«¿Y mañana dónde vamos a ir?» A Dilan, de 5 años, la salida de hoy le ha «sabido» a poco

ABC acompaña a una familia con 4 hijos en su primera salida tras el confinamiento de 42 días

César coloca la mascarilla a su hijo para que no se le caiga Maya Balanya
Laura Peraita

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Como si de los mismísimos Reyes Magos se tratara, ayer por la noche los cuatro hijos de César —de 9 años, 7 y los mellizos de 5— dejaron junto a la puerta de la casa todos sus zapatos orde nados. También colocaron sus respectivas mascarillas y guantes. Todo listo para que al levantarse no perdieran tiempo para poder salir a la calle cuanto antes después de 42 días encerrados en casa desde que se decretó el estado de alarma por el coronavirus.

¡Y llegó el día! Nervios y más nervios . «¡Yo bajo primero!», dicen Dilan y Leo al unísono. «Esperad —apunta César— que hay que meter la bici en el ascensor». Los cuatro niños se esmeran por bajar a toda velocidad por las escaleras para hacerse con sus bicis y patinetes y poder, por fin, salir a corretear a la calle.

César reconoce que verles salir « ha sido como una especie de liberación . Da gusto verles al aire libre moviéndose, corriendo, jugando... Ya se lo merecían». Por no poder estar todos juntos en la calle, tal y como ha ordenado el Gobierno, su mujer se ha alejado con los dos mellizos, y César se ha hecho cargo de las dos mayores mientras él se desplaza con su «motillo» debido a sus dificultades de movilidad física.

La madre de los niños va a una distancia prudencial por delante del resto de la familia

Se han portado fenomenal, asegura orgulloso este padre. «Lo que he notado es la falta de práctica de salir a la ca lle. Mi hija se ha caído varias veces de la bici y hasta se ha roto el pantalón. Han visto a algún amiguito y lo han saludado de lejos e, incluso, a su profesora de inglés. Han sabido aguantarse las ganas de ir corriendo a hablar con ellos. Eso sí, los pequeños al final se han quitado la mascarilla porque no la aguantaban . Es normal, hoy, además, está siendo un día de calor». Los guantes, sin embargo, a pesar de que les quedan grandes, los han podido mantener.

El tiempo se ha pasado rápido y la hora permitida para estar en la calle llega a su fin. «¡Chicos, vamos yendo hacia casa!», grita César. «¿Ya?, ¿pero no íbamos a llegar hasta el final de la avenida?», pregunta Leo. «Sí, —responde su padre— pero como nos hemos entretenido tanto colocando la cadena de la bici que se ha salido ya no nos da tiempo a llegar hasta allí».

Todos se dirigen a casa. Lo cierto es que no hay muchos niños por el camino. «Yo creo que las familias están un poco expectantes a ver qué o cómo lo hacen los demás. Pensé que habría más niños», confiesa César.

Se acabó la hora. Llega el momento de volver a casa

Al entrar en el domicilio, todos se quitan las mascarillas y guantes y se dirigen rápidamente a lavarse. Dilan tiene una cara muy sonriente, se dirige a su padre primero y le pregunta: «¿Y mañana dónde vamos a ir?». «Parece que le ha sabido a poco» —reconoce su padre. César también está preocupado por el día de mañana porque su mujer está en una situación laboral complicada y a veces tiene que «medio teletrabajar». «La verdad, no sé cómo vamos a hacer para salir con los niños si solo se pueden llevar a tres menores de 14. Yo lo siento mucho, pero creo que tendré que arriesgarme e ir con los cuatro. No estoy dispuesto a dejarme a uno en casa. Si me para un policía trataré de explicárselo y, si me multa, pues ya veré la forma de recurrir».

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