Juanjo Oliva: «La democratización de la moda no existe si se acaba fabricando la ropa en Bangladesh»
El diseñador madrileño está inmerso en la presentación de su colección en París, un nuevo paso para la internacionalización de su firma
La moda y la gastronomía tienen mucho más en común de lo que puede parecer a priori. «Son dos entornos que maridan bien, que exigen creatividad y con el auge de la alta cocina cada vez existen más colaboraciones», declara el diseñador Juanjo Oliva (Madrid, 1971) quien ha creado una maxibolsa de inspiración militar para el jamón de bellota 100% ibérico de Señorío de Montanera (D.O.P Dehesa de Extremadura). «Un packaging de alta costura» , bromea Oliva durante una cena celebrada en el restaurante My Way de la Gran Vía con unas impresionantes vistas 360 grados de Madrid.
¿En qué se ha inspirado a la hora de diseñar la bolsa de Señorío de Montanera?
Es un reto diseñar el envoltorio para un jamón por mucho que nos guste el jamón. A mí no me puede gustar más. El envoltorio tenía que ofrecer una segunda lectura, un uso que aportara al regalo algo más y luego queríamos que estuviera hecho de manera artesanal porque es una edición limitada y lo fabricamos en Ubrique. También que fuera un proceso sostenible.
¿En qué proyectos está trabajando ahora?
Estoy preparando mi primera presentación en París porque el próximo año no vamos a desfilar en Madrid. Queríamos dar un paso más en cuanto a la internacionalización de la firma, siempre que hemos hecho cosas fuera hemos tenido buena respuesta en cuanto a nivel de negocio. Quería salir de mi zona de confort y elegir proyectos que me ilusionen.
¿Existe en España un interés real por la moda?
En España no se apoya la moda como en otros países ni existe un gran interés. Nosotros ahora estamos preparando una candidatura para entrar dentro del calendario oficial de París y no te puedes hacer una idea del interés que hay. Percibes entonces la diferencia. Hacemos todo lo posible para que en España exista cierto interés, pero quizá no hemos conectado.
Es bueno tener un contacto directo, creo que es verdad que la gente tiene interés por ver fotos de fiestas y estilismos, pero no llegan a hacer clic y comprar una prenda gracias a las redes.
Hay más difusión, pero no conlleva unos resultados reales. Cuando comprar un vaquero supone casi hacer unas oposiciones porque hay 15 modelos con 14 lavados diferentes y 12 formas, se te quitan las ganas de comprar. Demasiadas opciones no es bueno, como cuando te pasas cuatro horas en un museo, la última hora no sabes ni lo que has visto. Estás una hora en Instagram y al final no te acuerdas de nada.
¿Qué opinión le merece la «fast fashion» o el comprarse una prenda solo para una temporada y después tirarla?
Tengo taller de costura desde hace 20 años. Para mí nunca ha sido una opción, ni como consumidor. Ahora está de moda el tema de la sostenibilidad, en el fondo si lo analizas es la calidad de toda la vida. Cuando tú comprabas ropa, duraba temporadas y temporadas porque las tendencias no cambian tan rápido. Se fabricaba en Madrid, una producción local. Ventilar la ropa y no llevarla al tinte, ahora se lava tan solo después de una hora no importa los litros de agua de una lavadora.
Hay muchos valores que se han perdido por la «fast fashion». Eso de democratizar la moda no deja de ser un eufemismo como el que habla de la tercera edad. No hay tal democratización si para democratizar la ropa tenemos que fabricarla en talleres de Bangladesh donde los niños están comiendo un bol de arroz.
¿A qué mujer le gustaría vestir que todavía no lo haya hecho?
El otro día estaba viendo un documental de María Dolores Pradera y dije cómo me hubiera gustado poder vestir a esta señora. Era elegantísima, con un aura.
