«Muchos padres van el lunes al trabajo con la sensación de descansar del fin de semana en casa, en familia»

Ana Asensio, psicóloga de Vidas en Positivo, explica cuáles son motivos que más discusiones generan en las familias en el fin de semana

Laura Peraita

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La llegada del fin de semana se plantea de forma muy diferente en función de si se tienen hijos o no. La sensación de descanso, de paz, de libertad, ocio, disfrute, tiempo libre varía según la etapa familiar que se esté viviendo. Según Ana Asensio, psicóloga Vidas en Positivo, sea cual sea la situación personal de cada uno, en el fin de semana en familia se puede descansar y disfrutar, pero hay que saber cómo y cuándo.

¿De qué manera influye la llegada del fin de semana en las familias en general?

Lo normal es que los padres lleguen al viernes cansados, o con ganas de relajarse y de distensión adulta, pero en periodo de crianza no siempre es posible realizarlo plenamente. Se puede descansar mentalmente del trabajo, o de la rutina de la semana, de los horarios..., pero físicamente probablemente la exigencia sea elevada, sobre todo, cuando los hijos son pequeños y hay situaciones que afrontar, como son las noches sin dormir, las rabietas, las siestas, la adaptación de nuestros niños a la hora de salir fuera…

Es cierto que conforme se avanza en la crianza y los hijos crecen, la demanda física es menor y aumenta la demanda psicológica. Los niños también suelen llegar cansados al fin de semana, pero tienen mucha energía interna, un gran entusiasmo por todo y no se regulan internamente como adultos. Estas son claves a atender para mejorar la convivencia y comprender muchas actitudes en nuestros pequeños.

-¿Se enfrentan algunos padres a un escenario de pánico cuando llegan al sábado y domingo por tener que estar todo el día juntos?

A veces sí que se vive un escenario de pánico porque la ruptura del cambio de rutina del fin de semana es fuerte, y porque los niños pequeños no adaptan tan rápido los cambios en sus rutinas de alimentación y sueño como lo podemos hacer los adultos. Y porque sabemos que la familia es un «trabajo» desde el corazón que requiere mucha atención y energía.

Hay una parte de dedicación a la familia e hijos que requiere atención de calidad por nuestra parte. Esto hace que muchos padres vuelvan el lunes más cansados a trabajar o, incluso, con la sensación de llegar al trabajo el lunes para poder descansar un poco del fin de semana en casa, en familia.

Es habitual cambiar de hábitos y patrones cuando nuestros hijos son pequeños, y más si hacemos planes con familias en igual situación, puesto que facilita mucho la comprensión de que lo que nos sucede es parte de la normalidad, y también porque en compañía uno se siente mejor.

¿Por qué? ¿En qué casos?

La sensación que se tiene suele ser «dual», por un lado es esa sensación de «amor romántico» de «¡qué bien, fin de semana en familia, a pasarlo bien, a descansar, a hacer planes..!». Y, otras veces, el pensamiento se inclina más por «¡madre mía, finde horribilus!», y se nos ponen los pelos de punta de pensar que pueda ser como el fin de semana anterior, por ejemplo.

En ocasiones, el fin de semana transcurre como lo que llamamos «fluido», en el que parece que todo encaja bien. Tendemos a analizar los motivos: «será porque hoy ha comido un cuarto de hora después, porque durmió media hora más, porque hemos quedado con amigos y está más contento…».

Hay fines de semana que desde por la mañana ya se palpa en el ambiente que algo no fluye, algún gritito, lloro, inquietud, esa percepción que tenemos los padres y lo sabemos… y ahí tenemos el indicador de que este fin de semana mejor que estiremos nuestra paciencia y amor. En ciertas ocasiones puede salir la vena instintiva de supervivencia y de salir corriendo inventándonos mil gestiones que hacer; o la vena de carácter fuerte desproporcionado y acumulado, que hace que el ambiente se revuelva a un más, se agrande la bola de nieve y acabemos acusándonos, discutiendo y de mal humor todos en casa.

Imagen de Ana Asensio, psicóloga

Aunque el fin de semana está para descansar, ¿es habitual que aumenten los conflictos?

Cuando hay más convivencia es más probable que aumente todo; los conflictos, pero también la comunicación, las risas... y los roces. El tiempo es lo que tiene; la convivencia, también. Pero nuestra naturaleza es social y buscamos crecer a través de experiencias compartidas.

En las familias es importante recordar que no sucede como en el trabajo o en el colegio, que todo está bastante pautado y estructurado. La vida de casa contiene espacios de esparcimiento, relax, momentos de película y mantita, de querer leer, arreglar algunas cosas, hacer la compra, comer relajadamente o, incluso, no saber lo que vas a hacer en la media hora siguiente de tu fin de semana. Eso también altera en parte el ambiente de una manera sana.

