«Las relaciones tóxicas no son exclusivas de la adolescencia, pero resultan especialmente peligrosas a esta edad»

Los expertos recuerdan que «la mayoría de los jóvenes no son capaces de identificar las relaciones que les hacen mal»

Por qué tu hijo adolescente te contesta, tiene la habitación hecha un desastre, trasnocha y odia que le pongas límites

«Nos quejamos de los adolescentes cuando viven en casa como si fuera un hotel, pero los padres tenemos mucha responsabilidad»

Ana I. Martínez

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Ya os hemos hablado en otras ocasiones de las relaciones de amistad tóxicas, de las parejas tóxicas o de los padres y madres tóxicos . También os hemos hablado -y mucho- de adolescentes y de amor tóxico en esta etapa tan fundamental de la vida. Sin embargo, ¿qué pasa cuando un adolescente tiene un amigo poco sano? ¿Sabe detectar que esa amistad no le beneficia? ¿Pueden sus progenitores ayudarle? De ello hemos hablado con el equipo que lidera María Mavji, psicóloga y Head Operations de TherapyChat , plataforma de psicología online.

¿Saben los adolescentes qué es una relación tóxica?

Somos seres sociales. Las relaciones son una gran fuente de apoyo y crecimiento sobre todo durante la adolescencia, una etapa en la que los jóvenes consolidan su identidad y empiezan a descubrir su lugar en el mundo. En este período los amigos cobran una especial relevancia ya que además de ser una fuente de comprensión y apoyo, contribuyen a dar forma a los valores, juicios y formas de pensar que definirán su personalidad adulta. Sin embargo, no todas las amistades en esta etapa son positivas y desarrolladoras, hay ocasiones en las que los vínculos que establecen los adolescentes pueden hacerles sentir mal y limitar su potencial. Es lo que se conoce como relaciones tóxicas.

Las relaciones tóxicas no son exclusivas de la adolescencia, pero resultan especialmente peligrosas a esta edad ya que a menudo pasan desapercibidas. El hecho de que la mayoría de adolescentes aún no tengan desarrollada su inteligencia emocional, posean una autoestima y autovaloración poco consolidadas y dependan demasiado de la aprobación ajena les dificulta reconocer una relación tóxica y ponerle freno. A esto se le suma la falta de educación emocional que existe tanto en el ámbito familiar como escolar que limita el acceso de los jóvenes a herramientas prácticas que les ayude a identificar cuándo una relación no es desarrolladora.

Como resultado, la mayoría de los adolescentes no son capaces de identificar las relaciones que les hacen mal. A estas edades es difícil ser consciente de que esos comentarios hirientes, el exceso de control, la minimización de sus ideas y/o sentimientos o la incitación a hacer algo que en realidad no quieren, son señales de una amistad tóxica. El problema es que a veces cuando se dan cuenta, la relación ya ha calado demasiado en ellos y sus efectos pueden haber dañado su autoestima, autopercepción y la confianza en quienes les rodean.

A muchos padres les pasa que no les gusta un amigo de su hijo porque le consideran 'una mala influencia'. ¿Es esto una relación tóxica?

La mayoría de los padres quiere lo mejor para sus hijos, de ahí que no solo se preocupen por darles todo lo que está a su alcance y protegerlos sino también por cuidar las relaciones que establecen. Son conscientes de que un buen amigo puede convertirse en una fuente de apoyo para ayudarles a lidiar con la adolescencia y establecer relaciones saludables en el futuro, de la misma manera que una mala influencia puede minar su autoestima, echar por tierra su autovaloración y crear un precedente negativo en la manera de relacionarse con los demás. Por eso, cuando detectan que un amigo está conduciendo a su hijo por caminos «inadecuados» activan la señal de alarma e intentan protegerlo a toda costa.

