Familia

«El niño que no vive con sus padres no debe tener esa marca toda su vida»

El director del Instituto de Trabajo Social apoya nuevas fórmulas de mejora para que los menores bajo tutela tengan un futuro mejor

Madrid Actualizado: Guardar
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Uno de los graves problemas de los menores que son tutelados por la Administración es que cada vez llegan más tarde a estos servicios de protección, asegura Javier Martínez, director general de Intress (Instituto de Trabajo Social y de Servicios Sociales). Este retraso se debe «a que se intenta que el niño esté el mayor tiempo posible en su hogar, aunque a veces se retarda una salida que hubiera sido mejor realizarla con antelación. Pero eso es fácil decirlo a posteriori».

Cuando el apoyo nuclear no funciona, lo más habitual es que la familia extensa tampoco sirva como posible solución para el menor. «Lo ideal sería que se mantuviera con la familia extensa y que ésta recibiera una preparación para que la acogida sea la adecuada», apunta.

Otro de los graves problemas es que cuando los jóvenes cumplen los 18 años salen de las residencias y tienen que dar un salto al vacío. Tienen menos oportunidades laborales, más posibilidades de reproducir conductas inadecuadas que han vivido en su infancia y de no cumplir con el contrato social de respetar unos derechos y deberes que todos tenemos con la sociedad en la que vivimos.

Todo ello también supone «un coste económico para el Estado porque van a tener una necesidad mayor de servicios sociales tanto de base como especializados porque, entre otros asuntos, pueden desarrollar trastornos mentales. Con mucho menos importe de lo que se destina a paliar estas situaciones, podríamos invertir esta tendencia. Hay que darles las herramientas para que cuando salgan sepan desenvolverse en la sociedad. En infancia tutelada queda mucho por hacer. El niño que no vive con su familia no debe tener esa marca para toda su vida», apunta Javier Martínez.

Reproducir un hogar

Por este motivo, desde Intress, proponen que se intente reproducir al máximo en los centros residenciales una familia normalizada. Es decir, que el niño tenga un vínculo equivalente al de un padre y una madre. Los educadores se encargarían de cumplir este rol, para que los jóvenes tengan quien les sirva de guía, como cualquier padre haría con su hijo.

Otra de las apuestas para mejorar la situación es un servicio materno infantil «para atender a madres y padres que han tenido un hijo cuando ellos no lo han escogido. Suelen ser muy jóvenes y se enfrentan a muchos problemas. Les enseñamos habilidades afectivas y de cuidado para que no llegue un momento en que digan "yo no sé qué hacer con mi hijo” y acabe en un centro residencial», apunta Martínez.

Para buscar más soluciones para los menores, en Intress iniciaron en enero una búsqueda de las mejores prácticas del mundo a la hora de tutelar. Cuatro destinos han sido seleccionados: Sudáfrica, California, Noruega y Barcelona. «Los emprendedores sociales de estas localidades vendrán a España para explicar qué otras fórmulas pueden beneficiar a los niños tutelados para tener una vida mejor».

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