Coronavirus

Niños y adolescentes agredidos por sus padres suponen casi el 50% de las llamadas de ayuda recibidas en Anar

A pesar de estar en un entorno supuestamente «seguro», el confinamiento desata la violencia familiar sobre los menores

Carlota Fominaya

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A pesar de estar en un entorno supuestamente «seguro», los datos de la Fundación Anar publicados ayer señalan que la violencia intrafamiliar hacia los menores de edad se ha incrementado de forma notable durante el estado de alarma, y alcanza ya el 50% de las peticiones de ayuda recibidas por la entidad . De esta forma, durante el periodo del confinamiento, el chat habilitado por la organización recibió un total de 1.441 peticiones de ayuda, de las cuales casi la mitad de casos atendidos son ya por violencia padecida por los niños y adolescentes.

La desescalada no minimiza

El canal, que por cuestiones logísticas empezó a operar el 23 de marzo, pasó del 36,1% de casos ese primer día a un 47,7% un mes y medio más tarde (datos a 3 de mayo). «Ni la esperada desescalada ha logrado minimizar estas cifras», advierte Benjamín Ballesteros, director de programas de Fundación Anar. A este psicólogo le llama poderosamente la atención cómo lo están viviendo los chicos: «Desde un punto de vista psicológico, hemos detectado un aumento dramático de los niveles de tristeza, ansiedad y miedo, sentimientos que declaran un 23,5% de las consultas realizadas. Pero lo más significativo que hemos visto respecto al año pasado es el aumento de las ideas e intentos de suicidio y autolesiones». Según la Fundación, estos casos concretos han pasado del 1,9% de media en el último año a un 8,3% durante estos días lo cual, prosigue Ballesteros, «no es tanto como uno de cada diez, pero casi». «Sin duda, estas señales nos deben hacer pensar en el grado de desesperación padecida por este colectivo sin posibilidad, por desgracia, de escape o huida», añade.

El reducido espacio físico al que ha obligado el confinamiento en muchos casos es una de las causas señaladas por Ballesteros para el aumento de la violencia en los hogares. «La frustración que produce el encierro en un piso de dimensiones reducidas con toda la familia dentro se transforma en agresividad, sobre todo en personalidades violentas que vuelcan su ira sobre los más débiles. No hay duda, los problemas de relación familiar se agravan durante estos días en los que el roce es mayor y no hay posibilidad de relación física con otras personas que enriquecen las relaciones y generan un desahogo».

Estrés por la presión laboral

A la difícil situación del confinamiento, los expertos de Anar añaden que hay muchas personas con un alto nivel de estrés debido a la presión laboral y a la incertidumbre económica que causan los ERTEs, las empresas que anuncian problemas financieros, la ausencia de ingresos en el caso de los autónomos... A esto habría que añadir, recuerda el director de programas de Fundación Anar, que hay muchas personas «que se ven enormemente preocupadas por el miedo a perder a un familiar o persona allegada que está gravemente enferma por el Covid-19 o que se encuentran con el dolor de la pérdida de un ser querido del que no han podido despedirse. Estas situaciones producen un ambiente familiar de malestar, tristeza, ansiedad y tensión difíciles de gestionar para los afectados y que influyen en los menores de su entorno».

Por último, desde la Fundación concluyen recordando que los niños siguen padeciendo, aunque en mucha menor medida, agresiones extra familiares, como ciberbuylling y otras formas de ciberacoso que se producen en las redes sociales .

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