A veces, cuando los niños son pequeños, tendemos a volvernos rutinarios e, incluso, algo «rígidos» en hábitos para evitar aumentar parte de los conflictos y entrar en pánico. Posteriormente, con el tiempo, se vuelve a la flexibilidad, ya que la madurez lo permite y es muy saludable también.

¿Qué problemas son los más habituales en el enfrentamiento padres e hijos en estos días?

Que los padres quieran descansar un ratito y los hijos requieran atención o perturben el descanso con su conducta o necesidades, que los padres quieran que sus hijos coman adecuadamente, que organicen un poco más su tiempo, que duerman la siesta, que se entretengan solos o vean una película, que colaboren en casa, hagan sus tareas, etc…

Y, por otro lado, que los hijos quieran pasar todo el tiempo con sus padres, que se aburran, se peleen entre hermanos y alteren el ambiente, que quieran estar todo el día pegados a algo digital, no quieran dormir, o comer, ni respetar las normas de casa, etc…

¿Cómo influye en los hijos esta situación?

Es una fuente más de estrés, pero es un estrés para crecer, para madurar. Si la casa se desborda siempre, y se convierte en una locura incontrolable, los niños sentirán angustia, nerviosismo y probablemente ansiedad. Y al llegar el fin de semana estarán más alterados que de costumbre.

Pero si el fin de semana se asume como un espacio de acople, según las etapas que vamos viviendo como familia y las edades de nuestros hijos, y aceptamos lo que hay acogiéndolo con el mayor cariño que podamos, mejorará nuestro clima familiar. Es importante recordar que todo es cambiante, y temporal, y en la crianza de los hijos esto se aprecia mucho más y requiere de especial atención.

¿De qué manera pueden los padres evitar estos conflictos cuando tienen tiempo para disfrutar de sus hijos?

Pueden evitar los conflictos intentado estructurar el tiempo lo mejor que se pueda. Los niños requieren atención, la necesitan, es sano y humano. Y también es sano enseñarles, poco a poco, a poder estar ratos a solas entreteniéndose con algún juego, libro, o descansando sin más. Lo que no es saludable es estar todo el tiempo haciendo cosas de «acá para allá» con rapidez, cierta prisa, y no parar mucho.

Y esto es algo en lo que caemos muchas familias por intentar apaciguar el ambiente alterado y lo que produce es mayor sobrecarga en el sistema.

Otra cosa que hacemos por desconocimiento las familias y creyendo que es lo mejor, es estar todo el tiempo ateniendo a los niños, sobre-atenderles o, al contrario, olvidarnos de que existen para que así aprendan a estar solos. Lo importante es encontrar ese sabio, y deseado equilibrio según sea cada día, atendiendo a lo que se va presentando. Ese es el arte de vivir.

También es sano que haya lloros, aunque sea muy incómodo. Es sano que entre los papás nos repartamos la tarea para que el otro descanse, aunque eso signifique que en algunos momentos no podamos disfrutar del tiempo juntos. Es sano compartir a los peques con los abuelos o familiares si los tenemos cerca y ellos quieren hacerlo. También lo es buscar alguna actividad sencilla, cómoda, que sea adaptada a la edad y no nos «apriete» más de lo que ya puede ser un fin de semana intenso.

No hay que olvidar que los niños muchas veces están también muy cansados de la semana, y lo que necesitan, en ocasiones, es descansar y como muchas veces no tienen madurativamente regulación interna, necesitan aprenderla de fuera; es decir, que les llevemos a dormir la siesta y nos tumbemos con ellos si hace falta o les leamos un cuento, que les ayudemos a entrar en calma, a bajar la activación. O que variemos con sutileza, y sin prisas, si la ocasión lo acepta, la rutina para poder desayunar un poco más tarde, o que estemos en casa sin hacer nada en concreto, etc… Eso produce mucha calma interna en nosotros y, como consecuencia, en ellos que son esponjas emocionales también.

Si se vive como algo saludable, hay que enseñar a nuestros pequeños, la calma, el aburrimiento, el descanso, el respeto por los ritmos internos, los espacios de «no productividad», de recarga de la batería interior, tiempo de calidad juntos, de disfrutar esos momentos de relación sin que sintamos estar perdiendo el tiempo o que no llegamos a algún sitio. Es importante recordar que no hay sitio donde ir, ni lugar más importante que tu corazón y lo que en él habita. Esto será un gran regalo de vida para ti y toda la familia.

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