«Normas y límites sí, pero sin frenar a los niños»

Ernesto López Mendez firma, junto a Jesús Paños, Miguel Costa y María Paz García Vera, el libro «Familias competentes», una especie de vida para mejorar la convivencia en casa y entrenarse en la eduación positiva

Familias Fotolia
Helena Cortés

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Ser padre es un reto diario. Un oficio que difícilmente se puede aprender y en el que siempre se puede mejorar. O al menos esto es lo que creen los psicólogos Ernesto López Méndez, Jesús Paños Martín, Miguel Costa Cabanillas y María Paz-García Vera, que llevan años analizando en sus consultas e investigaciones la vida familiar. «La inmensa mayoría de madres y padres, cuando no llegan con un problema gordo, nos preguntan pistas para hacer mejor las cosas. Y yo creo que podemos avanzar en varios aspectos», explica el primero, especialista también en medicina familiar y comunitaria. De estas inquietudes compartidas nació « Familias competentes. Por una convivencia confortable en casa» (Pirámide), primer volumen de una serie dedicada a la educación positiva, «que no excluye los problemas» . «Aunque es difícil y hoy en día no se tiene el mismo tiempo que se tenía antes, o precisamente por eso, tiene mucho valor embarcarse en ese reto de intentar ser mejores. Podemos crecer en esta profesión de ser padres», añade el autor.

Más allá del reto que suponen las nuevas tecnologías , López Méndez señala que hay varios problemas recurrentes que complican la covivencia en casa. «Uno de ellos es la comunicación y la interdependencia . Cuando un adolescente plantea un problema pensamos que es cosa suya y nos cuesta entrar ahí. Debemos entender y aceptar que nosotros jugamos ahí un papel importante, y eso es algo que cuesta. Otro aspecto importante es recurrir a las etiquetas . Decimos a un niño que es desobediente o rebelde, y eso es delicado, porque las etiquetas validan o invalidan. Son cosas que se dicen sin darnos cuenta y cuando se repiten los niños acaban entrando en ese papel. Debemos tener también cuidado con nuestro propio ejemplo porque los niños cogen por imitación muchas cosas, también nuestras fobias, miedos... Y hay un cuarto elemento donde hay margen de mejora, en el "feedback" que les damos . Cuando les queremos corregir decimos lo negativo, en lugar de decir también lo bueno con peros: "Sería estupendo si..."».

Sin embargo, a estos especialistas no les gusta hablar de fallos, sino de cuestiones que hay que «afinar» gracias a poderes como el de la aceptación, el ejemplo, la reciprocidad, la autonomía, el elogio sincero, la escucha activa... « Escuchar sin juzgar no es fácil , y eso en la adolescencia es capital», plantea López Méndez. «La empatía es importante. No hay que quitarle trascendencia a lo que cuentan, porque ellos han vivido esa experiencia de esa forma y necesitan que sea entendida con ese calibre. De ahí que a veces se cree con la juventud una distancia enorme», puntualiza.

La educación ha cambiado mucho en los últimos años, olvidándose del cachete y el castigo y acercándose a modelos «más democráticos». Pero apostar por la educación positiva no quiere decir que los límites no sigan siendo importantes. «Hay situaciones que no se deben sobrepasar, y eso hay que inducirlo desde bien pronto. Las normas son como los límites del campo, están ahí pero no te impiden jugar. Por eso les hemos dedicado un capítulo entero en el libro. Es importante, sobre todo con adolescentes, llegar a pactos y escuchar mucho. La tentación de querer ganar siempre puede llevar a ganar y perder», cuenta este médico especialista en cuestiones familiares y comunitarias.

Fuera de casa

Muchas veces, se cree que hay niños incorregibles o rebeldes por naturaleza. «Todos traemos de serie la queja o la protesta contra aquello que nos molesta, pero también está en nuestra naturaleza la capacidad de comunicarnos. A veces hay que pensar qué ha pasado en esas relaciones familiares para que un joven se encierre en su mundo y sea impermeable. A veces los adolescentes nos evitan porque somos aversivos pero nos siguen necesitando», argumenta el experto, que dedica el libro a sus nietos y cree que ni abuelos ni tíos deben «malcriar» a los más pequeños. «Normas y límites sí hay que ponerles, pero sin frenarles, fomentando su autonomía »,

¿Sería importante poner en práctica también esta educación positiva en el colegio, incluso en la sociedad? «La convivencia que se forja en casa determina cómo nos comportamos en la calle y hasta en los parlamentos. A veces cuando damos estas charlas en los colegios decimos de broma que todo esto es útil siempre y cuando no lleguen a diputados », bromea López Méndez, que reconoce que entre los maestros y maestras actuales hay mucha formación en cuestiones pedadógicas. Y si no, siempre está el contrapunto del hogar. Incluso cuando hay problemas de convivencia entre los padres y estos deciden divorciarse, apostar por tratar de poner en marcha todos estos mecanismos o «poderes» puede ayudar a «amortiguar el golpe».

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