Torrijas, pestiños... Reposterapia de Semana Santa, un plan '10' para mayores solos

La Fundación Grandes Amigos y Azucarera son los responsables de la puesta en marcha de estos talleres

Carlota Fominaya

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Torrijas, pestiños, monas de pascua... Un grupo de mayores en situación de soledad y voluntarios jóvenes de la Fundación Grandes Amigos se afanan con distintos dulces de Semana Santa, que luego degustan mientras comparten experiencias de vida. La reconfortante y orginal iniciativa, que cuenta con el apoyo de Azucarera, se denomina «Reposterapia» , y supone una buena ración de compañía y bienestar emocional.

«Lo pasamos genial. No he cocinado mucho, pero sí que me lo he comido. Lo importante es el rato que hemos estado juntos, la charla... Las personas necesitamos comunicarnos, hablar con los demás... En definitiva, socializar. Cuando te jubilas parece la panacea pero tienes demasiadas horas libres y cada vez menos gente con las que compartirlas. Al final, estamos matando el tiempo. Yo estoy deseando que mis hijos me manden a hacer recados, ¡me hacen un favor!», reconoce entre risas Ángel, de 82 años y participante de los diversos planes ofertados por Grandes Amigos . «Mantenerse activo y socializar es la clave de un buen envejecimiento» , asegura.

La inspiración para este proyecto surgió tras constatar el aumento del interés por los temas relacionados con la respostería durante la pandemia. «En Google se cuadriplicó la búsqueda de la palabra levadura», desvela Carol Durán, de Azucarera. Esto, unido al evidente envejecimiento de la población española y al aumento de personas en soledad, dio lugar a estos talleres de ‘Reposterapia’, cuyo fin es conectar a los jóvenes con la sabiduría y el legado de los más mayores.

Beneficios para todos

Qué duda cabe que las personas mayores, recuerda José Ángel Palacios, responsable de comunicación de esta fundación, « son generalmente los más afectados por la soledad, lo que implica un mayor riesgo de problemas físicos y mentales . Pero también sabemos que cocinar en familia o con amigos refuerza vínculos afectivos, lo que tiene efectos positivos en la salud emocional y psicológica . Es ahí donde nos hemos apoyado para poner en marcha estos talleres tan ‘nutritivos’ en todos los sentidos, que han encontrado en la tradición culinaria una forma excelente de compartir experiencia y sabiduría».

Para los asistentes de más edad, prosigue Palacios, « los beneficios son enormes, ya que se trata de una actividad estimulante , que les hace sentirse ocupados y ejercitar la mente, además de fomentar su independencia. De hecho pensamos que acudir a este tipo de encuentros puede ayudar a retrasar el deterioro cognitivo e, incluso, mejorar su autestima».

Cocinar «a puñados»

Pero si el beneficio para los abuelos es obvio, para los voluntarios de menor edad también es enorme: « Compartir tiempo y conocimiento o lecciones de vida con personas de generaciones anteriores , que cocinan "a puñados” sin seguir unas medidas o unas normas estrictas, les ayuda a relativizar los problemas de hoy en día, quitarle hierro a las cosas que no son importantes , no estresarse tanto, no sobreracionalizar ni sobrepreocuparse demasiado...», sugiere Palacios.

Esa es la vivencia de Ana, una joven voluntaria de 39 años que comparte muchos de sus ratos libres con mayores de esta entidad: «Me gusta mucho hablar con gente mayor. Yo tenía muy buena relación con mis abuelos, ya fallecidos, por lo que formar parte de una organización como esta me parecía una excelente forma de retomar una amistad con personas mayores. La opción de ‘Grandes Vecinos’ a la que estoy apuntada me permite conocer gente de mi barrio que me puede transmitir cómo era la zona antes, mientras que yo acompaño a señoras de mi misma comunidad que necesitan, por ejemplo, que alguien vaya con ellas al médico... A mí me ha dado mucho pero en este tipo de quedadas nos retroalimentamos todos», asegura.

No en vano los jóvenes, prosigue Palacios, «siempre vamos muy deprisa, pensando que el aquí y ahora es lo que importa. Esta sociedad tan cortoplacista nos hace olvidar las cosas que realmente dan sentido a la vida y, además, impide que nos visualicemos en nuestra propia vejez, en la que estaremos todavía más solos. Pero relacionarnos con las personas mayores nos puede ayudar a las dos cosas. Aprender de su experiencia de vida y compartir momentos de felicidad mutua».

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