EDUCACIÓN

Las 5 mejores prácticas del mundo dirigidas a menores tutelados

El 52% de los niños bajo tutela no termina la ESO

MADRID Actualizado: Guardar
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Uno de los asuntos que más preocupa de los menores tutelados por la Administración es el futuro profesional que les espera cuando cumplen los 18 años y dan, en la mayoría de los casos, un salto al vacío al abandonar los centros, pisos o familias de acogida. Máxime cuando el 52% de los alumnos tutelados no termina sus estudios de la ESO, según datos de un estudio del Instituto de Trabajo Social y Servicios Sociales (Intress) que presentará la próxima semana.

En un intento por mejorar las condiciones educativas de estos adolescentes, Intress y la organización UpSocial han trabajado durante más de un año en identificar las prácticas más innovadoras y probadas con éxito en diferentes partes del mundo.

De los 96 proyectos analizados, estas dos organizaciones han seleccionado cinco iniciativas –de España, Sudáfrica, Estados Unidos, Noruega y Alemania–, que reúnen las mejores acciones para jóvenes tutelados, pero también las que mejor se pueden ajustar a nuestro país en aras de ampliar las oportunidades para aumentar el bienestar personal y profesional de estos chicos.

Distintas iniciativas

Son programas que incluyen desde mentores, personas de referencia a las que los jóvenes puedan recurrir para no encontrarse perdidos una vez que son mayores de edad y abandonan los centros, hasta prácticas laborales en empresas para que se den cuenta del valor que tiene la formación para su futuro laboral o, incluso, iniciativas en las que son los tutelados quienes diseñan propuestas para que el paso por los centros sea mucho más óptimo. El asunto no es baladí. En España hay 35.000 niños tutelados por la Administración, de los cuales 14.000 están en centros residenciales y el resto en familias de acogida. La mayor parte de estos menores se concentran funtamentalmente en el tramo que va de los 12 a los 18 años.

Situaciones complicadas

Es en las dificultades de ese tramo escolar en particular donde se detiene el estudio de Intress al que ha tenido acceso ABC. Entre sus conclusiones destaca que el 73% de los jóvenes de 15 años en la población en general realiza el curso académico que le corresponde, mientras que en el caso de los alumnos tutelados solo lo hacen el 32%. El problema, explica Javier Martínez, director general de Intress, «es que el 15% de los estudiantes de la población general no acaban la ESO, porcentaje que se dispara al 52% de la población tutelada».

Explica que la razón no está «en que la gestión de la Administración o de las familias que acogen a los menores no sea buena, es que estos menores tutelados han vivido una situación previa muy complicada. Antes de ser tutelados, la mayoría no asistía a clase y arrastra los defectos de vivir en familias desestructuradas sin orden ni control, lo que les desestabiliza emocionalmente».

La solución, en su opinión, no pasa por aumentar el número de centros residenciales de acogida, sino en que sean acogidos menos niños porque existe una labor de prevención tal, que lo hace innecesario. «Para que esto sea una realidad, sería imprescindible crear una mayor atención temprana de los menores de 0 a 3 años y de 3 a 6 años, con el objetivo de evitar que ingresen en centros residenciales y puedan estar en familias de acogida que les doten de la educación y los valores necesarios para tener una vida ordenada», puntualiza el director de Intress.

También es necesario, prosigue este experto, que «España cuente con el marco legal que favorezca que las familias en general tengan menos trámites y más facilidades para poder acoger a menores en tutela porque, no hay que olvidar que se trata de niños con necesidades especiales, y de edades muy variadas, y que hay que cubrir muchos de sus gastos porque el Estado solo asume una pequeña parte del coste».

De hecho, una de las reclamaciones que hace la Asociación Estatal de Acogimiento Familiar (Aseaf), compuesta por más de una decena de asociaciones de acogida de toda España, es el establecimiento de una prestación básica para los menores acogidos, de la que las distintas comunidades autónomas puedan partir para acabar con las desigualdades territoriales que hay en la actualidad. «Hoy existe una gran disparidad. En unas comunidades las familias reciben ayudas para el material escolar, para tratamientos sanitarios, etc., en otras no», asegura Elvira Perona, miembro de Aseaf.

Cambio cultural

Un cambio cultural es otro de los requisitos para mejorar la situación de estos niños, «porque la sociedad es muy hedonista y a las familias les cuesta mucho asumir el cuidado de un menor, sobre todo a las que ya tienen hijos. No son conscientes de todas las ventajas que supone para la sociedad tener un menor en acogida: su incidencia en delitos será menor o nula, obtendrá mejores resultados en los estudios, será emocionalmente más estable, más productivo laboralmente hablando...», añade Martínez.

Así lo corrobora el catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla, Jesús Palacios, quien insiste en la necesidad de fomentar el acogimiento familiar frente al residencial, ya que los centros residenciales no pueden cubrir todas las necesidades de los menores. «Tenemos suficientes argumentos para asegurar que los centros de internamiento no satisfacen todas sus necesidades, fundamentalmente, de tipo social, emocional o relacional». «Los niños que crecen en centros residenciales sufren procesos de recuperación más largos que los niños que viven en una familia». El hecho, concluye, «es que estos menores proceden de situaciones conflictivas, por lo que necesitan un ambiente estable, reparador y terapéutico que debe ser familiar, en el que haya alguien que viva entregado a ellos, que les regule su conducta y sus emociones».

Estas son las buenas prácticas:

1. Punt de Referència (España). Este proyecto implantado en Barcelona facilita a los jóvenes extutelados la posibilidad de contar con una persona adulta de referencia que le acompañe tanto en su proceso de emancipación como en las cuestiones cotidianas. Combina voluntariado e intervención profesional para fomentar un modelo de ciudadanía que permite revisar estereotipos y prejuicios, fomenta la igualdad de oportunidades y crea redes entre diferentes grupos sociales.

2. Ikamva Youth (Sudáfrica). Con este programa se persigue el apoyo tutorial extraescolar y la orientación profesional a jóvenes de las periferias urbanas. Ayuda a los jóvenes a reflexionar sobre su propio proceso y les implica como agentes activos de la sociedad. Posibilita la atención personalizada, el establecimiento de un grupo de referencia y un sistema de apoyo entre pares. En conjunto se trata de una solución de alto impacto y bajo coste que fortalece a todos los participantes.

3. Spark (Estados Unidos). Esta práctica aporta a los alumnos de esta franja de edad en riesgo de abandono escolar una experiencia de aprendizaje en un entorno laboral (a modo de prácticas) que les permite desarrollar habilidades y apreciar la relevancia de la educación para lograr un empleo.

4. The Change Factory (Noruega). Este programa trabaja procesos de reflexión donde los jóvenes, como usuarios de estos servicios de tutela y expertos en el sistema, diseñan sus propias propuestas de cambio con el objetivo de mejorar su paso por estas instituciones. Tiene una clara voluntad de transformar el sistema de tutela.

5. Generationsbrücke (Alemania). A través de encuentros entre niños y mayores de residencias de la tercera edad, este programa genera un gran entendimiento intergeneracional y empatía. Produce gran impacto porque introduce en los niños referentes adultos y genera vínculos afectivos con un modelo de referencia.

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