Katy Perry, poseída por Hillary Clinton en Halloween

A falta de saber cómo se disfrazará este año la modelo alemana Heidi Klum (impagables sus caracterizaciones pasadas como Jessica Rabit, Lady Godiva o Betty Boop), ha sido la cantante Katy Perry quien, de momento y hasta que culminen estas jornadas de Halloween, más ha epatado al personal. Katy se convirtió en la protagonista de la fiesta organizada por la actriz Kate Hudson en Los Ángeles al encarnarse en su heroína y la persona a la que está dedicando todos sus esfuerzos durante las últimas semanas: Hillary Clinton.

Con traje sastre color naranja, peinada y maquillada como la candidata demócrata a la presidencia (el proceso de caracterización ha sido publicitado por ella misma a través de su cuenta en Instagram), llegó al sarao acompañada por su Bill Clinton particular. Tras ellos, emergía un sujeto con una grotesca careta de simio seguidor de Donald Trump, dedicando cortes de manga a los fotógrafos.

Un tatuaje en la muñeca desveló que se trataba de Orlando Bloom, actual pareja de Perry.

Se echó en falta más caracterizaciones del magnate republicano. Tal vez el disfraz que Jemima Khan llevó días atrás en Londres, que recreaba a Trump metiendo mano a su esposa Melania, ha puesto el listón demasiado alto.

El resto de famosos, dentro y fuera de España, que han mostrado sus disfraces de Halloween a través de las redes sociales siguen la tónica de asustar... un poquito: algo de maquillaje (ojeras negras, tez blanca, engrudos rojos como sangre coagulada...), algunos dientes de vampiro y cruces para espantar al anticristo.

Otros parecen haber confundido las fechas y creerse en pleno Carnaval (¿qué pinta Kate Hudson ataviada como chica del saloon del salvaje oeste?) y algunos siempre van a su aire, así se celebre lo que sea. Paris Hilton es el mejor ejemplo: desempolvó su manido disfraz de tirolesa sexy y agarró a su chihuahua como si llevara el monedero al mercado. Antes muerta que seguir la corriente.

Ante este poco terrorífico panorama, esperamos a Heidi con auténtica veneración.