Camille Cosby y su marido
Camille Cosby y su marido - AFP

Camille Cosby, el testimonio de una esposa humillada

La mujer de Bill Cosby tendrá que declarar sobre las acusaciones sexuales contra el cómico

NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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Camille Cosby ha sido una pieza clave en la sombra en la construcción de una de las figuras más influyentes de la sociedad estadounidense: la de su marido, el cómico Bill Cosby. Él fue el primer actor negro en protagonizar una serie de televisión -«I Spy», a mediados de los años 60- y alcanzó la cima televisiva en los 80 con «El show de Bill Cosby». Camille fue quien manejó los hilos de la carrera de Cosby e incluso se le atribuyen importantes contribuciones creativas: fue ella quien le convenció para que los Huxtable, la familia de su comedia televisiva, fuera de clase media, y no de clase trabajadora. Fue una de las razones del éxito del programa. que normalizó y elevó la percepción social de la familia negra.

Bill ascendió hacia una posición totémica, la de campeón de los valores de la cultura negra, figura respetada por la opinión pública y requerida por los políticos. Ambos se constituyeron en la power couple afroamericana, en la que ella fue la pata discreta. Su nombre no aparecía en los títulos de créditos de los éxitos de su marido. Tampoco se le torció el gesto ni se separó un milímetro de su esposo con los ocasionales escándalos sexuales de Cosby. En 2014, el aluvión de acusaciones de que Cosby violó a decenas de mujeres a las que daba drogas no cambió su postura. Ahora, una demanda nacida de aquellas acusaciones le va a forzar a hablar de aspectos íntimos de su relación con Cosby. Y quizá ahí se resquebraje la paciencia de Camille.

En los últimos meses, docenas de mujeres se han lanzado a acusar -algunas en los tribunales, muchas ante la opinión pública- a Bill Cosby de abusar sexualmente de ellas. Muchas relataban un patrón similar: Cosby les administraba fármacos como Quaalud -un sedante- sin su consentimiento que, mezclados con alcohol, facilitaba el abuso sexual.

Las acusaciones no eran nuevas. Los testimonios de los abusos de Cosby habían tenido hueco ocasionalmente en la prensa estadounidense desde hace dos décadas. Pero ahora había un ejército de mujeres en busca de reparación. Ya son más de 50 las que han alegado abusos.

El ocaso de Cosby

A estas alturas, el prestigio de Bill Cosby está hecho añicos en EE.UU. Pierde contratos, le cancelan las series y se ha convertido en un muñeco de críticas y burlas en la televisión. Pero Camille sigue a su lado. A finales de 2014, cuando los testimonios de abusos salían a la superficie semana tras semana hizo una declaración pública de apoyo, algo muy poco habitual. «El hombre que conocí, del que me enamoré y al que sigo amando, es el hombre que todos conocéis por su trabajo. Es un hombre bueno, generoso, divertido, y un marido, padre y amigo maravilloso. Es el hombre que creíais conocer», aseguró antes de comparar las acusaciones a Cosby con el escándalo de la violación en la Universidad de Virginia, una historia a la que la revista «Rolling Stone» dedicó un reportaje y que después resultó ser falsa.

Camille conoció a Bill Cosby en 1963, cuando solo tenía 19 años y estudiaba en la Universidad de Maryland. Su familia era de clase media y sus dos padres fueron a la universidad. Cosby le sacaba siete años y se casaron a los pocos meses. Tras la boda, se mudaron a Hollywood, donde despegó la carrera de Cosby: como actor y como mujeriego. Su popularidad se celebró en fiestas en la Mansión Playboy, donde era parroquiano habitual. Su infidelidad provocó una mudanza a la costa Este, a Massachusetts, pero eso no acabó con los líos de faldas. En una de sus pocas entrevistas, Camille reconoció a Oprah Winfrey que supo que su marido le fue infiel «en los 70». Y que cuando esos romances, que después superaron, salieron a la luz fue algo «vergonzoso por ser una invasión de nuestras vidas privadas». «Somos una pareja unida», dijo en otra entrevista.

Camille crió sus cinco hijos, gestionó la carrera de su marido, volvió a la universidad, consiguió un doctorado, manejó las impresionantes donaciones filantrópicas de la pareja, produjo obras de Broadway, escribió libros y se enrocó en la fortaleza de su matrimonio, clave para el éxito público de ambos.

En silencio desde el año pasado, ahora no tiene más remedio que hablar. Una demanda civil por difamación presentada por siete mujeres -que acusan a Cosby de abusos producidos entre 1969 y 1992- le fuerza a contar intimidades de su matrimonio ante los tribunales. Un juez la citó para una declaración el pasado miércoles, aunque sus abogados consiguieron retrasarla. Según «People», Camille sigue unida a Bill y «van a enfrentarse a la situación juntos»; pelearán por «defender su dignidad y su nombre».

Pero la declaración de Camille casi coincide con el arresto y fianza, la semana pasada, de Bill Cosby por un nuevo caso de violación. Eso y verse forzada a hablar de su vida íntima podría colmar el vaso de su paciencia. Según «The New York Post», así lo confesó a una fuente cercana: «Mi marido no merece la cárcel, pero sí el infierno por el que está pasando».

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