En muchos casos, esos amigos que incitan a los adolescentes a hacer cosas que no quieren, que les animan a seguir conductas de riesgo, que les minimizan delante de los demás o intentan aprovecharse de ellos les mantienen en una relación tóxica que no solo es negativa emocionalmente sino que además, les impide crecer como personas. Sin embargo, a veces los padres también se equivocan . Ya sea porque sobreprotegen demasiado a sus hijos, les quieren controlar en exceso o tienen expectativas que no están dispuestos a cambiar. En ocasiones pueden percibir a un amigo de sus hijos como una «mala influencia» cuando en realidad ese amigo solo le está ayudando a encontrar su propio camino y a descubrir el mundo que le rodea.

El límite entre una relación tóxica y un buen amigo que incita al adolescente a ser auténtico a veces puede ser muy fino . Por eso, antes de etiquetar a los amigos de nuestros hijos es importante marcar un poco de distancia emocional y valorar si en realidad esa amistad les está haciendo mal a nuestros hijos o simplemente la estamos percibiendo como un obstáculo para la vida «perfecta» que queremos para ellos. En ocasiones, también es importante aprender a poner nuestras expectativas a un lado en pos de la felicidad de nuestros hijos. A fin de cuentas, ellos deben encontrar su propio camino.

¿Es posible hacerle ver a tu adolescente que un amigo no es bueno para él?

Las relaciones sociales son un pilar fundamental en la adolescencia. A esta edad, la aprobación de los demás cobra especial relevancia ya que es la manera en la que los jóvenes consolidan su identidad, aprenden los patrones de conducta aceptados por el grupo y encuentran su lugar en el mundo. Por eso, defienden a capa y espada sus relaciones cuando los adultos intentan interponerse en medio y hacerles ver que quizá no sean tan positivas para ellos. Sin embargo, no porque sea difícil es imposible.

La clave radica en ofrecerles las herramientas psicológicas para que sean ellos mismos quienes valoren si en realidad las relaciones con sus amigos son positivas y desarrolladoras o, al contrario, un freno para su crecimiento. Impedirles ver a sus amigos, hablar mal de ellos o resaltar sus comportamientos inadecuados continuamente no suelen ser buenas estrategias para abrirles los ojos a tus hijos respecto a sus amistades tóxicas. Al contrario, es probable que este tipo de actitud sea percibido como un intento de control y, como consecuencia, tus hijos se aferren aún más a esa relación que tanto daño les hace.

La idea no es imponer tu voluntad, aunque esta no deja de ser una posibilidad en algunas ocasiones puntuales en las que la relación tóxica sea realmente dañina, sino prepararles emocional y psicológicamente para que aprendan a reconocer las amistades tóxicas y sepan cómo lidiar con ellas. De esta manera, no solo les estarás protegiendo sino que estarás siendo respetuoso con sus decisiones y brindándole la confianza que necesitan para que puedan acudir a ti en caso de un problema. Es una buena forma de apoyarles y ofrecerles herramientas útiles para que puedan enfrentarse a la vida con mayor seguridad, autonomía e independencia.

¿Qué pueden hacer los padres ante esta situación?

La primera reacción que tienen muchos padres de adolescentes inmersos en relaciones tóxicas es prohibirles quedar con esos amigos. Sin embargo, no porque sea una solución contundente es la más útil. De hecho, la mayoría de los adolescentes a los que se les prohíbe quedar con sus amigos, suelen hacerlo a escondidas de sus padres y terminan volviéndose más dependientes de esas relaciones. Por eso, aunque resulte un poco más complicado y requiera más tiempo, una alternativa consiste en brindarles las herramientas para que sean ellos mismos quienes detecten las relaciones tóxicas y aprendan a lidiar con ellas. He aquí algunas claves prácticas que pueden ayudarte.

1. Explícale a tu hijo adolescente qué son las relaciones tóxicas . Para identificarlas, lo primero es saber en qué consiste. Por tanto, habla con tu hijo abiertamente sobre este tema, explícale que a veces existen personas en las que confiamos, pero que pueden tener unos comportamientos perjudiciales para nosotros. Si conoces algún caso cercano, ponle cara a este fenómeno, evitando hacer referencia a sus amigos para que no se sienta atacado.

