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Isabel Pantoja durante el concierto en Madrid - De San Bernardo

Isabel Pantoja vuelve por la puerta grande para quedarse

El delirio llegó con sus canciones de siempre, que fueron aplaudidas en Madrid por diez mil espectadores

Madrid Actualizado: Guardar
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La vuelta a los escenarios de Isabel Pantoja vino acompañada por el morbo suficiente como para llenar el Palacio de los Deportes de Madrid en una noche única. El concierto solo es el principio de una gira que la llevará a Barcelona y Sevilla, además de otros puntos en América como Perú, Chile o México. «Hasta que se apague el sol» no será el mejor disco de su historia, pero es fruto de su relación personal y profesional con el fallecido Juan Gabriel, así como la excusa para reaparecer tras los peores años de su vida con una estancia en la cárcel que no quiere ni tan siquiera recordar en sus declaraciones.

«Sigo estando aquí» fue la canción con la que Isabel se presentó sobre un diván y un telón cuajado de estrellas.

Vestida por Eduardo Ladrón de Guevara de negro y con cola de lunares, Isabel respiró varias veces antes de arrancarse. En primera fila, sus hijos: Kiko, grabando todo con su móvil, y Chabelita. Su madre y hermanos también estuvieron arropándola al igual que sus incondicionales, el núcleo duro de Isabel, que no son los que aparecen en los programas, que de esos ya no quiere saber nada de nada. Isabel solo habló un momento para dar las gracias a los que han podido venir, «por este compás de espera, a mi familia que está al completo en esta noche tan importante, a mis amigos y compañeros, a esta orquesta dirigida por Carlos Checa, a mi casa de discos, porque gracias a ellos Isabel Pantoja ha podido subir a un escenario y a mi equipo, que me pone guapa». En ese momento una voz solitaria gritó «¡A la mierda Sálvame!», pero hubo paz porque ni la cantante ni la gente le siguió.

Isabel también tuvo palabras para su madre, Ana, que lloró cuando le dedicó una canción, y para su gran amigo recién fallecido Juan Gabriel. Por las gradas se vio a otros invitados como la cantante Soraya, Pedro Ruiz, Carmen Lomana con pañuelo y gafas para tapar una operación reciente, Topacio Fresh, Luis Cobos en primera fila... Más de 80 músicos arroparon a Isabel en este concierto que habría que compararlo con el que ofreció tras enviudar de Paquirri y volver con «Marinero de luces». Aquello sí que fue un éxito del que aún hoy recoge los frutos.

Isabel fue intercalando canciones. Las primeras, las nuevas y sus fans, rendidas. Pero con las segundas, las de siempre, llegó el delirio. Señoras de todas las edades llenaban las gradas y el patio de butacas, donde hubo entradas de más de 200 euros. Autobuses llegados de toda España para ver a «¡Isabel, Isabel!» como la coreaban durante las más de dos horas y media de actuación. «Buenos días tristeza» la bordó con una voz que recuerda a sus mejores años, y es que se nota que ha trabajado a conciencia para esta vuelta. Instalada en Madrid, en un piso de alquiler junto al parque del Retiro, Isabel ha regresado porque no podía hacer otra cosa. Tiene voz, tiene público, tiene necesidad económica y tiene salud. Además llenó el Palacio de los Deportes, cerca de 10.000 espectadores, y eso es un «chute» de autoestima para una artista que tiene que volver a empezar y eso que lleva toda una vida pisando la bata de cola.

Si la primera parte fue de canción española y un popurrí de sus éxitos, Isabel la lió bien cuando en la segunda se dedicó por entero a la copla y de allí pasó al flamenco con sevillanas incluidas para cerrar con su tema «Amor eterno» y repetir el bis de «Hasta que se apague el sol». Cambios de vestuario, guiños a su familia cambiando algunas letras (a sus nietos con las tres nanas), golpes de una melena cuajada de tirabuzones, maquillaje más exagerado de mirada gatuna, la guitarra española, los olés, las palmas, los bravos, algún ¡viva la madre que te parió! y un público rendido a sus pies. Ahora ya se puede decir que Isabel ha vuelto.

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