya por último, del montón de productos con etiqueta que tengan menos de cinco ingredientes separa los que tengan menos de 10 gramos de azúcar por cada 100 gramos y los que no contengan harinas refinadas y aceites refinados. ¿Ya? Ahora coloca esta última selección junto a los alimentos que no tienen etiqueta. Una vez hecho este ejercicio, haz una fotografía a los tres montones. ¿Cuál de ellos es más grande? El montón de los productos sin etiqueta o con una que contenga menos de cinco ingredientes y sin azúcares ni aditivos añadidos es el que está formado por la suma de «comida real» y «buenos procesados». Y es el que debe primar en tu día a día, según propone el nutricionista Carlos Ríos.

Tal como explica el impulsor del «Real Fooding», la diferencia entre la «comida real» y los ultraprocesados (que hay que evitar en nuestro día a día) es fácil de entender, pero lo que más suele costar a los que empiezan a documentarse sobre alimentación es entender que también hay «buenos procesados» y que algunos productos pueden ser saludables aunque hayan vivido una transformación. Algunos ejemplos pueden ser una lata de sardinas en aceite de oliva, unas gambas congeladas o un gazpacho de bote. «La clave para que sea un buen procesado es que no contenga harinas refinadas, ni aceites vegetales refinados (palma, soja, girasol, coco...), ni tampoco azúcares por encima de lo aconsejado (más de 10 gramos por cada 100 gramos de producto).

¿Por qué compramos tantos ultraprocesados?

En muchos casos la falta de conocimientos y de habilidades culinarias (tanto a la hora de cocinar como de combinar los ingredientes) pueden llevar a caer en la inmediatez de abrir y calentar un ultraprocesado porque, tal como alerta Carlos Ríos, «tienen a su favor que permiten ahorrar tiempo porque ya están precocinados». Pero la clave para evitar la tentación de consumirlos está en la planificación y la organización de menús saludables y en lo que hacían nuestras abuelas que es cocinar con antelación los platos de la semana (casi siempre en domingo) y después ir sacándolos del congelador para tomarlos en el día a día. Ahora lo llamamos «batch cooking» y puede parecer algo «nuevo» pero en muchas familias es algo que se hace a menudo.

Otra de las barreras que impiden comer comida real es la sensación de que los productos reales son más caros que los ultraprocesados, si bien Carlos Ríos explica que en realidad es algo que habría que analizar con detalle porque está convencido de que una cesta de la compra con comida real no resultará más cara a una familia que un carro plagado de ultraprocesados.

Y el otro obstáculo es la influencia del entorno . Si en casa (con la alacena y el frigorífico lleno de ultraprocesados), en el trabajo (con la máquina de «vending» llamándote a gritos), con tus amigos (con encuentros en lugares de «fast food») y con tus familiares (en las interminables comidas o cenas con de todo en la mesa) estás acostumbrado a consumir ultraprocesados, es probable que lo hagas con más frecuencia pues son productos que, según explica Carlos Ríos, están diseñados para que sean muy apetecibles. Así, para no caer en ese consumo propone que no los tengas cerca.

Para terminar, cabe recordar una de las claves que inspiró la creación del movimiento del «real fooding» es luchar contra el uso por parte de la industria alimentaria de las etiquetas con reclamos «healthty» como «natural», «saludable», «0% de grasa», «0% de azúcares» o «alto contenido en fibra» para vender ultraprocesados que no son tan saludables como nos quieren hacer creer. «Son engaños de marketing», asegura Carlos Ríos.

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