2. Escucha lo que tiene que decir y valida sus emociones . A veces los adolescentes son conscientes de que la relación con algunos de sus amigos no es como esperaban, pero no son capaces de ponerle nombre a lo que experimentan. Anima a tu hijo a que hable sobre cómo se siente respecto a esas relaciones. Pídele que reflexione sobre los aspectos positivos que le aportan, pero también sobre los negativos. Escucha todo lo que tiene que decir sin poner en tela de juicio sus ideas y valida sus emociones. De esta manera, se sentirá más comprendido y estará más abierto a resolver la situación.

3. Bríndale recursos para reconocer una relación tóxica . Dado que con los amigos tóxicos tu hijo también pasa buenos momentos, puede ser difícil para él reconocer que en realidad no le hacen bien. Aprovecha para enseñarle cuáles son las señales que indican que una relación es tóxica y en qué sensaciones debe poner el foco. Por ejemplo, puedes decirle que si a veces se siente menospreciado por un amigo, siente que le mantiene al margen, se burla de sus sentimientos o le ridiculiza delante de los demás, quizá deba replantearse las bases de esa relación y hablar con su amigo sobre cómo se siente o marcar una distancia.

4. Ofrécele herramientas emocionales para lidiar con una relación tóxica . De la misma manera que la mayoría de adolescentes no son capaces de reconocer una relación tóxica, tampoco saben cómo lidiar con ella. Por tanto, es importante que le brindes a tu hijo herramientas emocionales para enfrentarse a los amigos tóxicos. Enséñale cómo reaccionar ante una crítica hiriente, cómo refugiarse de un desprecio marcando una distancia emocional, cómo gestionar la sensación de sentirse menospreciado o cómo poner límites a una relación para evitar que le haga daño.

5. Anímalo a ampliar su círculo social . A veces los adolescentes se quedan atrapados en una relación tóxica porque tienen un círculo de amistades muy reducido y temen romper con ese vínculo y quedarse sin amigos. Una buena manera de ayudarles a ser menos dependientes de un amigo tóxico consiste en animarles a ampliar su círculo de relaciones, acudiendo a campamentos de verano, tomando clases extraescolares con adolescentes de otros colegios o invitándoles a acercarse a otros compañeros de clase.

¿Qué ha de saber un adolescente para saber si ese amigo es tóxico o no?

Aprender a identificar una relación tóxica en realidad no es tan difícil, al menos cuando se conoce a qué señales prestarle atención. Obviamente, no todas las relaciones tóxicas son iguales ya que cada vínculo es único, pero existen algunos detalles que pueden revelar que una relación no es desarrolladora ni fomenta el crecimiento personal. Aprender a reconocer estas señales es una manera de activar las alarmas ante este tipo de relaciones tanto en la vida presente como futura, el primer paso para, más tarde, lidiar con ellas.

1. ¿Qué dicen tus emociones? Las emociones nunca mienten, por lo que son un recurso muy valioso para determinar si estás en una relación tóxica. ¿Sientes que esa relación te hace sentir mal? ¿Te sientes culpable en compañía de esa otra persona? ¿Sientes que te drena emocional y físicamente? ¿Te sientes ignorado, utilizado o minimizado? Entonces es probable que estés ante una amistad tóxica que te impide crecer como persona.

2. ¿Uno de los dos da más? Para que una relación funcione, es importante que ambos estén dispuestos a dar y recibir. Dar puede ser enormemente gratificante, pero también es importante recibir ya que centrarse demasiado en aportar sin recibir nada a cambio, puede llegar a ser agotador y desgastante. Por tanto, si notas que ese equilibrio no existe en la relación, que las necesidades de la otra persona se priorizan continuamente por encima de las tuyas y te sientes «obligado» a ceder siempre a sus presiones, relegando lo que quieres a un segundo plano, es probable que se trate de una relación tóxica.

3. ¿Sientes que puedes ser tú mismo? Las relaciones en la adolescencia deberían ser una fuente de apoyo e inspiración para desarrollar tu propia identidad. De hecho, en una amistad sana deberías poder ser tú mismo y expresarte abiertamente. Si no puedes ser auténtico en una relación y cada vez que ves a tu amigo/a debes interpretar un personaje para sentirte aceptado, es probable que estés ante una relación tóxica.

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