Dámaso González, llanto por un gran padre
«El rey del temple» sentía adoración por los suyos y en especial por sus tres hijas, Sonia, Marta y Elena, quienes digieren su pérdida recluidas en la intimidad
Rodeado por su esposa, Felisa Tarruella , y sus cuatro hijos, el diestro Dámaso González fallecía en la madrugada del pasado 26 de agosto en el Hospital Quirón de Pozuelo de Alarcón (Madrid) a la edad de 68 años. Una fulminante enfermedad acabó con la vida de una de las figuras más relevantes del toreo en la década de los 70, a quien la crítica bautizó como «el rey del temple».
Retirado desde el año 2003 y entregado a su familia y a sus negocios, el maestro fue un referente para las nuevas generaciones de toreros, muchos de ellos asiduos a su finca Los Prados, en su Albacete natal. Allí entrenaron, bajo la mirada de Dámaso, desde Miguel Ángel Perera a Cayetano Rivera . Figuras de la lidia o principiantes, todos recibían el mismo trato de un hombre que medía sus silencios con sabiduría y que defendía a los suyos con intensidad. En especial, a sus tres hijas - Sonia, Marta y Elena -, con las que tenía una complicidad absoluta .
Como en tantas dinastías taurinas, su primogénito, Dámaso Jr. , quiso seguir los pasos de su padre en los ruedos, convirtiéndose en novillero. Tomó la alternativa junto a Francisco Rivera y José María Manzanares . Mientras, dos de sus hermanas, Sonia y Marta, se dedicaban a la Comunicación. La primera comenzó en la profesión presentando un programa taurino en la televisión de Castilla-La Mancha; y la segunda, como bloguera de una revista. Ahora, tanto ellas como su madre, Feli, y su hermana Elena llevan días sin relacionarse con nadie, salvo con sus familiares más directos, tratando de encajar el durísimo golpe . Dámaso González era todo en esa familia. No sólo llevaba las riendas de los negocios, sino que sus hijas sentían adoración por él.
Sin perder jamás la compostura, sabiendo cuál era su sitio, las ayudó en todo lo que pudo. Y tuvo que lidiar con momentos complicados. Sobre todo, los acaecidos tras la ruptura matrimonial de su hija Marta con Miguel Palomo Danko , en 2012. A partir de entonces, la relación entre Dámaso González y su compañero y amigo Sebastián Palomo Linares , su consuegro, ya nunca fue igual. Siempre estuvo al lado de su hija, aunque jamás mostrara públicamente su enojo frente a los desaires que Marta sufrió a lo largo de todo el proceso. Ni siquiera el pacto de confidencialidad que la joven se vio obligada a firmar con Miguel Palomo Danko, por el que se comprometía a no hablar sobre él ni sobre sus negocios, ni mucho menos sobre la pareja de su exmarido por aquel entonces, la venezolana Jimena Guzmán de Frutos -hija de Lilia López , empresaria y amiga de Sebastián Palomo Linares-. La situación era muy difícil de digerir para Dámaso, quien había visto crecer a Miguel desde que era un niño y quien, con el tiempo, se convirtió en su yerno.
El brindis de dos amigos
El día de la boda entre Marta González y Miguel Palomo Danko, el 23 de junio de 2007, los padres de los novios brindaron por la felicidad de sus hijos durante una romántica ceremonia celebrada en El Palomar, la finca de Sebastián Palomo Linares en Aranjuez. Pero de aquella sintonía nada queda . Especialmente doloroso fue para Marta, y para su padre, la devolución de Negrito, un caballo que Sebastián había regalado a su nuera años atrás. Cuentan la indignación de Dámaso ante las lágrimas de su hija al separarse de su montura favorita . Sin embargo, una vez más Dámaso demostró un temple digno de elogio al evitar escenas que podrían haber sido muy desagradables. Simplemente, arropó a su hija y optó por pasar página.
Vetada en el velatorio
Más tarde tuvo que asumir otro trago amargo, al enterarse de un nuevo desplante hacia su hija. Cuando Marta se presentó en el velatorio de Palomo Linares -el diestro falleció el pasado 24 de abril, al no superar una operación de corazón -, se encontró con el rechazo frontal de su exmarido, quien impidió su entrada a la sala donde se velaba el cuerpo de su padre, en el madrileño Tanatorio de Tres Cantos. Finalmente, Miguel decidió salir de la sala en compañía de Carla Sánchez Zurdo , su nueva pareja, y eso permitió que Marta diera el pésame al resto de familiares. Una escena que el propio Miguel no se habría encontrado de haber querido dar el pésame en el tanatorio de San Isidro a la viuda e hijos de su exsuegro. En un gesto que tampoco se entiende, Miguel decidió ausentarse, al contrario que sus dos hermanos, Sebastián y Andrés Palomo Danko , quienes sí acudieron a abrazar a la familia González. Una actitud que les honra y que demuestra que, por encima de todo, está el respeto.
Padrazo entregado y de férreos principios, Dámaso también apoyó a su hija Sonia cuando se enamoró del cantante Juan Peña , que hoy llora su pérdida y lo expresa en emotivas cartas de despedida que ha publicado en sus redes sociales. González siempre le puso las cosas fáciles a su casi yerno, y fue seguramente quien más disfrutó del hijo que tuvo la pareja, el primer nieto en la casa, quien pasaba muchas tardes junto a sus abuelos en la finca. « Tu familia está destrozada, mi Soni, tu niña, la has dejado muerta en vida… tus hijos, tu mujer… Mi niño, tu único nieto, su Lalo… cómo se le cuenta ahora a un niño que no tiene ni dos años y que no para de repetir que quiere ser como Lalo…», se duele Peña.
Muchos cambios son los que ahora se avecinan en la familia Gonzále z con esta penosa ausencia. De entrada, serán los hijos los que tengan que dedicarse por entero a la explotación de la finca, algo que ya hacían, aunque siempre tutelados por el cabeza de familia. Hoy, viven su duelo en silencio y con la misma elegancia que el torero tuvo en vida.
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