«Tengo tres hijos con una enfermedad rara pero ser madre es la mayor alegría del mundo»

Aida Aguirre es madrina de la II campaña organizada por Fundación +Vida bajo el título «Ser madre es la leche»

Isabel Permuy
Carlota Fominaya

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Aída Aguirre es empresaria, «influencer», y padece una enfermedad rara llamada Síndrome de Ehlers-Dannos que han heredado sus tres hijos pequeños. A pesar de todo, esta mujer manifiesta que «ser madre es la mayor alegría del mundo». Su enérgica defensa de la vida en las redes sociales que maneja la han convertido en la madrina perfecta para la campaña que presentó el pasado martes la Fundación +Vida , bajo el título de «¡Ser madre es la leche!», una iniciativa de recogida de leche en polvo para apoyar en la lactancia a madres sin recursos .

«Este producto básico de primera necesidad para los bebés, con una duración de entre 10 días aproximadamente, tiene un coste de entre 8 y 15 euros por bote, un coste que a las madres les cuesta asumir. Con esta campaña queremos concienciar a la sociedad, y en especial a los jóvenes, de las dificultades que entraña la maternidad para muchas mujeres», explicó Álvaro Ortega, presidente de la Fundación +Vida. Por su parte Duarte Falcó, vicepresidente de la organización, reclamó un apoyo real, «con medidas concretas del Estado, para que ninguna mujer se sienta en situación de desamparo».

La historia de la madrina de la campaña

La vivencia personal de Aída Aguirre es lo que llevó a esta madre a implicarse en la camaña de Fundación +Vida. Tras una trayectoria de éxito, «de buenas notas, de ganadora de concursos de belleza, de licenciaturas, y de masters del "universo"... mi salud empezó a flaquear. Siempre había sido una niña débil, pero lo achacaban a mi altura... y yo quería ser madre. Siempre lo había querido», afirma.

Tras intentarlo durante mucho tiempo, por fin se quedó en estado. «No fue fácil. Basta que lo quieras...», advierte. Y con el nacimiento de su primera hija, empezó también su «calvario». «Sabía que no era cansancio, que me pasaba algo más, pero como coincidio con la muerte de mi madre, todo el mundo creyó que era depresión», indica.

A los pocos meses, se volvió a quedar embarazada por segunda vez, y «la gente me recriminó haberme quedado tan pronto y no haber esperado a cerrar el duelo». Hasta que un día no pudo más. «Quise ingresar en el hospital por voluntad propia, me dolía desde el pelo hasta la punta del pie, pero los médicos no me dejaban porque no tenía fiebre», relata.

Al final, consiguió que la viera un doctor. «Estaba muy asustada, nunca había hablado con mi marido de la muerte, y de qué haríamos con nuestros hijos si yo fallecía. No había hecho testamento», recuerda, entre lágrimas. En aquel momento le dijo a su esposo: «si salgo de esta quiero otro hijo». Y así fue. «Con toda mi situación me había dado cuenta de que yo no era quien para juzgar o decidir sobre la vida de nadie, y que iba a aceptar a mi futuro hijo, viniera como viniera. Estamos aquí para dar soluciones », apunta esta madre.

Tercer embarazo, y diagnóstico

Cuando nació Alexander, el tercero, se mudaron a la Costa del Sol, y Aguirre siguió con sus dolores. «Los doctores lo achacaban a la mudanza, a que no tenía ganas de vivir... ¿cómo va a querer una madre de tres hijos estar en el hospital un 13 de agosto?», se cuestiona. Así hasta que llegó a la consulta de un experto en fibromialgia, quien llegó al diagnóstico final: «tú lo que tienes es el Síndrome de Ehlers-Dannos , que es el síndrome de la hiperlaxitud, tu cuerpo no es capaz de sintentizar el colágeno, lo padece un 3%-5% de la población pero no suele estar diagnósticada», le dijo. «Tomo morfina a diario, pero es la enfermedad más invisible del mundo , y solo se puede investigar y prevenir a través de la alimentación, para no tener tantos dolores. La noticia de que los tres niños la tienen también la acabamos de recibir hace dos semanas ».

Aguirre reconoce que le costó mostrar en redes esta nueva versión de sí misma y de su «debilidad», «porque la gente no quiere ver a una persona enferma . La realidad es que el sufrimiento de una enfermedad invisible como esta se lleva por dentro. Y no hablo por mi enfermedad solo, sino por todas las mujeres agotadas que día a día siguen adelante. Ser madre es la mejor de las alegrías que te pueden pasar. Sí a la vida con todo lo que te toque», concluye.

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