«Es necesario que los logopedas entren en las escuelas»

En cada aula de niños de entre cuatro y cinco años, hay dos que tienen trastornos graves del lenguaje de causa desconocida

S. F.

Rehuir la mirada del adulto, no señalar con el dedo y mostrar falta de expresividad son algunos de los signos de alerta que presenta un bebé con un trastorno del espectro del autismo (TEA). Y, según estudios europeos, uno de cada cien niños tiene TEA en Europa. En España no existen estudios poblacionales ni censos oficiales de este trastorno del neurodesarrollo que muestra deficiencias en la comunicación, el lenguaje y la interacción social. Las familias que tienen un niño con TEA «a menudo se encuentran poco orientadas en el sistema sociosanitario», explica Alfonso Igualada, director del grado de Logopedia, que ofrecen conjuntamente la Universidad de Vic - Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC) y la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) . «La derivación entre especialistas a menudo les hace perder tiempo para derivar a los niños a los profesionales adecuados», alerta. Para el especialista, la solución llegará cuando, desde la atención médica primaria, se efectúe una derivación directa a los logopedas .

Cuando un bebé muestra poco contacto visual con las caras de los adultos durante los primeros seis meses de vida, cuando no sigue su mirada cuando tiene ocho, cuando no presta atención a los objetos que lo rodean de los seis a los doce meses, o cuando no señala con el dedo (que es una de las conductas comunicativas tempranas de los niños), puede padecer un TEA. Para Igualada, «los profesionales de atención primaria en los centros de salud deben saber reconocer estos signos de alerta para asegurar una atención precoz de las patologías de la comunicación y del lenguaje».

En España, los centros de atención precoz cuentan con logopedas especializados en los trastornos del desarrollo para atender a niños hasta los seis años. Alfonso Igualada explica que «es crucial que haya una buena coordinación entre los servicios sanitarios, como los médicos de atención primaria y los neuropediatras, con los centros de atención precoz para asegurar que el TEA se detecta desde los inicios».

Esta coordinación entre los centros de atención precoz también se asegurará en el traspaso de la información a los centros educativos. Y es que en cada aula de niños de entre cuatro y cinco años, hay dos que tienen trastornos graves del lenguaje de causa desconocida. Igualada afirma que es necesario que los logopedas entren en las escuelas.

Signos de alerta del TEA

Alfonso Igualada expone algunas de las señales que deben hacer levantar la alerta de los profesionales sanitarios y del lenguaje respecto al TEA.

• En el plano comunicativo:

- No mira la cara de los adultos durante los seis primeros meses de vida.

- No sigue la mirada del adulto cuando la dirige hacia algún lugar cuando tiene unos ocho meses.

- No muestra atención conjunta con el adulto hacia objetos y eventos cuando tiene entre seis y doce meses.

- No señala con el dedo.

• En el plano perceptivo:

- No reacciona a los sonidos del entorno.

- No reacciona a palabras frecuentes , como mama o papa.

- No distingue entre palabras conocidas.

• En el plano expresivo:

- El llanto no disminuye, las vocalizaciones no aumentan. A lo largo de los seis primeros meses, los niños desarrollan la habilidad de efectuar vocalizaciones con diferentes entonaciones, por lo que van reduciendo el llanto.

- No emite repeticiones de sonidos.

- No asigna sonidos a referentes.

- No dice palabras. Hacia los dieciocho meses, el léxico oscila entre las diez y las cincuenta palabras.

- No hace combinaciones de palabras.

• Otros factores:

∙ Existe una pérdida o un retroceso en habilidades del lenguaje o sociales previamente adquiridas.

∙ Muestra una preferencia persistente por estar solo.

∙ Tiene dificultad para entender las expresiones de emociones (cara y sonidos).

∙ Se resiste a pequeños cambios de rutinas o al entorno.

∙ Se producen conductas repetitivas (balanceo, giros, movimientos repetitivos, alineación de objetos).

∙ Presenta una reacción inusual e intensa a sonidos, olores, texturas, luces o colores.

∙ Existe una reducción en la imitación de movimientos y sonidos.

∙ Muestra un pobre desarrollo del juego simbólico pasado el primer año de vida (por ejemplo: no da de comer a los muñecos, no hace caminar a los animales o no representa los movimientos de los coches de juguete).

Si alguno de estos síntomas aparece, Alfonso Igualada afirma que hay que derivar al bebé a un logopeda , quien hará una evaluación de la comunicación y del lenguaje y especificará una rehabilitación en caso de que lo crea necesario. Además, si hay una regresión del lenguaje, hay que hacer un examen neurológico al niño. En cualquier caso, y siguiendo la guía de la Haute Autorité de Santé (2018), Igualada recomienda que el tiempo de espera desde la detección de signos de alerta hasta la intervención no supere los tres meses.

La Academia Americana de Pediatría aconseja efectuar una prueba de cribado para detectar TEA a todos los niños de entre 18 y 24 meses, y aquellos que muestran factores de riesgo (como sería el caso de los hermanos por cuestiones genéticas) deberían ser derivados a una evaluación exhaustiva de la comunicación y el lenguaje .

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