Familia

«No creo que los videojuegos sean un freno a la creatividad de los niños»

El psicólogo y autor Guzmán López considera que a las escuelas no les interesa fomentar la creatividad porque «es más fácil "llevar" un niño obediente que uno creativo»

Guzmán López, autor de «Niños exporadores, niños creativos»
Laura Peraita

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Guzmán López es psicólogo, asesor y formador en creatividad e innovación, emprendedor y autor, entre otros, del libro «Niños exploradores, niños creativos» . Considera que la creatividad no es más (ni menos) que una forma inteligente de pensar que ayuda a la creación de algo nuevo y valioso. Para conseguir esto se necesitan diferentes herramientas que van desde lo más analítico a lo más fantasioso pasando por lo emocional y lo conceptual. «Es algo más complejo que ponerse a pensar y ver qué sale».

¿Deberían las escuelas diseñar programas para que los alumnos fuesen más creativos? ¿Cómo?

No olvidemos que la escuela se diseñó en su momento para preparar a las personas a conseguir un trabajo en el futuro. Pues bien, el futuro de los niños que estudian hoy no lo sabe nadie. Eso nunca ha sucedido en la historia de la humanidad. Los niños están estudiando para profesiones que todavía no existen. No sabemos qué profesiones se crearán en el futuro pero sí sabemos una cosa, que la capacidad de pensar adecuadamente y de ser creativo será una de las mayores ventajas competitivas para la persona. Así que si las empresas ya están en ello, ¿por qué a las escuelas les cuesta tanto? No lo fomentan, en primer lugar, porque no entienden cómo funciona el proceso y, en segundo, porque no acaba de interesar: es más fácil «llevar» un niño obediente que uno creativo.

¿Se aburren solo los niños que no son creativos?

No sé si sólo ellos, pero sí creo que mucho más que los que están todo el día ideando cosas. El aburrimiento viene de no tener motivaciones o no saber qué hacer. El niño creativo tiene más opciones y, por tanto, se aburre menos.

«La creatividad exige procesos mentales de mayor madurez y el niño aún no está preparado para ello»

¿Es más creativo un niño inteligente, o no tiene nada que ver con la inteligencia?

Ante todo, y aunque a mucha gente le sorprenda, debo decir que los niños no son especialmente creativos; son imaginativos, que es una condición de la creatividad necesaria, pero no suficiente. La creatividad exige procesos mentales de mayor madurez y el niño aún no está preparado para ello. En cuanto a la inteligencia, sí que hay una correlación, pero, para hacerlo fácil, no es que a más inteligencia seamos más creativos, sino que la creatividad necesita un mínimo de inteligencia. Una vez conseguido (con esta en la media es suficiente) depende más de otras cosas que de ésta.

¿«Matamos» los padres la creatividad de nuestros hijos?

Pues parece que un poco sí ya que hoy en día sólo veo padres súper involucrados con sus hijos, estimulándoles en todo momento y cuyo resultado son niños cada vez más vagos, menos motivados y también menos creativos. Cuanto más fácil se lo ponemos a nuestros hijos peor funcionan. Personalmente, creo que hay que volver un poco a los orígenes y hacer que vuelvan a ser más independientes y que busquen sus propias soluciones. Hoy los protegemos demasiado y se vuelven cómodos y previsibles.

¿Qué parte de «culpa» tienen en este asunto los videojuegos, las redes sociales...?

No creo que los videojuegos sean el problema. De hecho, Steven Johnson, en su libro «Cultura basura, cerebros privilegiados» intenta demostrar que lo aparentemente nocivo de nuestra cultura como los videojuegos y la cultura visual de Youtube han mejorado los cerebros de la nueva generación. Creo que la respuesta a esto la tenemos ya desde tiempos de Buda, y es que en la medida justa está la virtud. Aplíquese esto a los videojuegos y las redes sociales también.

¿Cómo se puede ampliar esta capacidad?

El pensamiento creativo es complejo como disciplina que es, pero en el día a día podemos ir haciendo pequeñas cosas con el fin de conseguir que se convierta en hábito. Preguntarse más «¿por qué?» y, sobre todo, «¿por qué no?», intentar crear nuevos usos a objetos cotidianos y no conformarse con las primeras ideas serían algunas de las claves para ir empezando.

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