Familia

«Estamos quitando a los niños la oportunidad de que generen sus propios recursos»

Sandi Mann, autora de «El arte de saber aburrirse», cree que uno de los problemas que afectan a la infancia es el exceso de estímulos

MÓNICA SETIÉN

Sandi Mann es profesora de psicología de The University of Central Lancanshire . Es una experta consultora laboral y, seguramente, una de las personas del mundo que más sabe sobre el aburrimiento. Ha plasmado el resultado de sus investigaciones sobre el tema en su libro «El arte de saber aburrirse» (Plataforma Actual, 2017).

¿Qué es el aburrimiento?

Es una emoción y un sentimiento negativo. Es lo que nos hace buscar un estímulo neuronal de cualquier tipo.

¿Es bueno o es malo?

Las dos cosas, es un arma de doble filo. El aburrimiento puede conducir a una búsqueda de estimulación, pero el problema es lo que hacemos para satisfacer esa necesidad. Existen muchos estudios que afirman que la gente aburrida tiende a comer comida insana. O peor, pueden buscar ese estímulo en las drogas, en el alcohol, en el juego o en conductas de riesgo. Este es uno de los problemas de aburrimiento, que pueden llevar a buscar acicates perjudiciales para la salud.

Pero también tiene un lado bueno. Mi trabajo como investigadora me ha hecho llegar a la conclusión de que del aburrimiento surge la creatividad. Eso sucede si buscas un estímulo en tu propia cabeza, no en el entorno, y empiezas a pensar. En nuestra mente podemos encontrar lo que queremos. Cuando soñamos despiertos y dejamos vagar la mente podemos llegar a nuestro subconsciente. Y esto nos lleva a la creatividad, porque hace ver las cosas de forma diferente y puede llevarnos a inventar soluciones imaginativas.

¿Estamos buscando estímulos permanentemente?

Sí, ese es el problema, que el cerebro siempre está activo, incluso cuando dormimos. Constantemente buscamos estímulos. Está comprobado que cuando recibimos incentivos se dispara la dopamina, un neurotransmisor que es como una droga, y que nos hace adictos. Se ha llegado a comparar la dopamina con la cocaína. El problema es que nunca estamos satisfechos y siempre buscamos más.

¿No sabemos aburrirnos?

Exactamente. Parece que esté mal visto aburrirse. Intentamos no estar hastiados y lo primero que hacemos es recurrir al mundo digital. Estamos todo el rato navegando, abriendo pantallas y tecleando.

Esto es peor en jóvenes que no saben vivir sin tecnología...

Los niños están sobreestimulados, de hecho, antes de que nazcan ya les estamos ofreciendo estímulos que no necesitan. Creemos que así seremos buenos padres. Le queremos dar lo último. Los estamos criando en un ambiente hiperexcitante donde siempre hay cosas que hacer. Y con esto les estamos quitando al oportunidad de que ellos generen sus propios recursos y herramientas para lidiar con el aburrimiento.

Ahora que hay mas distracciones de las que ha habido jamás, parece que los niños están más aburridos que nunca.

Así es. Lo que esté pasando es que se están acostumbrando a un ambiente muy intenso e hipersestimulado donde todo cambia y se mueve muy rápido. El cerebro se habitúa y cuando hay menos estímulos y se tienen que sentar a leer un libro, a hacer unos deberes o a estar más tranquilos, no pueden lidiar con ello. Estamos llegando a una situación en la que los libros no son lo suficientemente emocionantes para los niños. Ahora están de moda las historias on line, en las que los niños pueden cambiar el relato, para que aparezca un monstruo, ruidos... para que sean más estimulantes. Incluso aprender a caminar, que para un niño pequeño debería ser la cosa más emocionante de su vida, se lo fomentamos con caminadores que tienen música, ruidos, botones, colores... ¡Cómo si el aprender a caminar no fuera lo suficientemente interesante! Estamos criando niños acostumbrados a altísimos niveles de estimulación que a la mínima que bajan los niveles, se aburren, y cuando les piden que se concentren para preparar un examen no pueden y entonces los diagnostican de TDAH...

¿Estamos criando niños frustrados?

Estamos criando niños con un nivel muy bajo de tolerancia al aburrimiento. Cada vez van a necesitar mas estímulos para llegar a los niveles que requieren. Sufro por estos niños que han perdido la capacidad de asombrarse, de dejar vagar la mente, de crear...

¿Reciben los niños información antes de tiempo? ¿Se lo damos todo hecho?

Actualmente todo es muy pasivo, hasta los juegos de creación vienen en forma de kit. Incluso el Lego. Antes te daban la caja con las piezas y hacías lo que querías, ahora ya te dan las piezas exactas para hacer lo que indica la caja. Me preocupa esta pérdida de creatividad y me pregunto que pasará en la próxima generación.

¿Por qué los niños se aburren en la escuela?

Este es un tema que a mí me intrigaba mucho, porque hoy en día tienen una vida escolar muy emocionante y estimulante, con pantallas interactivas, iPads, lecciones apasionantes, matemáticas y música juntos, viajan para aprender historia... viene gente a verlos que les explica de todo... ¿Cómo es que se aburren tanto? La razón es que cuanto más cosas tienes, más quieres, y están perdiendo la habilidad para lidiar con bajos niveles de estimulación.

Hay otra razón, y es que en muchas escuelas están obsesionados con los exámenes, y, a menudo, los niños no aprenden cosas nuevas, sino que repasan lo ya estudiado y se aburren. También ocurre que, a veces, los estudiantes no ven el sentido de lo que están aprendiendo, creen que no es relevante para el mundo real. Incluso el escribir a mano está pasado de moda, y hay alumnos que no le ven el sentido a hacerlo si se puede escribir en ordenador. Si no ven la relevancia o la función de lo que aprenden, se aburren. La clave es encontrarle un sentido a lo que estén haciendo. Que tengan un objetivo.

¿Y en los lugares de trabajo?

Los ambiente laborales han cambiado mucho en los últimos 40 años. Ahora esta todo mas informatizados. Hacemos siempre lo mismo de manera repetitiva, y la rutina y la repetición son los factores que inciden en el aburrimiento en el trabajo. Hay más burocracia, más papeleo, muchas reuniones que todo el mundo odia. Y esto contribuye mucho al aburrimiento laboral.

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